ENTREVISTA
Café Quijano: "El amor de nuestro padre por el folclore latinoamericano ha sido muy importante"
El décimo trabajo de los leoneses, 'Miami 1990', recorre la relación de estos hermanos con la ciudad que hizo de puerta a la música latinoamericana

Café Quijano publican nuevo disco, 'Miami 1990': "La primera parte es más frívola y más canalla. Y luego la segunda parte es todo historias de amor con diferentes puntos de vista" / Juanjo Vega
En León tienen un cantar popular: "Dímelo, resaladina, dónde tienes el amor; se fue a Cuba y no volvió..." Los hermanos Quijano, Café Quijano, parece que han seguido la tradición de este tema (A la entrada de León). El primero en tomar el avión a La Habana fue Manolo (mayor) hace más de 30 años, haciendo escala en Miami. Y habiendo conocido la Magic City, le siguieron Óscar (mediano) y Raúl (pequeño). Con el Atlántico en el trayecto, Café Quijano construyeron una carrera discográfica desde La Lola hasta Miami, ida y vuelta.
El décimo trabajo de los leoneses, Miami 1990 (Warner, 2025), es la memoria de lo que sucedió a partir del 2 de octubre de 1990. No es la fecha del nacimiento de Café Quijano, eso fue unos años después, entre 1990 y 1997, cuando firmaron con Warner. "Antes hubo un tiempo en el que las visitas a Miami eran para otra cosa", explica Manolo Quijano. "Desde allí volábamos un amigo y yo a Jamaica, a Cuba o a Dominicana a buscar grupos de música que luego fueran a tocar a un local que teníamos en León, donde hacíamos música en directo. Desde el año 94, cuando abrimos el Café Concierto Mambolero, Miami era el punto de partida para ir a buscar grupos, traerlos a España, organizarles giras y grabarles un disco. A raíz de eso surgió todo". El corte encargado de abrir el álbum, La primera noche, comienza con una voz de caverna que narra lo que viene siendo el principio de esta historia, cuando el pariente de un leonés invita a un trago en la bahía. Dice así:
Pregunta: Si sin León no hubiera España, ¿sin Kid Jano no existiría Café Quijano?
Manolo Quijano (M.Q): Hombre, sin los leoneses el mundo no sería lo mismo, porque allá donde vayas hay un leonés. Hablan de los gallegos, que es cierto, pero es que lo de los leoneses es de otro planeta también. Y lo de la canción es verdad. En el año 90, en octubre, hace 34 años y pico, ya había un leonés en Miami, que era prácticamente inaccesible para la mayor parte del mundo, porque de aquella no se viajaba tanto como se viaja ahora, ni se tenía tanto conocimiento de las ciudades. Y máxime cuando aquel Miami era el de la serie de televisión (Corrupción en Miami), que parecía mucho más inalcanzable. Pues ya de aquella había un leonés que la primera noche, junto con otra persona, me llevó a conocer no solo la noche, pero sí un rincón de la ciudad de Miami.

Café Quijano en una imagen de promoción de su nuevo disco, 'Miami 1990'. / Juanjo Vega
P: ¿Solo la conoció usted?
M.Q: En aquel primer viaje fui yo solo, y luego ya fueron mis hermanos. Desde los primeros 90, Miami empezó a formar parte de nuestra vida; hemos pasado la mitad del tiempo allí y la otra mitad aquí.
P: ¿Y por qué Miami?
M.Q: Pues precisamente por aquel primer ancla que se echó. Yo fui con motivo de mi afición por los coches y las motos americanas. Teníamos un vecino en León que tenía minas y un local al lado del nuestro, el bar que tenía mi padre, y allí estaba su oficina y la carbonería. Este hombre compraba en subastas maquinaria pesada en Holanda a unos cubanos americanos que la traían de Estados Unidos. Fue el primero que me dijo lo de los coches. Había además mucha afición, empezaba la gente a importar coches americanos, así que cogí a un amigo, nos liamos la manta a la cabeza, y le dijimos: “Ponnos en contacto con este tío, que vamos allá a comprar coches”. Fíjate lo que podíamos comprar, porque íbamos pelados de pasta a comprar retales de coches. Pero bueno, era un principio. La primera vez que llego, empiezo a conocer gente, a alguna chica, y de repente me medio enamoro, y pienso: “Hostia, aunque solo sea por volver a verla, vuelvo”. Y cada vez iba echando más raíces allí.
Óscar Quijano (O.Q): Además, nuestro padre es profesor de música. Hemos estado inconscientemente dentro del mundo de la música desde bien niños. El amor de nuestro padre por el folclore latinoamericano ha sido muy importante, porque nosotros aprendimos a tocar y a cantar con boleros y con la música latinoamericana. Y Miami es un poco la confluencia de todos esos ritmos, o todas esas nacionalidades de diferentes países, entonces allí nos encontrábamos como peces en el agua.
Mi grupo favorito toda la vida es Dire Straits, pero también la Creedence y ese rock de los ochenta"
P: ¿Cómo fue vuestra llegada a Miami?
Raúl Quijano (R.Q): Yo creo que fue con Manolo, fuimos Óscar y yo. Nos llevó en un primer viaje. Además, fuimos a ver el mercadillo. Y es como lo están describiendo mis hermanos: un lugar muy especial, con un clima maravilloso y tropical, que según bajas del avión te da ese golpe de calor. Con un contraste muy guay que de aquella ya me parecía futurista, rodeada de agua...
