ROSTRO DEL CINE DE LA TRANSICIÓN
Josele Román vuelve al teatro y tiene nueva serie en camino: "Hacer rock fue una descarga. Con un papelillo en el cine no podía desplegar todo mi talento"
La actriz valenciana, una de las caras más queridas del cine del destape, acaba de rodar la serie de Amazon Prime 'Cochinas' y este sábado estrena en el teatro Victoria la comedia 'La vidente'

La actriz Josele Román, que estrena este sábado 'La vidente' obra en el teatro Victoria. / Cedida
Josele Román (Valencia, 1948) pertenece a ese grupo selecto de actores que, habiendo asumido poquísimos roles protagonistas, están en el imaginario colectivo de varias generaciones de españoles. Valenciana de nacimiento, se afincó en Madrid a los ocho años, misma edad a la que fue depositada en un internado de monjas en el que permaneció hasta los quince. Ya entonces se pirraba por el baile y la interpretación, aunque no debutó en la farándula hasta que su madre conoció a través de una periodista a Conchita Montes, quien le ofrecería un pequeño pero simpático papel en una obra suya titulada La dama de Maxim. Luego la vio actuar el dramaturgo Juan José Alonso Millán, que se enamoró de su vis cómica innata y no solo la sumó al elenco de Pecados conyugales, sino que también se empeñó en que estuviera en la cinta basada en la obra de teatro homónima.
Desde ese momento, Román se fue abriendo paso en la pantalla, donde solo en la década de los setenta rodó varias decenas de filmes más o menos memorables. Y cuando se cansó de interpretar siempre el mismo tipo de personajes, puso en pausa su carrera actoral para centrar sus esfuerzos en otra de sus pasiones, la música rock. “Esto ha sido para mí como una droga. Perdí todo el dinero del cine y hasta tuve que vender una casa para poder alquilar locales y comprar equipos”, confiesa la intérprete, que ahora protagoniza y dirige una obra, La vidente, que permanecerá en cartel en el madrileño teatro Victoria hasta finales de febrero.
P. Está de estreno estos días.
R. Sí. La obra que estreno trata de una vidente, a quien yo misma interpreto, que le dice a unos clientes que les va a suceder algo. Ellos se obsesionan con eso que les he dicho y no paran de hacer cosas hasta que lo provocan. La obra es una comedia muy divertida, con cinco números musicales. Los temas son míos y el texto lo he escrito yo. La estrené en su día en el Teatro Arlequín y gustó mucho.
P. También acaba de rodar la serie de Amazon Prime 'Cochinas'.
R. Sí. La protagonista es Malena Alterio, que hace de una ama de casa que tiene un negocio de videoclub junto a su marido. Cuando este cae enfermo, ella se tiene que hacer cargo del negocio sola, pero el videoclub no va bien y entonces decide alquilar películas porno. Mi personaje, una actriz de cine mediocre que tuvo como amantes a algunos productores y hasta hizo cine erótico, se convierte en la primera socia de ese videoclub.
P. ¿Qué tal se lleva usted con el mundo de la pornografía?
R. A mí la pornografía no me interesa. Nunca me interesó lo que hacen los demás, sino lo que hago yo [risas]. Creo que el sexo tiene que ser algo íntimo, a menos que seas un exhibicionista. Comprendo que el cine porno tiene que existir, igual que existen otras cosas, pero nunca me ha interesado. El destape, en cambio, no me molestaba tanto.
Esas escenas que son algo escabrosas no me gustan. Al final, a una actriz le molesta estar rodando eso, que un tío que no te gusta nada te esté palpando o se ponga encima de ti"
P. En su día hizo cine de destape. ¿Le daba apuro despelotarse frente a la cámara?
R. A mí, no. Aquello era como lo de esas mujeres que posaban para pintores como Rubens hace siglos. No sé a qué viene tanto rollo con el destape. Aunque esas escenas que son algo escabrosas no me gustan. Al final, a una actriz le molesta estar rodando eso, que un tío que no te gusta nada te esté palpando o se ponga encima de ti. Una compañera de rodaje me preguntó el otro día si yo tenía problema en rodar alguna escena erótica, y le dije que no, que cuando interpreto un personaje no tengo problema con nada. Más bien al contrario, aquello es una droga de evasión, porque esa no soy yo en ningún momento. Para mí, todo es mecánica.
P. Una vez, en aquella época de la que hablamos, dijo que para trabajar en el cine se necesitaba tener unas buenas tetas.
