CONCIERTO EN MADRID
Viva Belgrado: "A nivel estilístico no, pero política o emocionalmente somos totalmente 'hardcore'"
Son una banda autogestionada que bebe de esa tradición musical cercana al punk, la actualiza y la amplía. Tras dar conciertos en cuatro continentes, este viernes dan un nuevo paso: llenar La Riviera madrileña

La banda cordobesa Viva Belgrado. / Ana Suanes
Hace un año la banda cordobesa Viva Belgrado se autoeditaban Cancionero de los Cielos (Fueled by Salmorejo, 2024), su cuarto álbum. Al mes actuaban y llenaban la sala But de Madrid con una fórmula sencilla pero directa: “política, poética y un poco espiritual”. Sus letras recapacitan sobre lo cotidiano, con una mirada pausada ante la velocidad de los tiempos y la dominación de las pantallas. Musicalmente son arrolladores: provienen del hardcore, pero han ido ampliando su registro. Su nombre ha aparecido en el top 5 de los mejores discos nacionales de la mayoría de publicaciones generalistas y especializadas. De llenar salas para 900 espectadores el año pasado y han pasado a llenar aforos de más de 2.000, las que les esperan este viernes en La Riviera. Su nombre llegó por casualidad: a un antiguo miembro del grupo le gustaba porque “le sonaba poético pero reivindicativo”. La música es para ellos la llama que enciende la vida y la acción. Charlamos por videollamada con Cándido Gálvez (voz y guitarra).
P. El mundo está un tanto tocado ¿Se merece hoy en día un "viva"?
R. Yo creo que, esencialmente, la gente no somos malas personas. Hay un esfuerzo sincero detrás de la mayoría de nosotros por luchar por lo que creemos, y por vivir o sobrevivir con nuestras convicciones. Se merece un "viva" ese esfuerzo sincero que todos hacemos. En el fondo creo que todos somos así, tengamos las convicciones que tengamos, unas más equivocadas que otras desde según qué punto de vista. Pero si lo reducimos todo a esto, quizás a algo un poco hippie, las cosas podrían ser más sencillas y más bonitas de lo que son.
P. Han demostrado que se pueden seguir unas convicciones hasta el final. ¿Les gustaría dedicarse solamente a la música?
R. Sí, durante todos estos años la idea de fondo ha sido siempre esa. Por rachas lo hemos medio conseguido, o al menos medio intentado. Ahora estamos en un buen momento, pero cuando pasas el umbral de los 30 años, las necesidades o las expectativas económicas son diferentes a las que tenías con 25. Yo tengo muy incrustada en mi cabeza esa idea del artista que vive de lo que hace, y que mal vive si hace falta. Pero sí, en cuando podamos daremos el salto. Éste ha sido un buen año, seguramente en el que ha habido un crecimiento más exponencial de Viva Belgrado. Pero es que llevamos tanto tiempo que el crecimiento ha sido muy lento. Entonces, todo lo que nos llegue ahora lo tomamos con los brazos abiertos, pero también con mucha prudencia, creo que con los pies muy en el suelo.
P. ¿'Cancionero de los Cielos' es su álbum más ambicioso, el más abierto estilísticamente?
R. Te diría que sí. Pero con todos los discos que hemos hecho hemos intentado ser igual de ambiciosos. Sobre todo desde Ulises (Aloud Music, 2016). Y más aún con Bellavista (Aloud Music, 2020): ser más eclécticos y abrirnos a más influencias, a más registros. Con éste es con el que más lejos hemos llegado, por experiencia y por maestría, no tanto por intención. Nuestra intención siempre ha sido, quizás mirando hacia atrás, un poco grandilocuente. Aspirábamos o intentábamos llegar más lejos de los que éramos capaces. Y quiero pensar que poco a poco hemos ido adquiriendo un poco más de maestría.
P. ¿Se consideran una banda de 'hardcore'?
R. Quizás a día de hoy ya no, ni a nivel de género ni a nivel de estilístico. Pero si hablamos de actitud, de organización interna, de forma de entender la música a nivel político o emocional, totalmente. Yo soy muy fan del postpunk, disfruto mucho aunque tiende a un registro más oscuro, con una actitud más hedonista, más de “vive deprisa, muere rápido”. Nosotros venimos de esa parte del hardcore un poco más vinculada al vegetarianismo, a los espacios autogestionados, a la política... Vinculada al vive sano, no te drogues. Entonces, en ese sentido sí, pero a nivel de género, de canciones, de sonido hardcore, creo que nos queda cada vez menos.
