CARTOGRAFÍA
El mapa más valioso de España se esconde en un pequeño museo de Madrid: "Sin él, la historia hubiese sido muy distinta"
Se trata de la carta náutica de Juan de la Cosa, donde América aparece representada por primera vez: estuvo en paradero desconocido 300 años hasta que reapareció en una librería de París

La carta de Juan de la Cosa es el primer mapamundi que contiene una representación de América. / DAVID RAW
Era el mundo desconocido. Nadie sabía qué había al otro lado del Atlántico. Por ello, cuando Cristóbal Colón arribó a América en 1492, las dudas surgieron. La única forma de responderlas era enviando a Juan de la Cosa, afamado navegante y cartógrafo, a dibujar aquello que aún el resto del mundo no imaginaba. Su mapa dio cuenta a los Reyes Católicos del gran descubrimiento, convirtiéndose en la primera representación del continente. Sin embargo, pese a su enorme valor, estuvo en paradero desconocido 300 años hasta que reapareció en una librería de París. Hoy, tras negociaciones y pujas, forma parte del Museo Naval de Madrid. Una joya escondida en pleno paseo del Prado.
“Recibió el encargo del obispo Juan Rodríguez Fonseca. Realizó siete viajes a América para conocer en profundidad la zona. Su carta está hecha con dos pieles de ternera unidas por el centro. Dentro del pergamino hay una parte blanca que absorbe los colores y sobre las que están plasmados los elementos iconográficos”, explica José María Moreno, responsable de las colecciones de Cartografía e Instrumentos Científicos del Museo Naval. En él están esbozadas carabelas, banderas, ciudades, rosas de los vientos, timones… Así como anotados los 1.485 puertos repartidos por todo el globo terráqueo conocido.

El mapa está compuesto de dos pieles de ternera unidas por el centro. / CEDIDA
Realizada en 1.500, presentaba una gran novedad: emplea dos escalas. “El autor usa el verde para marcar la novedad: América. Además, retrata el continente con un tamaño mayor para darle importancia. Sólo hay que echar un vistazo a Cuba o República Dominicana. Ahora bien, la cantidad de información es menor ya que se trata del mundo por conocer. Sin él, la historia hubiese sido muy distinta”, continúa el experto. Como curiosidad, contiene guiños a los Reyes Magos, caníbales, el Himalaya, la reina de Saba, monstruos… Su grado de actualización es alto, pues refleja la llegada de Vasco da Gama a la India y la de Yáñez Pinzón a Brasil.
“Tiene todos los elementos de una carta náutica del siglo XV, pero no sirve para navegar. Su función era testimonial. Lo más seguro es que, tras mostrársela a los Reyes Católicos, pasase a las estancias de Rodríguez Fonseca. De hecho, parece ser que estuvo en el Monasterio de las Huelgas en Burgos, donde se la enseñaba a eruditos”, dice Moreno. En torno a 1514, desapareció. Y no volvió a saberse nada de ella hasta 1832: 318 años después. De casualidad, el naturalista Charles de Walckenaer dio con ella en París. La adquirió para su biblioteca particular, un lugar de encuentro entre los intelectuales de la época.
4.321 francos franceses
Entre ellos se encontraba el científico Alexander von Humbolt, quien rápidamente la identificó. Tras la muerte de Walckenaer en 1853, fue subastada junto al resto de pertenencias. Aquella mañana, presente en la sala, Ramón de la Sagra dio la voz de alarma al Gobierno español: “Lo que hace la reina Isabel II es delegar en él el poder de comprarla. Lo hizo por 4.321 francos franceses y, desde 1856, se localiza en nuestras instalaciones”. En concreto, en una vitrina climatizada situada en el centro de la instancia principal. Tiene 93 centímetros de alto y 183 de ancho. Y, bajo la imagen de San Cristóbal hay una referencia al autor: “Juan de la cosa la fizo en El Puerto de Santa María”.

Detalle de la Península Ibérica en el mapa de Juan de la Cosa. / DAVID RAW
La gran pregunta es dónde estuvo durante aquellos tres siglos. No existe un dato definitivo, pero sí distintas hipótesis. La que más consistencia tiene es la que subraya Moreno: “Recientemente, un estudio asegura que lo más probable es que saliera de España durante la invasión napoleónica”. De vuelta a su lugar de origen, la carta sólo ha salido del Museo Naval en cuatro ocasiones: en 1936, para trasladarlo a Valencia durante la Guerra Civil; en 1952, para exponerlo en la Real Sociedad Geográfica de Madrid; en 1958, para el IV centenario de la muerte de Carlos V; y en 1977, para una muestra en Nueva York. Hoy, bien protegido, descansa a escasos metros del Prado y el Thyssen. Un tesoro en forma de mapa. O al revés.