EXPOSICIÓN

Moda, plástico, leds o llantas de coche: Joana Vasconcelos transporta a la modernidad el clasicismo del Palacio de Liria

Las piezas de la artista portuguesa se integran en el edificio y dialogan con los cuadros de los grandes maestros de la colección de la Casa de Alba

La pieza de Joana Vasconcelos 'Valkyrie Thyra', en la escelnata del Palacio de Liria.

La pieza de Joana Vasconcelos 'Valkyrie Thyra', en la escelnata del Palacio de Liria. / Juan Rayos

Madrid

Este jueves se inauguraba en el palacio de Liria —con presencia del rey Felipe VI incluida— Flamboyant, una exposición en la que, hasta el próximo 31 de julio, más de cuarenta piezas de la artista portuguesa Joana Vasconcelos se integran en las salas más representativas de la residencia de la Casa de Alba y conversan con obras que tienen varios siglos a sus espaldas.

La muestra, que ha supuesto un año de trabajo, tiene especial relevancia para la institución, que este año celebra el cincuenta aniversario desde su creación. "Las obras de Vasconcelos se presentan junto a las de Goya, Rubens o Tiziano, algunas de las cuales tienen quinientos años de antigüedad. A pesar de ello, pasado y presente conviven hasta el punto de que parece que lleven aquí toda la vida", explicaba Álvaro Romero Sánchez-Arjona, director cultural de la Fundación Casa de Alba, que destacaba el compromiso que dinastía ha tenido tradicionalmente con el arte contemporáneo, porque "como mecenas, los Duques de Alba han apoyado a los artistas de su época, que eran los que hacían el arte contemporáneo de ese momento".

Las piezas de Vasconcelos dialogan con las obras de arte más antiguas que posee la Casa de Alba.

Las piezas de Vasconcelos dialogan con las obras de arte más antiguas que posee la Casa de Alba. / Juan Rayos

Fuera de escala

La primera pieza de Flamboyant que se encuentra el visitante es Solitario#1, un monumental anillo construido con llantas doradas de ruedas de automóviles y coronado con una pieza hecha de cristales, que se iluminan por la noche. Este juego con la escala, tanto de lo representado como del entorno en el que están colocadas las obras, resulta una constante en la exposición de Vasconcelos, cuyas creaciones están, en unas ocasiones, a punto de desbordar algunas de las estancias y, en otras, hacen que el resto del mobiliario parezca, más que parte de un palacio, de una casa de muñecas.

Así sucede también con Valkyrue Thyra, gigantesca pieza colocada en la escalera de subida del edificio, realizada para el desfile de Dior de esta temporada y que está fabricada con telas procedentes de los vestidos de esa misma colección. Otra de las obras relacionadas con la maison de moda francesa es J’Adore Miss Dior, un enorme lazo compuesto por miles de leds e inspirado en uno de los adornos del frasco de perfume Miss Dior. Una pieza que no solo juega con las diferentes escalas, sino con la paradoja de haber convertido un elemento textil, blando y maleable, en una pieza escultórica de grandes dimensiones, rígida y que además cambia de color pasando del rojo al rosa y viceversa.

'J'Adore Miss Dior', otra de las piezas que se exhiben en el Palacio de Liria.

'J'Adore Miss Dior', otra de las piezas que se exhiben en el Palacio de Liria. / Juan Rayos

Más allá de su buen encaje en la fastuosidad estética del Palacio de Liria, la mayoría de las obras que conforman Flamboyant tienen un concepto detrás que explica su razón de ser y justifica su ubicación en una determinada sala. Entre los miles de volúmenes de la biblioteca, por ejemplo, el visitante puede ver una enorme lámpara ornamentada con decenas de pendientes de plástico de colores, comprados por la artista en Valencia y que dan ese toque de españolidad que hace referencia a algunos de los libros y documentos que se muestran en la sala. Entre ellos, la Biblia de la Casa de Alba, una carta de Cristóbal Colón y, muy especialmente, una serie de cartas en las que Prosper Mérimée, amigo de la familia, anuncia que está trabajando en una nueva ópera a la que llamará Carmen.

La lámpara compuesta por pendientes de plástico que luce en la biblioteca del Palacio de Liria.

La lámpara compuesta por pendientes de plástico que luce en la biblioteca del Palacio de Liria. / Juan Rayos

Por su parte, la capilla del edificio, calificada por Vasconcelos como "el corazón del palacio", expone suspendido del techo Flaming Heart, un corazón de tonalidades rojas dedicado a María Magdalena y que también "simboliza el amor y la familia". En ese mismo piso, unos metros más adelante, el visitante encontrará Piano Dentelle #3, instrumento cubierto de una labor de ganchillo realizada a mano por artesanos de las Islas Azores. "No toco el piano, pero los intervengo", advertía Vasconcelos, que destacaba cómo su aportación al objeto "no le hace perder su funcionalidad pero le da una nueva identidad que lo convierte en una obra de arte".

La mujer como hilo

La mujer y sus esfuerzos para liberarse de los estrictos códigos sociales que la han aprisionado a lo largo de la historia es uno de los temas que conectan muchas de las piezas de Flamboyant. Una reivindicación en la que también son muy importantes los materiales elegidos para realizarlas.

La pieza de Joana Vasconcelos inspirada en los zapatos de Marilyn Monroe.

La pieza de Joana Vasconcelos inspirada en los zapatos de Marilyn Monroe. / Juan Rayos

Por ejemplo, las ollas de aluminio con las que ha construido dos enormes zapatos de tacón inspirados en los utilizados por Marilyn Monroe cuando la actriz fue a actuar ante las tropas estadounidenses en Vietnam y que, para la artista, son "como dos zapatos que ha abandonado una princesa antes de salir corriendo". Un par de esculturas que, para Vasconcelos, combinan dos de los roles que desarrollan las mujeres contemporáneas en su vida cotidiana: el de encargada de las tareas domésticas y la de profesional en su campo laboral.

El pelo es otro de los materiales inusuales que la creadora portuguesa emplea en Perruque, una escultura de madera realizada artesanalmente que se expone en la habitación en la que está el retrato de la Duquesa de Alba realizado por Goya y el escritorio que perteneció a Napoleón. Una pieza que recuerda aquellos tiempos en los que las mujeres estaban obligadas a usar pelucas, no tanto por su deseo de hacerlo sino por la imposición de su entorno.

En el jardín, la enorme tetera inspirada por Catalina de Braganza.

En el jardín, la enorme tetera inspirada por Catalina de Braganza. / Juan Rayos

Realizada con hierro forjado, la última pieza de la muestra es también un homenaje a una mujer que, a pesar de su poder, fue infeliz por sus ideas innovadoras y disruptivas: Catalina de Braganza. Se trata de una gran tetera colocada en el jardín del edificio a la que pueden entrar hasta ocho personas para tomar el té, bebida que popularizó esa reina cuando llegó a la corte inglesa. "Catalina de Braganza era una mujer muy criticada por los ingleses, que no entendían sus costumbres. Vestía de negro porque era muy religiosa, comía unos extraños frutos que no eran más que naranjas, acostumbraba a bañarse con frecuencia y tomaba una bebida oscura que no era otra cosa que té, aún no demasiado popular en Inglaterra", explicaba Vasconcelos que, a pesar de esa complicada situación, destacaba el amor que la reina sentía hacia su esposo, Carlos II de Inglaterra, del que se ocupó devotamente cuando enfermó: "cuando se recuperó, en agradecimiento a sus atenciones, el rey decidió acompañarla todas las tardes a las cinco para tomar el té con ella".