P. ¿Qué cree ha aportado el 'hardcore' como estilo?
R. Encontramos un nicho en el que nos sentíamos cómodos (identificados, arropados) con todo lo que nosotros sentíamos que el hardcore promulgaba. Cuando éramos más jóvenes, más adolescentes, y estábamos todavía formando nuestra personalidad, encajaba muy bien con nuestra forma de ser. Nosotros hemos sido los tímidos de la clase, los más callados. Y tenía algo que nos ayudó a ubicarnos en el mundo. En la parte exclusivamente musical, creo que el hardcore tiene una energía, una fuerza que te ayuda a sacar la teenage angst, la ansiedad adolescente. Por algún motivo yo me identificaba mucho estéticamente con eso y con lo que me hace sentir. Y no comulgaba tanto con lo que sentía que me podía dar el hip hop, el rock más clásico o lo que fuera. Con el tiempo, todas estas cosas las he tendido a intelectualizar y a analizarlas de forma más fría, y separas el género del sentimiento. Disfruto muchísimo del hip hop, de la electrónica, del flamenco... Me flipa casi todo, vaya.
P. Son un reflejo del auge del vinilo. Sus discos funcionan muy bien, agotan ediciones
R. Estamos muy contentos, la verdad. Viva Belgrado no es ese tipo de banda que tiene mucha presencia en redes o en Spotify, pero el fan de Viva compra mucho. Vendemos muchísimo merchandising. No ha pasado un año todavía de la publicación de Cancionero de los Cielos y van más de 2.000 copias vendidas en vinilo. Es loquísimo.
P. ¿De qué se alimenta su música?
R. A nivel lírico, sin duda de lo que vivimos, de nuestra realidad más cercana. Y creo que, precisamente por eso, nuestros dos últimos discos, pero sobre todo el último, son muy metamusicales. Hay muchas letras sobre la música, sobre la industria, sobre el proceso creativo, sobre cómo te sientes dentro de una banda o cómo sobrevivir siendo artista. Al final, es nuestra realidad más cercana o nuestra principal fuente de satisfacción e insatisfacción . Luego los grandes temas, el amor. La muerte no tanto, por suerte. Y a nivel musical lo que nos va latiendo en cada momento. En el último, por ejemplo estuve muy a tope con el álbum de Natalia Lafourcade, que en principio es una referencia muy lejana de Viva. Intenté hacer cositas que me recordaban a ella, o sacar cosas de ahí. Hicimos la Ranchera de la Mina, que evidentemente está muy lejos, pero vino un poco de esa influencia. Todo se filtra a través de lo que nosotros sabemos hacer, más o menos tocar una guitarra, y sale lo que sale. Pero al final tampoco le damos tanta vueltas a eso.
P. En sus letras se intuye su actitud. Nadie permanece inmune a la realidad cotidiana que le afecta: precariedad, consumo, capitalismo...
R. Nosotros lo pasamos mucho por el filtro de la música. Como la frase de “¿Quién quiere salvar el rock, si puede estar de fiesta?”. Creo que viene de esta visión que nosotros tenemos de la música más como un instrumento, un altavoz. Muchas veces, cuando estás en un festival, te sientes muy desubicado. Está todo el mundo muy pasado de vueltas. Estás tocando al lado de un Pull & Bear, al lado de un puesto de Ray-Ban. Y piensas, ¿qué hago aquí? ¿A quién le importa aquí el rock? ¿Cómo de despolitizado está el mundo o la escena en la que nosotros nos movemos?
P. ¿Qué discos le hicieron hacer música?
R. Un disco muy de cabecera, aunque ya quede muy lejano en el tiempo, fue el Ezlekuak de Lisabö, por ejemplo. Fue un disco que me cambió por completo la forma de entender la música, tanto a nivel compositivo como de producción o en cuanto a la visceralidad que te puede hacer sentir un disco. Sigue siendo mi disco favorito. El Spotlights de Nothink, que también estaba concebido como un disco completo, todas las canciones iban completamente unidas, con unos arreglos orquestales chulísimos. Ese disco también me tuvo con 15 y 16 años súper engorilado.
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