NUEVA ETAPA
'Matador', la revista objeto de deseo del arte y la cultura, regresa con González Iñárritu como invitado
La publicación fundada por el desaparecido Alberto Anaut, germen de la empresa cultural madrileña La Fábrica, inicia nueva andadura con un enfoque diferente y el universo del cineasta mexicano como protagonista

Fotografía de Graciela Iturbide incluida en el primer número de la nueva etapa de 'Matador', consagrado al universo de Alejandro García Iñárritu. / Cedida
Hace ya casi dos años, la inesperada muerte de Alberto Anaut (Madrid, 1955-2023) sacudía la escena cultural española, que perdía a uno de sus grandes dinamizadores de las últimas décadas. Anaut era conocido como el fundador de la empresa cultural La Fábrica y de un sinfín de iniciativas ligadas a esta en diferentes disciplinas que abarcan, entre otros, el festival PHotoEspaña (fotografía), Notodofilmfest (cine), el Festival Eñe (literatura) o Madrid Design Festival (diseño).
Sin embargo, antes de que todos ellos vieran la luz, Anaut ya había concebido el que sería el germen de ese universo: la revista Matador, una publicación anual de coleccionista, consagrada a la creación, al pensamiento y con un protagonismo especial de la fotografía, que el periodista madrileño empezó a pensar en 1994. Su primer número se publicó en 1995, y en solo unos años la revista se hizo con una importante cuota de suscriptores y un prestigio que iba más allá de nuestras fronteras. Ahora, con su primera etapa culminada el año pasado, la revista renace con una nueva filosofía, cada número centrado en un nombre propio de relevancia internacional y su universo creativo en lugar de en conceptos e ideas.
Matador fue pensada por Anaut con una vida limitada. Cada uno de sus números se identificaría con una letra de la A a la Z. Duraría lo que dura el alfabeto, 27 letras y algún truco extra (hicieron un número CH, por ejemplo). Después se acabaría. Así que, casi treinta números después y con el número Z terminado, su fundador, ya enfermo, convocó a Óscar Becerra, CEO de La Fábrica, y a César Martínez-Useros, director de publicaciones de la compañía, para pensar qué hacían: si le daban una nueva vida o la enterraban para siempre.
"Nos dijo que escribiéramos cada uno en un papel la idea que teníamos para la nueva época de Matador. Y, curiosamente, había una idea común en los tres papeles", contaba hace unos días Oscar Becerra en un encuentro reducido con periodistas en el Club Matador, un lugar de encuentro surgido de ese mismo germen que fue la revista. Esa idea era muy básica: la de que había que seguir adelante, porque Matador ya era mucho más que una revista y se debía a sus lectores. "Había toda una filosofía que había derivado de ese proyecto. No podíamos dejarlos sin esta cita anual con la creación contemporánea".
Decididos a seguir, había todavía que definir cuál sería su nuevo enfoque. Fue entonces cuando César Martínez-Useros propuso que, en lugar de que cada número girase en torno a una idea, ahora lo hiciese en torno a una persona. Un personaje que, subraya, "no es que sea un editor invitado al que proponemos que haga la revista, ni tampoco es un número dedicado a a la obra de ese creador. De hecho, no sale obra suya. Por no aparecer, no aparece ni siquiera un retrato de él".

Portada del número inaugural de la nueva época de 'Matador'. / Cedida
En realidad, lo que hace esta nueva etapa de Matador es entablar un diálogo con el creador elegido. Este confiesa a sus responsables algunos de sus referentes, personas u obras que le han inspirado o que han tenido un papel importante en su vida, y es el equipo de la revista el que propone el contenido. Después, el invitado lo aprobará, si es que se siente identificado, y tendrá derecho de veto si no le convence. El primero ha sido Alejandro González Iñárritu, cineasta mexicano multioscarizado (por Birdman y por El renacido) y un referente clave de la cultura contemporánea.
Viajes, fronteras y relatos
Con Iñárritu (así han bautizado a este primer número de la nueva etapa, con su segundo apellido) se reunieron por primera vez Becerra y Martínez-Useros durante cuatro horas en Londres en marzo del año pasado. Le preguntaron por textos, creadores, vivencias que le hubieran marcado. Por gentes de la cultura con las que compartiera sensibilidad o forma de ver el mundo. El cineasta les empezó hablando de tres fotógrafas que, para él, "encarnan muy bien el espíritu de México": Maya Goded, Mariana Yampolsky y Graciela Iturbide. También les contó un viaje iniciático embarcado en un carguero, el Toluca, que le trajo a Barcelona a finales de los 70: de aquella estancia recordaba lo bien que vestía la gente y, sobre todo, la vida en los bares. Hablaron de eso y de muchas más cosas, y el equipo de La Fábrica regresó a Madrid con deberes: poner textos e imágenes a recuerdos y referentes que no siempre eran muy concretos.
Rebuscando en los porfolios de las fotógrafas, dieron con una serie de Graciela Iturbide, Pájaros, que vinculaban a estos animales con la muerte y el viaje, dos temas muy presentes en la obra del cineasta. Sobre Barcelona, alguien recordó una serie de Rafael Bernis, El bar de la señora Olvido, que el fotógrafo disparó a diario a lo largo de 1979 en aquel establecimiento del barrio chino, retratando a jubilados, prostitutas, gente que baila, el ambiente callejero o un pinball omnipresente. También le pidieron un texto genérico sobre viajes al escritor Juan Villoro, conocido de Iñárritu. La sorpresa llegó cuando su texto contaba la historia de un joven mexicano que viajaba en un carguero a Europa, algo que el escritor también había hecho en su día. "No sabemos si hablaron y se pusieron de acuerdo", dicen los editores, todavía intrigados.

