LOS PREMIOS DE HOLLYWOOD
Un 'fraude de categoría': Culkin y Saldaña, favoritos al Oscar como actores de reparto pese a coprotagonizar sus películas
La ausencia de reglas por parte de la Academia propicia que las productoras elijan la categoría de los intérpretes en función de sus intereses

Kieran Culkin en 'A real pain' y Zoe Saldaña en 'Emilia Pérez'. / ARCHIVO
Con la única excepción del premio al mejor actor protagonista (categoría en la que Adrien Brody y Timothée Chalamet mantienen sus opciones de llevarse el triunfo), los Oscar de este año en los apartados de interpretación están más cantados que la Macarena. Mientras Demi Moore tiene cada vez más despejado el camino hacia la primera estatuilla de su carrera por su valiente interpretación en La sustancia (a estas alturas, la única rival digna de mención parece ser Mikey Madison, por Anora, y, aun así, sería una sorpresa mayúscula que ganara), nadie en Hollywood tiene ya la menor duda de que Kieran Culkin (A real pain) y Zoe Saldaña (Emilia Pérez) serán coronados como mejores actor y actriz de reparto en la gala del 2 de marzo en el Dolby Theatre de Los Ángeles. La victoria de ambos en los premios del Sindicato de Actores ha sido el último refrendo a sus candidaturas antes de recoger el premio gordo.
Ahora bien, ¿tiene verdaderamente sentido que Culkin y Saldaña, que en sus películas tienen una presencia en pantalla comparable a la de cualquier protagonista, jueguen en la categoría de intérpretes de reparto? Aquí sí existen dudas. Muchas. Y, para empezar a despejarlas, habrá que hablar de lo que se conoce como el fraude de categoría.
Las productoras eligen
En las normas de los premios Oscar, no existe ninguna especificación sobre los minutos o sobre el porcentaje de tiempo que debe aparecer un intérprete en una película para ser incluido en la categoría de protagonista o de secundario. Son las productoras las que, en función de sus intereses, sugieren en qué apartado prefieren que se considere a sus actores y la Academia, por regla general, acepta ese criterio (aunque no tiene obligación de hacerlo y, de hecho, ha habido alguna excepción). Así, si una película está coprotagonizada por dos intérpretes del mismo sexo, las productoras suelen promover a uno de ellos como protagonista y al otro como secundario para no dividir el voto y tener más opciones de premio. Es una de las variantes más extendidas del fraude de categoría.
Ese ha sido el caso de A real pain y de Emilia Pérez. En la primera, Jesse Eisenberg, que también firma la dirección y el guion, aparece en pantalla 62 minutos y 29 segundos (sobre un total de 89 minutos) mientras que Kieran Culkin tiene 58 minutos y 6 segundos. Pero el personaje de este último pesa tanto o más que el de Eisenberg en la trama de una película que, en última instancia, gira en torno a la relación entre ambos. Más llamativas todavía son las cosas en Emilia Pérez, porque ahí Zoe Saldaña está presente, en imagen o con su voz, 57 minutos y 50 segundos, un poco más que Karla Sofía Gascón (52 minutos y 21), y, aun así, la segunda ha sido la elegida para competir en los principales premios (Oscar, Globos de Oro, Bafta, etcétera) en la categoría de protagonista.

Isabella Rossellini, en una imagen de 'Cónclave'. / ARCHIVO
Una consecuencia, cabe suponer que indeseada, del fraude de categoría es que reduce drásticamente las posibilidades de victoria de los intérpretes cuya participación en las películas por las que están nominados sí se ajusta a lo que se entiende por un papel secundario o de reparto. Un ejemplo paradigmático es el de Isabella Rosellini, que opta ese año al Oscar por Cónclave, donde su tiempo en pantalla es de 8 minutos y 16 segundos. Muchos méritos tiene que hacer en ese ratito para poder competir con alguien que, como Saldaña, dispone de casi una hora para exhibir sus virtudes, por otro lado innegables.
Las polémicas suscitadas por el fraude de categoría no son un asunto reciente. En los años de la era dorada de Hollywood, los grandes estudios recurrían a esta práctica para no incomodar a sus principales estrellas. Por esta razón, Mary Astor, que compartía protagonismo con Bette Davis en La gran mentira, fue desplazada en los Oscar de 1942 a la categoría de actriz de reparto (y ganó); algo parecido le ocurrió a Diane Varsi, que en 1957 interpretó el papel principal de Peyton Place y a la hora de los premios fue relegada en beneficio de Lana Turner. También los menores de edad que tenían un rol protagonista recibían tradicionalmente la consideración de intérpretes de reparto: aquí el caso más clamoroso es el de Tatum O’Neal, que en Luna de papel tenía una presencia en pantalla de una hora, 6 minutos y 58 segundos (el 65,5% del total del metraje) y, con 10 años, ganó en 1974 el Oscar a la mejor actriz secundaria. Todo un récord.
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