P: Manolo, usted tenía un Ferrari 360 Modena... Si se lo robaran, ¿qué le preocuparía más: el coche o las cintas de la Creedence Clearwater Revival?
M.Q: ¡Hostia! Pero de eso hace ya unos veinte años.
O.Q: (Risas) [N. del R.: Óscar es el único de los tres que entiende la referencia a El gran Lebowski]
M.Q: Pues te voy a contar una cosa: hay un disco especialmente, el Cosmo’s Factory, que estaba rayado en una parte. No recuerdo exactamente qué canción era, pero si la escucho sabría perfectamente cuál es. Me extrañaría que pasara por esa estrofa y no se repitiera, porque estaba rayado. Lo ponía todas las noches en el bar de mi padre y tenía que ir al tocadiscos... Y el Ferrari, si te lo roban, no deja de ser un asunto más crematístico. Si te lo paga el seguro, pues oye, por lo menos no sufres. Lo otro es mucho más sentimental. Es verdad que en su momento el disco de la Creedence marcó una época, pero muy importante además.
P: ¿Hay algo de la Creedence en Sabes qué te digo? Desde luego tiene cosas de Dire Straits.
M.Q: Sí, puede ser. Pero tiene mucho más de Dire Straits, del Sultans of Swing. De hecho, las primeras notas son el comienzo del solo. Está hecho a propósito, claro. Mi grupo favorito toda la vida es Dire Straits, pero también la Creedence y ese rock de los ochenta.
P: ¿La primera noche y Miami 1990 son las dos primeras canciones que salieron de este disco?
M.Q: Una es la primera y otra, la segunda parte. La primera noche habla de un momento concreto y Miami 1990 habla del Miami global de aquella época, donde describo un poco todo lo que había. Miami prácticamente sigue siendo así, pero hace treinta y pico años era más llamativa. Las dos canciones están hechas a propósito así, en el mismo tono, y marcan un poco la pauta de lo que es el disco. También está De sapo a rana, que habla de un local concreto de Miami. Pero sobre todo La primera noche y Miami 1990 son la columna vertebral del disco.
P: ¿Miami 1990 tiene el mismo espíritu de ¡Qué grande es esto del amor!?
M.Q: Es que ¡Qué grande es esto del amor! y La taberna del Buda están muy conectados también. Yo la veo un poco más como La taberna del Buda, quizás, por cómo está contada; el fraseo de La taberna del Buda es parecido al de Miami 1990. Pero sí es cierto que en algún giro de los arreglos de metales y tal, tiene partes también de ese disco.
P: La segunda parte del álbum, que comienza con Indiana, es mucho más reposada, muy tranquila con respecto a la primera. ¿Era una idea pensada desde el principio?
M.Q: No estaba pensada. De repente nos dimos cuenta de que así había sido. La primera parte, la descriptiva, es más frívola y más canalla, por así decir. Y luego la segunda parte es todo historias de amor con diferentes puntos de vista. Incluso en algún punto, como en No llevo la cuenta, es más de reconocimiento de culpas. Es cierto que no está hecho a propósito, pero luego, cuando se ha colocado así, ha quedado. Te das cuenta de que efectivamente es como tú dices, que la primera parte es más frenética, la segunda más sosegada y habla más en concreto, más en la superficie de temas amorosos.
P: ¿No llevo la cuenta es entonces el reverso de La cumbia del soltero?
M.Q: ¡Sí! Puede ser el mismo personaje.
'La cumbia del soltero' es una canción irónica sobre lo que muchos hombres en concreto piensan. La mujer, al final, quiere afianzar un poco más su estabilidad en todos los sentidos"
P: En La cumbia del soltero hay que convencerle de que la vida es fantasía...
M.Q: Sí, La cumbia del soltero es una canción irónica sobre lo que muchos hombres en concreto —yo creo más que las mujeres— piensan. La mujer, al final, quiere afianzar un poco más su estabilidad en todos los sentidos. Pero el hombre se deja llevar un poco más por el idealismo y la fantasía y se piensa que estar soltero es estar de fiesta, pero tampoco las 24 horas al día ni todos los días.
P: ¿Por qué una cumbia para esta canción?
M.Q: De Miami dicen que es la capital de Hispanoamérica, donde de repente te encuentras con gente de todas las nacionalidades, y desde luego, si hay nacionalidades aparte de la cubana, sobre todo también hay muchos colombianos. Y nosotros hemos escuchado mucha música latinoamericana y mucha cumbia. De hecho, ya en el primer disco grabamos una cumbia. Podíamos haberlo contado de otra forma, pero por darle también rienda suelta a un ritmo que es tan cadencioso y que tiene tanta gracia como la cumbia, a nuestra manera, a nuestro rollo. Y porque la cumbia también se presta mucho a la ironía y es medio burlona la forma de cantarla y de contar la historia. Nos parecía que la temática podía encajar perfectamente en una cumbia.
P: Si se pasa el día de sapo a rana, ¿qué clase de princesa de cuento le ha besado?
M.Q: Cuando alguien te da un beso es la hostia. O cuando tú lo das. Los tres hemos recibido muchos besos y de muchas princesas. Y creo que no venido ni un beso sin que detrás viniera una princesa.
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