LA GEOPOLÍTICA DEL FLAMENCO 1
Madrid recobra el pulso flamenco y lanza una 'opa' para reclamar la capitalidad 'jonda'
El apoyo institucional, con nuevos espacios de exhibición, el apoyo a los tablaos y el impulso a la formación y una nueva y desprejuiciada afición vuelven a situar a la capital en el centro de la creación

Ensayo del Ballet Español de la Comunidad de Madrid en el Centro Coreográfico Canal, antes de su estreno el pasado 12 de octubre. / Alba Vigaray
"Paseando por Madrid por cualquier barrio me voy encontrando con artistas que no sabía que estaban viviendo aquí". Pedro G. Romero (Aracena, Huelva, 1964), Premio Nacional de Artes Plásticas y comisario e investigador flamenco, considera que esto es un buen ejemplo del nuevo mapa del flamenco, cuyo centro vuelve a ser Madrid. "No artistas profesionales, sino los que están por despuntar".
Primero fue el Ballet Español de la Comunidad de Madrid, hace unos días el Centro de Danza Matadero -que no sólo programa flamenco, pero con un programa ambicioso de exhibición y apoyo a la creación- y en la próxima primavera se estrenará la primera Bienal de Flamenco de Madrid -dependiente del Ayuntamiento-. Madrid quiere volver a reclamar la capitalidad del flamenco. "El mapa del flamenco nunca ha sido estático", recuerda Romero.

Ensayo del Ballet Español de la Comunidad de Madrid mientras preparaban su estreno el pasado 12 de octubre. / Alba Vigaray
El flamenco fue madrileño desde su origen
"Madrid ha sido una ciudad fundamental en el flamenco en el espaldarazo que lo consolidó como arte", afirma rotundo Pedro Lópeh (La Siberia Extremeña, 1986), musicólogo especializado en folclore, cultura popular y flamenco y miembro fundador de la peña flamenca La Bambera, en Sevilla. "Quizás no está en su génesis, pero es donde está el trabajo, donde está la Corte, la burguesía y el dinero". Romero añade que el inicio del flamenco tiene mucho que ver con el comercio con América y las primeras industrializaciones. "Madrid y Barcelona siempre fueron dos ciudades donde se concentraron los medios de producción y allí aparecían los flamencos", dice.
Lópeh recuerda que la primera vez que se menciona el término flamenco referido al arte jondo en prensa es justamente en Madrid, que es en la capital donde se entrega la Copa Pavón y la segunda Llave de Oro del Cante -de la que pronto se cumplirá el centenario- porque los artistas residían aquí -la entregan Antonio Chacón y Manuel Torre- y que la capitalidad se mantiene durante buena parte del siglo XX. "A partir de los 70 esto empieza a cambiar, se desplaza el centro a Andalucía con las peñas, los festivales de verano, el dinero de los nuevos ayuntamientos democráticos y, un poco después, la Junta de Andalucía".
Para María Pagés (Sevilla, 1963), bailaora, coreógrafa y codirectora del Centro de Danza Matadero, estos movimientos son cíclicos. Ella lo vivió en su juventud: con 15 años vino a instalarse en Madrid y, aunque tiempo después, regresó a Sevilla, donde creó su compañía, fue en Madrid donde decidió asentarse definitivamente. Ahora, confirma, la capital está viviendo una nueva oleada de llegada de artistas.
Gestos de apoyo institucional
No está claro si fue antes el huevo o la gallina, si la Comunidad de Madrid se subió con ojo táctico a ese nuevo ciclo o si la ola llega gracias a un empeño institucional, lo que sí es seguro es que el Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso decidió hace tiempo que Madrid y flamenco fueran de la mano y ha ido dando pasos para que se deje notar.
"Desde hace cuatro o cinco años todo el que quiere hacer algo en el mundo del flamenco se esta viniendo a Madrid", dicen con orgullo en la Consejería de Cultura madrileña. Justo el lapso de tiempo en el que la Comunidad ha empezado a tener gestos hacia el sector.
