LIBROS
Fernando Nadal, escritor: "Los siglos XIV y XV españoles, antes de los Reyes Católicos, albergan historias magníficas"
El autor publica 'La daga del rey', una novela ambientada en la Castilla medieval que tiene como protagonistas al rey Juan II y su valido Álvaro de Luna, dos personajes primero aliados y después enfrentados por el poder

El escritor Fernando Nadal, autor de 'La daga del rey'. / Cedida

En todas las épocas cuecen habas, y la corte castellana de finales de la Edad Media no distaba mucho de lo que está pasando ahora mismo en, pongamos, la Casa Blanca, con todo un rey dándole demasiado poder a un valido. En aquella época, la cosa no acabó del todo bien: años después de esa complicidad, la cabeza de quien fue durante un tiempo el favorito del monarca habría de acabar ensartada en una viga de madera en la Plaza Mayor de Valladolid. Respecto a lo de Washington, todavía está por ver cómo se desarrolla la trama y en dónde desemboca.
Juan II fue el padre de Isabel la Católica y un rey, ese rey que decíamos, un tanto voluble. Inseguro y caprichoso, era incapaz de enfrentar los conflictos para resolverlos, prefiriendo soluciones más sencillas que dejaban todo a medias y no acababan de suturar las heridas abiertas. Comprensible, entonces, que fiara la toma de muchas decisiones a don Álvaro de Luna, el citado valido y al que podríamos definir como su antítesis. Un tipo astuto, valiente y arrogante, además de un estratega brillante, que se convertirá en imprescindible para el monarca, consiguiendo éxitos para su reino y salvándole de unas cuantas conjuras de quienes le envidiaban. Tenía, sin embargo, un punto débil: la desconfianza. Y será ese intento de controlar obsesivamente todo y a todos, hasta ejercer un poder por encima del encomendado, lo que en última instancia le conduzca al cadalso.
"Álvaro de Luna y y Juan II de Castilla, que podrían ser el anverso y el reverso de un mismo personaje, se me aparecieron claramente como lo que podían ser: el protagonista y el antagonista de una obra literaria. Había entre ellos una intersección de poder, de emociones, de drama humano y de transformación personal que era un terreno extraordinariamente fértil para la narrativa", dice el periodista y escritor Fernando Nadal para explicar las razones que le llevaron a escribir La daga del rey (La Esfera de los Libros). Una novela histórica publicada hace solo unas semanas que, sin grandes alharacas, se está convirtiendo en un pequeño fenómeno en librerías.
Pero el juego de espejos entre esos dos personajes se acentúa todavía más. Los dos tan distintos, tienen a la vez mucho en común. "Ambos se necesitan y se atraen porque han pasado por una serie de procesos emocionales muy parecidos: han tenido infancias solitarias, han crecido sin la presencia y el afecto de un padre, han estado tutelados desde niños por personas interesadas y en ambientes fríos. Y así se resguardan en la seguridad del poder y acaban viviendo con miedo, aunque lo manifestarán de un modo diferente", continúa el autor.
Antes de los Reyes Católicos
Ese período de nuestra historia en el que viven los dos protagonistas de la novela, el del final de una Baja Edad Media que ya va anunciando la llegada de la Edad Moderna, no es precisamente bien conocido, sostiene Nadal. Otra razón para ponerse a escribir sobre ello. "Se sabe mucho más del tiempo en que gobernaron Castilla Isabel y Fernando", dice en referencia a una época siempre premiada en los planes de estudios y en las recreaciones que la literatura, el cine o la televisión han hecho de nuestra trayectoria como país. Es comprensible: fue entonces cuando se consiguió la unificación peninsular y cuando se llevó a cabo la conquista de América, dos sucesos de enorme magnitud aunque sigan arrastrando infinitos claroscuros. "Sin embargo, esa época inmediatamente anterior, la de los siglos XIV y XV, alberga historias magníficas", defiende el escritor. "Desde la lucha entre los hermanastros Pedro I el Cruel y Enrique II de Castilla, a todo lo que ocurre posteriormente a eso, con Enrique III el doliente, con Juan II o con su hijo Enrique IV". Este último fue hermano de Isabel, a la que precedería en el trono.
Fue precisamente a través de Isabel I de Castilla, la conocida como 'la Católica', como Nadal dio con los que acabarían siendo los protagonistas de su novela. Más concretamente, y para sorpresa de muchos, con la serie que hace ya más de una década Televisión Española dedicó al personaje. Viéndola se preguntó cómo sería el padre de la monarca, y así descubrió al valido que se convirtió en su hombre fuerte y casi rival. Su investigación posterior, hecha de lecturas en casa pero también de visitas a archivos y bibliotecas, a través de crónicas de la época y de libros publicados en el siglo XX por autores como César Silió o Gregorio Marañón, confirmó que allí había donde rascar. "De Álvaro de Luna me llamó mucho la atención cómo asciende desde la baja nobleza hasta convertirse en el hombre más poderoso de Castilla, a lo que luego sigue su caída en desgracia y su ejecución en la Plaza Mayor de Valladolid. Presentaba un arco narrativo de proporciones casi shakespearianas. Y además, su historia incluía muchos elementos que me permitían adentrarme en temas universales como la lealtad, la codicia, la traición o la guerra".

