Opinión | CRÍTICA

'Idomeneo, re di Creta': René Jacobs interpreta en el Teatro Real la primera obra maestra de Mozart

Jacobs apuesta, como es habitual, por una dirección expresiva, apoyada en la agilidad y liberalidad del bajo continuo

La Freiburger Barockorchester (en la imagen) y el conjunto vocal de la Zürcher Sing Akademie bajo la dirección musical de René Jacobs interpretaron este jueves 'Idomeneo, rey de Creta' en el Teatro Real.

La Freiburger Barockorchester (en la imagen) y el conjunto vocal de la Zürcher Sing Akademie bajo la dirección musical de René Jacobs interpretaron este jueves 'Idomeneo, rey de Creta' en el Teatro Real. / Valentin Behringer / Teatro Real

Mozart tenía 24 años: llevaba compuestas una docena de óperas y estaba hasta las narices de su patrón, el arzobispo de Salzburgo. En esas, le llegó un encargo del príncipe Carl Theodor, conde del Palatinado y elector de Baviera: compóngame una función para las fiestas del carnaval. El argumento venía con el encargo: la historia de Idomeneo, rey de los cretenses, héroe trágico de la guerra de Troya.

En los carnavales de la corte imperial no había chirigotas, sino lo que se conoce como ópera seria: historias mitológicas protagonizadas por reyes y semidioses que cantan arias larguísimas separadas por recitativos (esas declamaciones canturreadas en las que los personajes se explican cosas). Para hacerlo más divertido, la mayoría de los libretos estaban inspirados en los textos de Pietro Metastasio, que, aunque suene a enfermedad, fue el poeta lírico más influyente del siglo XVIII.

El argumento se resume en un tris. El barco de Idomeneo ha naufragado en la tempestad, pero, antes de ahogarse, propone un trato a Neptuno: si llega vivo a la orilla, le ofrecerá en sacrificio al primero con el que se tope. Como los dioses olímpicos tienen mucha retranca, el dios le toma la palabra, y hete ahí que, de todos los cretenses, el único que andaba por la playa tenía que ser su hijo. Aterrado, Idomeneo decide desterrarlo a Argos. Entre medias, surge un triángulo amoroso: Idamante, que así se llama el heredero, está enamorado de Ilia, princesa troyana tomada como botín de guerra. Para colmo, el sentimiento es mutuo. La tercera en discordia, Elettra, ve el cielo abierto con la orden de destierro, pues van a viajar en el mismo barco al mismito destino.

A los dioses no se les engaña tan burdamente y Neptuno, viendo la jugarreta, envía un monstruo para cobrarse venganza. Idamante, valeroso, decide enfrentarse a él y, contra todo pronóstico, consigue darle matarile. Antes de que el Olimpo contraataque, Idomeneo y su hijo resuelven realizar el sacrificio. Ilia se interpone y se ofrece como víctima alternativa. Los amantes discuten: mátame a mí, ¡no!, me mato yo. Conmovido, el crudelísimo dios de los mares decide frenar su enojo: si Idomeneo, incapaz de cumplir sus promesas, abdica, aquí paz y después gloria. El pueblo festeja, aliviado, la coronación de unos nuevos tiranos y cae el telón.

Cartel de 'Idomeneo, re di Creta', ópera de Mozart presentada este jueves en formato semiescenificado en el Teatro Real.

Cartel de 'Idomeneo, re di Creta', ópera de Mozart presentada este jueves en formato semiescenificado en el Teatro Real. / Teatro Real

Este jueves, en sesión única y en versión de concierto, René Jacobs y la Orquesta Barroca de Friburgo ofrecieron a los espectadores del Teatro Real una extraordinaria interpretación de esta ópera de Mozart. Jacobs apuesta, como es habitual, por una dirección expresiva, apoyada en la agilidad y liberalidad del bajo continuo, ejecutado en esta ocasión por Sebastian Wienand al fortepiano y Stefan Mühleisen en el violonchelo. No hubo tiranteces con el ritmo, que por la estructura de la obra resulta a veces moroso, y todo pareció fluir con la naturalidad de quien se siente en casa con este repertorio. Entre los instrumentistas, además de los del continuo, conviene destacar el buen hacer de la concertino Petra Müllejans y la sobresaliente actuación de la sección de vientos (aquí es amplia: flautines, flautas, oboes, clarinetes, trompas, trompetas fagots y trombones), pese a las estridencias habituales de los metales históricos.

En el capítulo de voces, muy bien los coristas de la Zürcher Sing-Akademie, dirigido por Zoltán Pad, que tiene alguno de los momentos más hermosos de la partitura, como Placido è il mar, andiamo (un presagio del conocido terceto del Così fan tutte). El personaje de Idomeneo fue escrito por Mozart a la medida de Anton Raaff, famoso tenor al que adornaba una grandísima capacidad vocal. Pasados los siglos, es normal que esto ponga en aprietos a cualquier otro intérprete que quiera meterse en sus pantalones, empeño que anoche tocó en suertes a Ian Koziara. Su interpretación, valiente en la coloratura y comprometida en lo expresivo, fue de lo más destacable de una función donde, en lo puramente vocal, pocos pudieron competir con la extraordinaria Elettra de Kateryna Kasper, cuyo temperamento, arrojo y potencia resultaron admirables. Bien también la Ilia de Polina Pastirchak, que resolvió bien la mezcla de candidez y temeridad de su personaje. Bastante ajustado el personaje de Arbace, a quien Mozart amplió las arias debido a las cualidades sobresalientes de su primer intérprete y que, en esta ocasión, complica la vida a Mark Milhofer. Gustó su Se colà ne' fati è scritto. Muy justo el Idamante de la mezzo Olivia Vermeulen (un papel para castrato), que sonó inexpresivo y estrangulado.

Sobre la semiescenificación no hay mucho que añadir: se agradece que los cantantes no se pasen las tres horas que dura la fiesta sentados frente a un atril, pero quizás no es necesario que el tenor salga corriendo por el patio de butacas. ¡Por cierto! Ya que no tenemos que dedicar líneas a la escenografía, permítanme saldar una cuestión que siempre se queda pendiente: ¿qué le está pasando al Real con el diseño de la cartelería? ¿Cómo un teatro de tanto renombre nos castiga con unos diseños tan rematadamente feos? O el ilustrador es muy malo o se han arrojado a los brazos de la inteligencia artificial. Por una vez en la vida, me tranquilizaría lo segundo.