EXPOSICIONES

Picasso en 100 grabados: la 'Suite Vollard' regresa al Museo ICO de Madrid después de 13 años

La serie, una de las más personales del malagueño, vuelve acompañada por algunos de los artistas que redefinieron el grabado en España durante el siglo XX

La sala principal de 'La Suite Vollard de Picasso y el grabado en la Colección del Museo ICO'

La sala principal de 'La Suite Vollard de Picasso y el grabado en la Colección del Museo ICO' / JULIO CÉSAR GONZÁLEZ

Madrid

Pensar en Pablo Ruiz Picasso es pensar en el Guernica o en Las señoritas de Avignon. Quizás también en alguno de sus autorretratos cubistas o en la recreación de Las meninas de Velázquez. No es tan común rememorar sus grabados, a pesar de que fue considerado uno de los mejores grabadores de la época. Picasso se dedicó de manera constante a esta disciplina en prácticamente todas sus etapas artísticas, desde 1899 hasta 1972, creando alrededor de 2.200 impresiones, todas fechadas, que sirven como un diario íntimo del malagueño.

Una de las series más importantes de Picasso —y del grabado contemporáneo— es la Suite Vollard. Compuesta por cien obras realizadas entre 1930 y 1937 —con mayor producción durante los años 33 y 34—, nace de la colaboración entre el galerista Ambroise Vollard y el artista, que realizaron un intercambio amistoso y comercial entre ellos: Vollard se haría con ella en 1937 a cambio de un número de pinturas de su propiedad que Picasso quería incluir en su colección privada. Este compendio de obras llega ahora al Museo ICO de Madrid más de una década después de que fuese expuesta por última vez en la capital. Lo hace en una doble exposición, La Suite Vollard de Picasso y el grabado en la Colección del Museo ICO, en la que aparecerá acompañada por una selección de 54 grabados y 8 pinturas de artistas españoles de la segunda mitad del siglo XX como Eduardo Arroyo, Rafael Canogar, Manolo Valdés o Juan Genovés, además de las series Nueve animales nocturnos de Miguel Ángel Campano (Premio Nacional de Artes Plásticas en 1996) y Colección Dadá de Fernando Bellver (Premio Nacional de Arte Gráfico en 2008).

Fotografía de la sala donde se expone la 'Suite Vollard' de Picasso.

Fotografía de la sala donde se expone la 'Suite Vollard' de Picasso. / JULIO CÉSAR GONZÁLEZ

La exposición, comisariada por Gonzalo Doval, del Área de Arte de la Fundación ICO, está compuesta por obras adquiridas por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) en los 90. Dividida en distintos bloques temáticos, explora la evolución de las obsesiones de Picasso: Temas varios, El taller del escultor, La batalla del amor, El Minotauro, Rembrandt, El Minotauro ciego y Retratos de Ambroise Vollard. En la presentación de la muestra, Daval explicaba que por primera vez los grabados están dispuestos en orden cronológico, una manera de mostrar la evolución en las distintas técnicas utilizadas por el artista en este arte, tales como el aguafuerte, el aguatinta, el buril o la punta seca.

Un diario íntimo de Picasso

Cuando aparecieron los grabados de Temas varios, la primera parte de la serie de la Suite Vollard, cuando esta todavía no tenía nombre ni dueño —no fue un encargo del mercante de arte, se acabó nombrando una vez terminada—, fue considerada una involución de Picasso. Como explicaba Doval, por aquel entonces el pintor se encontraba en plena etapa cubista, por lo que se consideraba que las líneas sencillas de estas primeras tablas de grabados no estaban a la altura. Pero el artista no necesitaba el reconocimiento: utilizaba esta disciplina como diario de emociones, para plasmar más allá del dibujo aquellas obsesiones que le atormentaban —o le alegraban, según se mire— en el momento.

Una de las obsesiones permanentes fue su relación con Marie-Thérèse Walter, una joven de 17 años que el pintor conoció cuando tenía 51. Ya aparece en la primera etapa del compendio, pero ocupará el papel protagonista en las dos siguientes, El taller del escultor y La batalla del amor. La primera de ellas muestra la relación entre un artista, la modelo y su obra, y aparece cuando Picasso estaba practicando la escultura: “Picasso está desarrollando esculturas a gran escala cuando realiza estos grabados. Unas esculturas de un estilo muy distinto, casi surrealista. En las estampas de esta sección siempre se ve al escultor, un hombre maduro que le simboliza a él y una modelo joven, que sería su amante, y ambos contemplan la obra”.