Portada de 'La daga del rey' (La Esfera de los Libros). / Cedida
A lo largo de todo el libro, y por debajo de una trama hecha de conspiraciones y venganzas, amores y amistades a menudo traicionados, batallas y sutiles movimientos diplomáticos, late esa reflexión en torno a la naturaleza del poder y cómo este puede transformar a las personas. "Lo que le sucederá a Álvaro de Luna muestra que el poder puede ser tanto una herramienta para el cambio positivo como una fuerza capaz de destruir a quien lo ejerce", dice Nadal. "Y yo creo que su historia invita al lector a reflexionar sobre el precio personal que implica la ambición, y sobre lo que supone el ejercicio de las posiciones de dominio. Eso es algo que se puede aplicar perfectamente al momento actual".
Personajes que dan lugar a más
Aunque lo aquí contado indica que Álvaro de Luna se ajusta a ese fenotipo universal tan común del advenedizo sin escrúpulos que ejerce como muñidor en la sombra, lo cierto es que Nadal ha creado un personaje con matices, del que el lector entiende qué le ha llevado a ser como es. "Está dotado de una extraordinaria inteligencia, tiene una formación rigurosa y, sobre todo, sabe penetrar en las debilidades humanas. Pero es una persona que no siente empatía -explica el autor-, incapaz de amar. Lo único que le mueve es prosperar, poseer. Tener riquezas, influencia y poder".
Antes de lanzarse a la novela, Fernando Nadal ejerció durante décadas como periodista en las secciones de economía de diferentes diarios españoles. Después pasó unos años trabajando como responsable de comunicación corporativa de una gran empresa española en Latinoamérica, con base en Chile. A su vuelta en 2020 encontró el tiempo que necesitaba para escribir ficción, algo a lo que ahora se dedica de lleno. En 2021 publicó Las garras de la mariposa, novela ambientada en el franquismo y la transición, pero La daga del rey, una obra en la que confluyen su afición por la novela histórica y la policiaca -en sus páginas también hay "elementos de thriller, tramas, subtramas, etc...", dice- , es su primer viaje en el tiempo más allá de la época contemporánea.
No será, sin embargo, el último. "Estoy trabajando en la segunda parte", cuenta Nadal. Y ya tiene protagonista. Álvaro de Luna tuvo un discípulo, Juan Pacheco, que también tiene hechuras de gran personaje novelesco. "Es como él, pero potenciado y sin alguno de sus elementos. Porque más allá de todo, Álvaro de Luna siempre fue un gran protector de la monarquía. A Juan Pacheco, en cambio, no le importó absolutamente nada el rey ni la institución, solamente se preocupó de sí mismo. Ya está presente en La daga del rey, pero era un personaje muy rico para crear otra novela". Estamos, pues, ante una saga. Y vista la dimensión de los personajes que van a ir apareciendo a lo largo de sus páginas, puede que con muchos episodios por delante todavía.
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