En 2020 llegó la declaración de los tablaos flamencos como Espacios Culturales de Especial Relevancia e Interés General para la ciudad de Madrid. Un año después, la Medalla de las Artes a la Asociación de Tablaos Flamencos de Madrid. En 2023 se presentó una estrategia de turismo centrada en "multiplicar la oferta cultural en español" donde se introducían la danza española y el flamenco como reclamo. Ese mismo año, Madrid se engalanó con una batería de actuaciones de baile y cante jondo en espacios emblemáticos de la capital para celebrar el día internacional de este arte. E inmeditamante después, en enero de 2024, llegó la declaración del flamenco Bien de Interés Cultural de la región.
A partir de ahí, la creación del Ballet Español y el desarrollo de todo un plan integral de danza todavía en desarrollo que incorpora uno específico de flamenco que se presentará a finales de 206 para profesionalizar este arte y actuar de efecto llamada hacia los más jóvenes. Medidas una detrás de otra para amarrar el arraigo del flamenco en Madrid.
Las ayudas económicas no son millonarias ni mucho menos, pero sí acompañan al sector. Una convocatoria de 140.000 euros para ayudas ayudas a empresas de artes escénicas, entre ellas los tablaos, o de espectáculos coreográficos en 2023/24; o 400.000 euros para impulsar y posicionar los tablaos madrileños como espacios turísticos y culturales para este año 2025. Además de festivales y concursos de flamenco organizados por la administración autonómica como Suma Flamenca, el Festival de la Guitarrra de reciente creación o el Cante Silla de Oro de Leganés. La apuesta del Gobierno regional tiene algo de identitaria con un arte asociado a "lo español", pero sobre todo tiene mucho de atracción turística e interés económico.

La Copa Pavón, entregada en el Teatro Pavón de Madrid en 1925 al cantaor Manuel Vallejo, expuesta en 'Flamenco Chipén', exposición de 2024 que repasaba la historia del flamenco en Madrid. / Jonás Bel / Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid
Confluencia en Madrid
En la compañía de María Pagés, como la de otros bailaores también instalados en la capital, han crecido varias generaciones de bailaores de procedencia diversa, y no necesariamente conectados con Andalucía. ¿Ser flamenco sin pasar por Andalucía? Romero recuerda que este fenómeno no es nuevo, sino que se ha dado a lo largo de todo el siglo XX. Lópeh también, y matiza: "Se ha dado mucho sobre todo en el baile y en la guitarra: Antonio Gades, Carmen Amaya, Sabicas, El Güito, Ramón Montoya, Pilar López, Vicente Escudero... La lista es larga. En el cante es más difícil que se dé, aunque ahora mismo, muchos de los mejores cantaores jóvenes no son andaluces, sino extremeños, manchegos o murcianos", explica Pedro Lópeh.
Romero observa, además, que no es solamente el apoyo institucional: una fuente de trabajo para los artistas que remiten a otro tiempo, las fiestas privadas -antaño, organizada por los señoritos y ahora, por empresas y grandes marcas- vuelve a resurgir, igual que los patrocinios. También los tablaos, que cuentan con un apoyo económico institucional sin precedentes y que comienzan a buscar nuevas fórmulas artísticas muy atractivas para bailaores con mayor reconocimiento.
Es el caso de María Moreno (Cádiz, 1986) y David Coria (Sevilla, 1983), dos bailaores cuyo trabajo les ha animado a instalarse en la capital. En el caso de Moreno, ahora lo hace de manera intermitente. "Llevo dos años prácticamente entre Sevilla y Madrid y no es algo buscado, se está dando así", dice. Tanto, que después de haber estrenado sus tres primeros espectáculos siempre en la Bienal de Flamenco de Sevilla, su nuevo trabajo se verá por primera vez en Madrid esta próxima primavera. "Madrid me está llamando muchísimo", dice.
Ana Morales (Barcelona, 1982), Premio Nacional de Danza en 2022, con una carrera ya consolidada, no ha cambiado su ciudad de residencia, pero admite que ahora viene más a trabajar a la capital. "Hay más flujo creativo", afirma.
En un segundo nivel, los tres citan un tejido industrial relacionado con espacios más pequeños. Algunos ejemplos son el Círculo Flamenco de Madrid -que programa en el Teatro Flamenco de Madrid-, el Centro Cultural Flamenco de Madrid o tablaos como El Corral de la Morería. "Te dan libertad de hacer el espectáculo que tú quieras, elegir los músicos que puedes llevar, encontrarte con el público... Esto no pasa en los tablaos tradicionales", afirma Morales.