R. Hablando del cine de destape, cuanto mejor fueran tus tetas, mejor. Pero a mí no me ponían a hacer mucho destape. Yo era más bien cómica, puesto que era delgadita y tampoco resultaba exuberante. Para exuberantes ya tenías a Bárbara Rey, Ágata Lys, Sara Mora... quienes además están encantadas de haber hecho el cine que han hecho. Aquel cine era de destape y de humor. Donde más me destapé fue en las películas que hice con los italianos. Por ejemplo en Es pecado... pero me gusta, una coproducción que rodé en la Costa Brava. Luego me llamaron para hacer otra película en Roma, titulada De criada a señora. En las dos, por cierto, trabajaba con Carmen Villani, que era presentadora, cantante y actriz, una especie de Raffaella Carrà.

Josele Román, con José Sacristán en 'Manolo, la nuit' (1973). / ARCHIVO
P. ¿Cree que su vis cómica ha sido un lastre para hacer otro tipo de papeles?
R. No lo creo. Fernán Gómez, Pepe Sacristán... todos estos actores españoles que hicieron comedia se dejaron después una barba y se pusieron muy serios, como si se avergonzaran de haber hecho tanta comedia. No considero que la comedia sea un género inferior a otro. De hecho, creo que es más difícil hacer comedia que drama. Yo no me he sentido encasillada por la comedia, sino por el tipo de papeles que me daban. El personaje siempre era el mismo, el de la criadita o la putita graciosa. Tampoco era por hacer de señora, porque si se va a tratar de una señora aburrida, prefiero mil veces a la criada, me parece más divertida. Es que había cada papel de mujer casada… De esas con un marido que es el que se va a Torremolinos y a todas partes, y se lleva de calle a las suecas, mientras que ella no hace otra cosa que esperar en casa. No es lo mismo eso que hacer de la dueña de un garito en el que se vende droga, como yo hice en Shacky Carmine. Una mujer no tiene por qué hacer siempre de madre por el simple hecho de ser mayor.
P. Se habla mucho de las mujeres que han sufrido acoso por parte de productores y directores. ¿También había actrices que perseguían a los productores?
R. Pues claro, había de todo. Siempre ha habido actrices que cedían a todo y que eran ligeras de cascos. Yo he visto a algunas actrices entrar en un rodaje y, sin venir a cuento, darle un morreo al director, que igual era un hombre serio y se quedaba pasmado. Te hablo de algunas que se creían muy atractivas y pensaban que todos iban a ir detrás de ellas. Pero esto es algo que pasa en el cine y en la calle, ¿me entiendes? Aunque también hay frescos. Recuerdo que una vez fui a hacer una prueba con mi hermana, que no era actriz ni nada. Buscaban chicas para hacer de camareras antiguas, de esas con mucho escote. Nos hicieron enseñar las tetas a todas, y luego encima ni nos cogieron para el papel. Estaban allí todos riéndose de las chicas y pasándolo bien. Eso no se hace.
P. Tengo entendido que Nadiuska le robó el papel que usted iba a interpretar en 'Zorrita Martínez', de Vicente Escrivá.
R. A mí me dijo Vicente Escrivá que me había escrito un papel para hacer Zorrita Martínez, que yo iba a ser la protagonista. Pero resulta que al final lo hizo Nadiuska.
P. ¿Y nunca le recriminó aquello?
R. No le dije nada porque soy una persona que no se preocupa por nada. No me fastidió, pero sí me sorprendió. He hecho alrededor de noventa películas, y entonces tenía mucho trabajo. Encima le hice a Vicente una canción, que le encantó, para la película Visanteta, estate quieta. La letra era de él, pero recuerdo que la vi un día en el guion y se me ocurrió una música para el tema. Entonces encontré un estudio barato, conseguí un pianista y le dije "haga esto y lo otro". Estaba cantando la canción cuando entró Vicente, que estaba grabando en ese mismo estudio la música de su película, música que era de Jesús Glück, y preguntó "¿quién está cantando mi canción?". Al final quitó la música de Glück para poner la mía. Dijo: "Es que la de él es muy triunfalista y, además, la ha copiado de El Fallero". La mía, en cambio, era muy mediterránea, muy envolvente.
P. ¿Le sirvió como premio de consolación que Escrivá la describiera como “la mejor actriz española”?
R. Dijo en televisión: "No la conocéis, pero ya la conoceréis". A Vicente le perdoné lo de Zorrita Martínez porque me dio muchas películas y porque, además, ya sabía más o menos lo que había pasado ahí. Es que Nadiuska era muy conquistadora. Ella entraba a conquistarlos a todos.
Me encontré a Almodóvar una vez. Me dijo: 'Qué bien estás, Josele. Te veo igual'. Y le respondí: "Pues a ver si, ya que estoy tan bien, me llamas para trabajar [...] ¿Y crees que me llamó?".