Una de las imágenes de Rafael Bernis para su serie 'El bar de la señora Olvido'. / Cedida
Cuando se reunieron con Iñárritu por segunda vez, seis meses después y por videoconferencia, para mostrarle estas y otras propuestas, en un momento dado el director les pidió que pararan en una foto de Gabriela Iturbide, la que muestra a un hombre rodeado de pájaros y que acabaría siendo la portada de este nuevo número de Matador. "Nos dijo: es el hombre pájaro, es Birdman", recuerda Martínez-Useros. Y les contó que hace años le pidió esa foto a la artista para ampliarla y que la tiene en su despacho. No fue la única. Del porfolio de la fotógrafa japonesa Lieko Shiga, imágenes disparadas en analógico que se sitúan entre lo real y lo sobrenatural o lo onírico, dio la casualidad de que el director también tenía una de ellas colgada en su casa. Casi todo lo que le plantearon le pareció bien. El reportaje del bar de Barcelona representaba a la ciudad, dijo, tal y como la recordaba.

Lieko Shiga, serie 'Canary'. / Cedida
El nuevo número de Matador se divide en tres bloques que responden a lo que sus editores consideran los tres temas esenciales en la obra de Alejandro González Iñárritu: 'El viaje', 'La frontera' y 'El retato'. En sus textos, el pensador Paul B. Preciado fantasea con un bebé con inteligencia artificial, el escritor Eliot Weinberger traza unas divertidas minibiografías de santas y Wendy Guerra escribe sobre la obra de Iñárritu y sus conexiones culturales. Está también en este número el primer relato que escribió Juan José Arreola, contemporáneo de Rulfo y, como él, otro realista mágico. Y un porfolio de Anselm Kiefer inspirado en Finnegan's Wake, el relato circular de Joyce: un trabajo de pintura en medio de una publicación donde manda la foto. "Un exquisito guacamole de estilos y visiones", les dijo el cineasta en su mensaje de felicitación cuando vio la revista terminada. Él les había cedido una fotografía con una nota escrita encima que le mandó a Michael Keaton cuando aceptó protagonizar Birdman.
Un diseño clásico y un nuevo formato
Fernando Gutiérrez, diseñador gráfico de prestigio mundial que fue quien creó la imagen original de Matador, se ha ocupado ahora de su renovación. Si antes el diseño cambiaba en cada número, esta vez ha concebido uno para que permanezca. "Matador es ya un clásico y tenemos que actuar como tal", bromea Becerra. "Antes cada número estaba relacionado con una idea. A cada concepto le podía corresponder una tipografía distinta, unos colores distintos, un diseño distinto", explica Martínez Useros, mientras que ahora un mismo diseño permite que resalte "la personalidad del universo de cada uno". La tipografía ha sido creada ad hoc y ha cambiado el formato: de un 3/4 han pasado a un 4/3. "El 3/4 es un formato de la fotografía clásica, y este otro da cabida a nuevos formatos fotográficos como los digitales, pero también a otros lenguajes visuales, como la pintura", defiende.
Otra decisión imporante ha sido publicar la revista en español. Se plantearon hacerla bilingüe, pero al final decidieron apostar por esta lengua y su fuerza creciente en el mundo. Es más ecológica porque solo usan tintas naturales, sin los satinados extremos de otra época, y papel de alto gramaje con certificados ecológicos. De este número se han tirado 7.000 ejemplares, de los que unos 4.000 son para suscriptores (entre miembros del Club Matador y los que lo son solo de la revista) y el resto se venden en algunas librerías, la propia de La Fábrica entre ellas. La revista-objeto cuesta 150 euros e incluye un cuaderno de artista con otra serie de Lieko Shiga. Por ahora, los editores de Matador no pueden decir a quién estará dedicado el próximo número, pero sí que será "otro creador internacional con la agenda muy complicada".
Estos días presentan el nuevo número en ARCO con una instalción de Antoni Miralda, Altar Matadora, en la que en un carrito de cafetería vintage descansan los 28 números originales de la revista envasados al vacío y con una diosa de santería afrobrasileira encima. Como si se estuvieran encomendando a ella para que todo vaya bien en esta nueva etapa.
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