La batalla cultural (e identitaria)
Ninguno de los entrevistados para este reportaje niega que este renovado apoyo institucional al flamenco tenga tintes ideológicos. "Desde Madrid se está intentando renacionalizar el flamenco, una cosa que se hace de manera periódica", dice Lópeh. "Está todo trufado de ideología". La batalla cultural, en cualquier caso, no sólo se libra desde Madrid; Lópeh es también crítico con la actitud de las instituciones andaluzas. "La reapropiación que ha hecho Andalucía de algunos elementos culturales de forma un poco forzada no se puede pasar por alto", recuerda. "De repente se nos ha olvidado que el flamenco es un fenómeno global, que no se entiende sin países como Francia o como Estados Unidos, que es una industria y que los artistas buscan trabajo en todas partes del mundo".
Romero asiente y añade: "El flamenco, desde que es flamenco, parece que sólo gusta a las derechas. Los responsables políticos de izquierda no trabajan este espacio, hablan mucho de las guerras culturales pero no las luchan y luego se sorprenden de perder una tras otra". Romero cree que, en cualquier caso, "los flamencos llevan mucho tiempo haciéndole quiebros a esto".
Esta batalla cultural marca el desarrollo creativo. Los tres artistas entrevistados recuerdan que la falta de medios condiciona mucho las creaciones finales. Entre sus reclamaciones sigue estando un mayor apoyo a la creación, con la apertura de los teatros para poder ensayar, que se institucionalice la figura de artistas asociados a los teatros públicos o las residencias técnicas.
Los artistas rechazan la utilización política del flamenco, "no es justo para un arte de esta envergadura", se queja David Coria-, pero admiten que beneficia su trabajo. "El flamenco sigue necesitando de mucha visibilidad y apoyo, está bastante abandonado. Si estas peleas políticas lo acercan al público, algo bueno sale. Hay mucho trabajo por hacer y un marco legal que seguir mejorando".
En cualquier caso, el peligro del incipiente apoyo es la falta de continuidad en el tiempo. "Cuando las cosas dependen de la política no se puede esperar mucho", reflexiona Moreno. "Tendremos que ver con el tiempo si este movimiento se consolida".
Una renovada afición
El apoyo institucional se mueve en una dirección en la que parece haber un público deseoso de que ocurra. El Ballet Flamenco de Andalucía, primera compañía programada en el Centro de Danza Matadero, ha estado en cartel diez días con las entradas vendidas para todas las fechas. Lo mismo pasó con el debut, en los Teatros del Canal, del Ballet Español de la Comunidad de Madrid, en octubre de 2024, y ocurre con la mayor parte de los espectáculos programados en la Suma Flamenca, el principal festival de la Comunidad de Madrid que tiene como sede principal los Teatros del Canal.
Pero además, está naciendo una afición flamenca incipiente que busca otro tipo de espacios. "Muchos son gente que tiene interés y quiere conocer más, es como una afición en ciernes", explica Lópeh. Él lo sabe bien, porque muchos le contactan a través de su pódcast El café de Silverio, o acuden a su festival La fiebre del cante, que se organiza desde 2021 una vez al año.
Romero apunta a una nueva peña en Carabanchel y otra naciente en Lavapiés. La presentación del libro Candela. Memoria social de un Madrid flamenco, de Jacobo Rivero, fue justamente el punto de encuentro para un grupo de personas como las que describe Lópeh -autor del prólogo del libro-. Celebrada en el Teatro del Barrio, desde aquel encuentro el pasado mes de enero comenzaron a intercambiar correos y a reunirse y después de varias semanas está naciendo una nueva peña flamenca en Lavapiés, que tendrá su propio desarrollo en función de lo que decidan sus socios -las peñas funcionan como asociaciones culturales-, pero que está fuertemente inspirada en la experiencia de La Bambera de Sevilla.
"Colaboramos por amor al arte, tenemos cero experiencia", admite Eugenia Warleta, vicepresidenta de la peña de Lavapiés. "Somos gente de la calle que nos gusta el cante flamenco y sentimos que nos estamos quedando sin espacios para poder escucharlo, más allá de los teatros". Aunque aún no tienen sede y están todavía en los trámites para legalizarla, Warleta insiste en la ilusión de los involucrados, que no necesariamente son vecinos pero sí son público que quiere conocer más y mejor flamenco.