P. ¿A qué otros trabajos podría referirse como ‘lo que pudo ser y no fue’?
R. Me extrañó mucho no llegar a trabajar con García Berlanga, que era valenciano como yo. Sí trabajé en cambio con Eloy de la Iglesia. Menudas películas hacía Eloy, con gente auténtica. Y con Almodóvar hice un cortometraje de mucho éxito, que se titulaba Tráiler para amantes de lo prohibido. Ya luego no volvió a llamarme. No sé por qué no he vuelto a trabajar con él. Me lo encontré una vez en la sala Arena, en un 'En plan travesti'. Me dijo "Qué bien estás, Josele. Te veo igual". Y le respondí: "Pues a ver si, ya que estoy tan bien, me llamas para trabajar". Me contó que sí lo haría, y que en ese momento estaba escribiendo Los abrazos rotos. ¿Y crees que me llamó? Es un misterio esto, porque al público le gustó mucho nuestro corto, pero bueno…
P. Una vez comentó: “Soy muy rebelde en mi trabajo, no puedo ni con que me dirijan”. ¿Les ha dado mucha guerra a los directores?
R. No tanto como Terele Pávez o María Luisa Ponte, a las que tenían miedo [risas]. No es que sea rebelde con los directores… Yo de los movimientos y la técnica, por ejemplo, no entiendo nada, pero en el tema de la interpretación, hay veces que algunos directores se ponen un poquito pesados. Soy obediente con los directores y hago lo que me dicen, pero luego interpreto como quiero. Un actor coge un personaje que está escrito y le da su voz, su movimiento, su respiración… le da todo. Si el actor no existiera, se tendrían que vender los guiones en la puerta del cine. Sin el actor, no harían nada ni el director ni nadie. Los directores deberían darles a los actores más importancia de la que les dan. Ahora no quieren contar con estrellas ni nada. El director es el astro rey, pero las estrellas tienen luz propia. Y a lo mejor brilla mucho, como le pasaba a Anna Magnani, y ya solo por eso la gente va al cine. Y tampoco hace falta que sea guapa. Ahí tienes a Liza Minnelli, por ejemplo. Hay actrices guapas que también son graciosas, pero parece que esto tampoco funciona aquí. Todas tenían que ser gorditas y del tipo Laly Soldevila, Rafaela Aparicio, Florinda Chico... Pero bueno, ¿qué te pasa? ¿Es que solo te ríes con las gordas? Porque ahí tienes a mujeres como Shirley MacLaine, que era graciosísima, guapa y con tipazo. Parece que aquí se ríen de la persona, en vez de reírse del humor que ellos mismos escriben. Estamos con unos tópicos que, tan inteligentes como son, no consiguen quitarse de la cabeza.
P. Es un poco triste esto, sí.
R. Eso es una tristeza. Tanto como hablan del feminismo y el machismo… ¿Pero de qué vas? Si resulta que tú eres el primero que ponías a Ágata Lys a pintarse el pelo de color negro para que fuera ‘una actriz seria’, cuando ella iba de rubia porque le daba la gana. En nuestro cine, a las rubias se las veía como monigotes. Hay mucha hipocresía. Algunos hacen ver que se preocupan por ese tema, cuando en realidad les importa una mierda. Les oyes hablar del feminismo y te suena falso. Te dan ganas de decirles: "Mira, ni tan maduro ni tan verde. ¡En su punto, guapo!". Yo soy una mujer y no quiero ser un hombre, pero si otras sí lo quieren, por mí encantada. Que cada uno haga lo que le dé la gana. Aquí, sobre todo en la política, se están aprovechando de todo. "Tú te vas a acostar con ese, yo te lo voy a permitir". ¡Pero qué me vas a permitir tú a mí! A mí dame un trabajo, una casa, permite que mis hijos puedan comer,... Y luego ya me acostaré yo con quien quiera, porque eso es algo en lo que tú no te tienes que meter. Se aprovechan de todo y se meten donde no les importa. Nos tratan como a tontos, como diciendo "Estos tragan con todo".
P. Retomando el tema sobre su carrera, ¿cómo se pasó a la música?
R. Estaba aburrida de hacer siempre el mismo tipo de papeles. Tenía insuficiencia artística. Interpretar me encanta, pero quería hacer papeles protagonistas de mujer autónoma, por ejemplo una empresaria cutre. Es que las mujeres nada más que servimos para hacer de madre, abuela o novia… Ponerme a hacer rock fue para mí una descarga. Con un papelillo en el cine no podía desplegar todo mi talento ni la energía que tengo, que es bastante. Si no la tuviera, de hecho, igual haría boleros en vez de rock.
