MÚSICA

Standstill, al asalto de La Riviera para reencontrarse con un público que nunca se olvidó de ellos

La banda catalana, referente del 'indie' nacional, cierra en Madrid una exitosa gira de reunión con el interrogante sobre cuál será su futuro

Standstill, en un concierto de su actual gira de reencuentro.

Standstill, en un concierto de su actual gira de reencuentro. / Meritxell Rossell

La vuelta de los catalanes Standstill a los escenarios tras casi una década de silencio ha sido un fenómeno que ha superado todas las expectativas. Lo que comenzó como una incógnita —¿seguirá su legado intacto? ¿habrá público esperándolos?— ha terminado convirtiéndose en una reafirmación: el grupo sigue siendo una referencia clave en la escena musical independiente española. En los días previos a su concierto en la sala La Riviera, que sirve de cierre de una gira que les ha llevado por toda la geografía española durante los últimos meses, EL PERÓDICO DE ESPAÑA charló con Enric Montefusco, vocalista y gran motor creativo de la banda, sobre lo que ha significado este reencuentro con sus seguidores, el impacto del tiempo en su música y lo que podría venir después.

Sentado en la habitación del hotel en el que está atendiendo a los medios, Montefusco, cercano y con una serenidad contagiosa a pesar de las obligaciones de la promoción, se sincera: lo que ha ocurrido en estos meses de gira ha superado cualquier expectativa. "Estamos un poco sobrepasados por el cariño que se nos ha devuelto", confiesa, todavía asimilando la intensidad del reencuentro con los escenarios y con su público. "Hasta que no acabe esta primera tirada fuerte, que culmina en La Riviera, no podremos valorar del todo lo que ha pasado".

La respuesta ha sido abrumadora tanto por la fidelidad de quienes los seguían desde antes como por la energía renovada que han sentido en cada concierto. Sin embargo, esta vuelta no ha sido solo una cuestión de nostalgia. Montefusco lo deja claro: "Una cosa es, en caliente, sentir que todo el trabajo que habíamos hecho ha llegado a algún sitio, que pervive y se nos devuelve. Y otra es decidir qué hacemos con ello". Porque este regreso ha confirmado que Standstill sigue teniendo un lugar en el presente, aunque todavía no esté claro en qué términos.

En un momento en el que la industria musical ha virado hacia otros modelos de negocio y donde el directo es más relevante que nunca para la supervivencia de los proyectos musicales, Standstill ha encontrado su espacio sin tener que forzar su esencia. “Han cambiado muchas cosas en estos años. La forma de consumir música es diferente, el papel de los festivales es mucho más central y las expectativas de la industria también han cambiado. Pero, al final, lo único que nos ha importado es la conexión con el público y lo que sentimos en el escenario”, explica Montefusco.

Una herida... ¿cerrada?

El cantante reconoce que esta reunión no partió de un cálculo frío ni de una estrategia planificada, sino de la consecuencia natural del tiempo y la distancia. “Habían prescrito un poco las causas por las que la banda se separó”, admite. En su momento, el desgaste personal y la falta de fe en el rumbo del grupo hicieron imposible continuar. Pero con los años, esa sensación amarga de no haber podido sostener el proyecto comenzó a pesar demasiado. “No queríamos quedarnos con la idea de que Standstill no podía seguir adelante en sus propios términos”, explica. Sin embargo, la vuelta no fue impulsada por la expectativa de un éxito seguro. "No teníamos ni idea de cómo iría. Podíamos imaginar que habría interés, pero la realidad ha superado cualquier expectativa. Ni siquiera era algo para sacar rédito, era una cuestión más íntima que profesional".

Ese componente emocional ha marcado toda la gira. El repertorio ha sido prácticamente el mismo que el de la gira de despedida, pero con una perspectiva completamente distinta. “Después de 19 años y 700 conciertos, habíamos perdido toda noción de lo que significaba tocar esas canciones. Lo hacíamos por inercia, sin saber realmente qué ofrecíamos”, reconoce. La distancia de estos nueve años les ha permitido reencontrarse con su propio legado. “Nos hemos dado cuenta de que esto no es solo música, sino una serie de valores. Y eso hay que preservarlo”.

Uno de los mayores descubrimientos en esta gira ha sido la vigencia de Standstill en un contexto musical que, en su vertinente artística, también es distinto al de hace una década. Si bien la mayoría del público que ha acogido con fervor su regreso es gente que ya los conocía, también han aparecido nuevas generaciones que se han acercado a su música por primera vez. “Nos hemos dado cuenta de que cuando consigues tocar el alma de alguien, eso el tiempo no se lo lleva”, destaca Enric Montefusco. “Es difícil que un artista me toque de verdad, pero cuando pasa, siento una deuda con él. Y la sensación con el público ha sido esa: aunque hiciera muchos años que se crearon estas canciones, siguen vivas”.

Los miembros de Standstill. De izda. a dcha., Enric Montefusco, Ricky Falkner, Ricky Lavado y Piti Elvira.

Los miembros de Standstill. De izda. a dcha., Enric Montefusco, Ricky Falkner, Ricky Lavado y Piti Elvira. / Gustaff Choos

Ese reconocimiento no solo ha llegado desde la audiencia. “La industria musical nos ha tratado mejor que nunca”, señala con cierta sorpresa. Standstill ha tocado en más festivales que antes, en mejores horarios y ante más gente. “Por un lado, estamos en las antípodas de lo que se lleva ahora, y eso nos lo pone más difícil. Pero, al mismo tiempo, sentimos que lo que ofrecemos tiene más valor que nunca. Y eso nos da fuerza”.

Montefusco también destaca que Standstill llegue por primera vez a un público que no les conoció cuando estaban en activo. "Es muy bonito ver en nuestros conciertos padres y hijos, literalmente, o gente simplemente más joven que se empezó a interesar por la banda o por la música cuando ya lo habíamos dejado. Toda esa atemporalidad y transversalidad es algo que nos gusta y nos sienta bien".

¿El futuro?

Lo que todavía no tiene respuesta es qué viene después. La gira les ha servido para reconciliarse en el seno de la banda y también con el público, pero Enric Montefusco no tiene claro si Standstill puede o debe ser algo más que una reunión de celebración. En estos años, él ha explorado otros caminos artísticos, alejándose del indie anglosajón que en su momento le resultó asfixiante. “Hubo un momento en que me sentí atrapado artísticamente”, confiesa. Su interés por el teatro y por otras sonoridades le llevaron a buscar un lenguaje más amplio, menos condicionado por las inercias de la escena alternativa. “Estos nueve años me han servido para salir de esos códigos compartidos. Me ha interesado hacer canciones y espectáculos que pueda entender cualquiera”. Así, sus discos en solitario han huído de sonoridades rock para acercarse al folklore y colaborar con artistas como Niño de Elche, María Arnal, Nacho Vegas, Los Hermanos Cubero o Albert Pla.

Esa apertura a lo popular es algo que, si Standstill decidiera grabar nuevo material, se reflejaría en su música. “No sé cómo, pero ese viaje ya no tiene marcha atrás”, afirma. Pero ese es un puente que la banda aún no ha cruzado. “Hasta ahora, esta gira ha sido solo una celebración de lo que fuimos. Lo que venga después es otro tema”.