Crítica de 'Los indeseados': inquietudes y terrores islandeses

Las cuatro películas que ha realizado el islandés Erlingur Thoroddsen, dos en Estados Unidos y las otras dos en su país, pertenecen al cine de terror o, en su defecto, al thriller o relato de suspense con elementos de horror. El director de Los indeseados prefiere la trama y unos cuantos golpes de efecto a la creación de una atmósfera inquietante o terrorífica que envuelva a los personajes. Aquí se trata de dos historias. Una transcurre en un macabro hogar para menores en 1984. La otra acontece en tiempo actual y con el suicidio de una mujer como tema de fondo. Las dos convergen poco a poco en una sola.

 Aquí es, precisamente, donde no acaba de funcionar la película, en esa convergencia un tanto forzada entre los dos tiempos del relato. El protagonista, que tiene nombre de Dios, Odinn, investiga lo que ocurrió en aquel hogar en 1984 mientras debe atender el desconcierto de su hija adolescente, convencida de que su madre suicidada no la ha perdonado por algo que se irá aclarando. La película incurre en algunas trampas, pequeñas y hasta lícitas, y se apoya en una figura secundaria que acaba revelándose la clave del enigma. La realización es correcta, un tanto plana. El islandés es un cineasta que fía más a la situación que al carácter transgresor o inquietante de las imágenes.