¿Es que por ser mujer no puedo hacer rock? Solo quieren moñas, de los que cantan "Ay, que me ha dejado, qué pena tengo y qué triste estoy". Siempre están con el amor y el desamor"
P. Pero tampoco se ha sentido valorada como cantante.
R. No, ni como cantante ni como compositora. Mis temas los preparaba desde la base con el piano, que aprendí a tocar de pequeña, con la melodía, la letra, etc. En el mundo de la música es donde más prejuicios he encontrado. Hispavox me quería grabar un disco. Me presentaron un montón de maquetas, pero les dije "No, si yo ya tengo temas". Y entonces me dijeron adiós, muy buenas. Por componer ya no me contrataron. "Pero es que esto es rock", me decían. ¿Y qué? ¿Es que por ser mujer no puedo hacer rock? Solo quieren moñas, de los que cantan "Ay, que me ha dejado, qué pena tengo y qué triste estoy". Siempre están con el amor y el desamor. Todo el día están igual. Ahora hasta los chicos son moñas. Todos parecen ángeles, como el tal Pablo Alborán. Pues a lo mejor resulta que las apariencias engañan.
P. Aun así consiguió montar varios grupos.
R. Sí, hasta cinco o seis grupos. Todos con tías, porque yo lo quería así. El primer grupo se llamaba Epidemia, porque queríamos ‘contagiar’. Los primeros eran algo más punk, y luego ya más de rock duro, porque sabíamos tocar mejor. Pero no he vivido nunca de la música. La música no me ha dado nada, aunque por ahí hay gente que toca temas míos. Nosotras no teníamos actuaciones. Pero vi que no éramos las únicas. Son muchos los grupos de rock de tías que han ido desapareciendo. No las quieren, sobre todo cuando se trata de rock duro. Estuve retirada del cine una temporadita, y luego me llamaron también para hacer teatro. En teatro he hecho algunos personajes buenos, aunque siento que mi gran personaje está todavía por llegar. Lo mismo escribo letras de canciones que guiones.
P. ¿Y sus memorias no se animaría a escribirlas?
R. Si yo tuviera que contar la verdad… Porque para callarme, mejor no lo hago. Hay cosas muy fuertes que me han pasado, sobre todo con los grupos de rock que tuve. Te pasan cosas agradables y cosas terribles, pero es que la vida es así. Y tú tienes que ir sorteando obstáculos. Soy una persona optimista que va haciendo surf sobre la marea. Como te preocupes demasiado por las cosas, ya estás en el pozo. A veces piensas ‘¿Por qué me ha importado tanto esto?’. Pues no. Si alguien no quiere estar conmigo, menos voy a querer yo estar con él.
P. ¿Ha sufrido mucho por amor?
R. Por amor no. A veces me dicen "Qué bien estás, Josele", y yo les respondo "Eso es porque estoy sin usar" [risas]. Desde los 30 años o así no he vuelto a tener pareja. También es que he estado haciendo otras cosas. En realidad no sé lo que pasa. Ni he sido madre, ni abuela. Todavía soy hija, y mis sobrinas me tratan como si fuera yo la loquita de la familia, me riñen ellas a mí.
P. Creo que sigue conviviendo con más de 20 gatos en su casa, cerca de Móstoles.
R. Ahora ya no tengo tantos porque, por desgracia, algunos han muerto y otros han desaparecido. Pero unos 14 sí que tendré. Con ellos tengo tranquilidad y espectadores, porque están todo el día tumbados, observando. Además, los felinos son muy cariñosos e independientes. No están todo el día encima, pero sabes que están pendientes de ti. Como cualquier mascota, te hacen compañía. Ahora vivo sola, pero hace unos años vivía con mi madre, mi hermana y mis sobrinas en un chalé, así que te puedes imaginar que mucha tranquilidad no había en esa casa.
P. Hablando de tranquilidad, ¿cómo superó aquellos serios apuros económicos de los que habló en prensa?
R. Son baches. Aunque ya no sé si lo de esta profesión son baches o más bien turbulencias. Ahora te hago caso y luego no te hago caso, cuando resulta que es el público el que manda. No sé de qué van ahora aquí. Lo de los castings es ya lo que faltaba. Si ahora salieran Marlon Brando o Anna Magnani de su tumba, seguro que también les hacían un casting para trabajar. Yo al menos tengo mi pensión y, por suerte, mi madre le compró una casa a mi hermana y otra a mí después de vender su chalé de la zona de Alfonso XIII. Porque ya te digo que con lo del cine no me he podido comprar una casa, ni tampoco una mansión en Las Vegas, como sí hicieron otros que no trabajan tan bien como yo.
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