Una de las láminas expuestas en las que se ve al escultor, la modelo y la escultura.

Una de las láminas expuestas en las que se ve al escultor, la modelo y la escultura. / SUCESIÓN PABLO PICASSO, VEGAP | ICO

Contaba Doval que Walter no era una mujer con gran afán intelectual, por lo que al principio estaría entusiasmada con la idea de relacionarse con un artista, pero según avanza la dinámica entre ambos, esta emoción acaba disminuyendo. Solo hace falta echar un vistazo a los grabados: primero aparece una modelo algo distanciada del artista que mira la escultura con gran atención. Conforme avanza el tiempo -y la exposición-, los protagonistas están cada vez más cerca, hasta llegar a encontrarse uno en los brazos del otro, pero la modelo ya no mira la obra. Es precisamente esta complejidad entre la relación de ambos la que se muestra en La batalla del amor, cinco grabados que se concibieron a la vez que El taller del escultor y en los que explora el conflicto de manera “mucho más agresiva”.

A pesar de la dificultad, la pareja avanza, tienen una hija y Picasso comienza a atravesar una crisis personal y artística que le deja a oscuras: “El minotauro es un personaje psicológico monstruoso, mitad hombre mitad monstruo, con el que Picasso se identificó mucho. Se identificaba con su fuerza, con el respeto y el miedo que inspiraba, incluso, pero también con su incomprensión y su abandono”, aseguraba el comisario. El Minotauro aparece dos veces en la Suite Vollard, en El Minotauro ciego, el artista muestra a este ser mitológico guiado por una niña hacia un futuro mejor. Según Doval, el Minotauro es Picasso. La niña, Marie-Thérèse.

“Al principio, muy acorde con el desarrollo de su relación con Marie-Thérèse, el Minotauro aparece en escenas festivas, presentado como un ser vigoroso, animado, acompañado por otras personas. Luego, cuando la relación empieza a apagarse, este ser vuelve a reflejar la relación de dominación hacia las mujeres que Picasso tenía con todas sus amantes: aparece, por ejemplo, encima de otras mujeres”.

El grabado después de Picasso

La segunda mitad de la exposición está en la planta baja del Museo ICO. En ella, las obras de artistas españoles que dominaron el grabado después de Picasso: “La Suite Vollard es una de las cumbres del grabado del siglo XX y probablemente de la historia del arte, pero no es lo único. Después, el grabado ha seguido evolucionando y todos los artistas posteriores a Picasso han seguido trabajando. La idea es también mostrar esto”, decía Doval, añadiendo que la intención de esta parte de la muestra es establecer un diálogo entre Picasso y los artistas que redefinieron el arte español en el siglo XX. “Las obras expuestas, muchas de ellas premiadas con el Premio Nacional de Artes Plásticas, muestran cómo el grabado ha sido un vehículo de expresión fundamental a lo largo de las décadas”.

La segunda parte de la exposición, donde se muestra la Colección del Museo ICO.

La segunda parte de la exposición, donde se muestra la Colección del Museo ICO. / JULIO CÉSAR GONZÁLEZ

Estos últimos grabados no habían sido expuestos hasta ahora. No se sabe si estos artistas también han utilizado esta disciplina a modo de confesionario o si sus relaciones han seguido la línea de las de Picasso. Sea como sea, la Colección Dadá de Bellver, de 2008, es capaz de dialogar, al menos en parte, con la Suite Vollard de Picasso, funcionando como puente entre ambas exposiciones, literal y figuradamente, ya que se encuentra situada en la rampa que conecta ambas plantas. Son grabados inspirados en la figura de ciertos surrealistas, entre ellos Man Ray, quien fue amigo de Picasso. Lo de que dialogan está cogido con pinzas, dice el comisario: “La relación es un poco forzada, pero a mí me hizo gracia y la puse aquí”. Que cada cual juzgue por sí mismo: La Suite Vollard de Picasso y el grabado en la Colección del Museo ICO estará en el museo hasta el 20 de julio y la entrada es gratuita.