TEATRO
'GRRRL' o la "canalización de la mala hostia" de las mujeres frente al machismo
Sara García Pereda firma y codirige una obra en la que reivindica el derecho a la ira del feminismo en el Centro Dramático Nacional

La obra reúne 13 relatos escritos por Sara García Pereda. / BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO
Reparte rotuladores y cartones entre el público y explica que van a jugar al bingo, pero sin bolitas y sin cantar línea, que contará una historia que le pasó con un tipo y todos tendrán que ir tachando las frases que ella diga y que aparezcan en su cartón. Contará que hace tiempo conoció a un chico que no parecía un machirulo porque tenía amigas, un master en igualdad y una camiseta con el lema This is what a feminist looks like y que se irán a la cama y se lo pasarán bien, pero cuando lleven unos meses viviendo juntos se dará cuenta de que a él le incomoda no ser el centro de atención, que tolera mal la frustración, que cuando tienen que hablar de algo importante, nunca, nunca, nunca sale de él y que si alguna la vez la caga, dice, es porque aún está traumatizado por el daño que le hizo su… ¡bingoooo!
Antes de jugar, el jurado de un premio literario anulará el fallo con cuatro autoras finalistas para que gane un hombre, no vaya a ser que les acusen de preferir las obras de mujeres y el galardón pierda prestigio. Una cría de ocho años hará una sentada en el colegio y llamará a la rebelión a las demás niñas porque el campo de futbol del patio no les deja espacio para jugar. Una chica pedirá en la consulta del ginecólogo que le extirpen todo lo extirpable porque está cansada de vivir con dolor. Alguien dirá que necesita gritar y gritará fuerte y a ese grito se sumarán otras y se convertirá en rugido, en algo que sonará parecido a un GRRRL, que es el título de esta obra que reúne 13 relatos escritos por Sara García Pereda, que comparte la dirección de escena junto a Xus de la Cruz. El texto, que se estrenó este verano en el Festival de Aviñón en formato de lectura dramatizada con jóvenes actores y actrices franceses, llega este viernes al Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional, productor del montaje, interpretado por Esperanza Elipe, Carmen Díaz, Paula Mira, Silvana Navas, Alba Recondo, Eva Santolaria, Raúl Fernández de Pablo y David Castillo. Con escenografía de Alessio Meloni, luces de Rubén Martín, música de Carlos Bonito y vestuario de Pierpaoloalvaro.

Carmen Díaz, en un instante de 'GRRRL'. / BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO
Y todo, en un universo fragmentado y camp, a medio camino entre la comedia y el drama, con ellos vestidos de color morado, ellas de brilli brilli, homenajes a Elena Garro, Ursula K. Le Guin o Lorrie Moore y alusiones, debidamente distorsionadas, a Carmen Mola o Rodrigo Sorogoyen.
Derecho a la ira
“Yo decido escribir sobre esto porque tenía mucha rabia y sentía que la rabia en las mujeres está muy estigmatizada, y GRRRL es una canalización de la mala hostia”, explica a este diario Sara García Pereda sobre esta obra, heredera del rugido y el cabreo de las Riot Grrrl de los 90, que reivindica a esa feminista que revienta las cenas de Navidad, la histérica, la tía siempre cabreada, la killer joy: “Una mujer enfadada parece siempre que es una mujer que está excedida y en GRRRL estamos validando la no contención de la ira cuando ya no se puede más”.
Esa no contención estará presente en los trece relatos de la obra, con personajes femeninos de distintas generaciones que dicen basta, que se enfrentan a un machismo cotidiano, normalizado y muchas veces sutil, mujeres que cuestionan una situación de igualdad que está lejos de ser real. Pero si hay un relato de esos trece que ejemplifica la no contención y el exceso hasta sus últimas consecuencias es el último, la historia de una mujer a la que siempre han dado la mitad de un filete hasta que un día decide que lo quiere entero y empieza a comer sin medida, sin parar, sin freno, “y al principio empieza a excederse inocentemente, pero se le va de las manos y se convierte en algo muy incómodo para la sociedad y para su familia también”. O sea, como el feminismo.

Raúl Fernández y Eva Santolaria, en 'GRRRL’. / BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO
En el origen de ese rugido convertido en texto teatral, García Pereda identifica la lectura de Revolt. She Said. Revolt Again, de la británica Alice Birch, una obra estrenada en 2014 por encargo de la Royal Shakespeare Company que reunía 13 historias protagonizadas por un feminismo joven y furioso. Su autora escribió el texto en tres días y se inspiró en el Manifiesto SCUM de Valerie Solanas, en la obra de Kat Banyard o Caitlin Moran y en la célebre frase de la historiadora estadounidense y Premio Pulitzer Laurel Thatcher "las mujeres bien educadas rara vez hacen historia". Birch también es la guionista de Dead Ringers (titulada Inseparables en España), basada en la película homónima de David Cronenberg, una serie “en la que hay una ira y una rabia desbordada en un código muy grotesco que, cuando la veo, me revuelve y perturba mucho, y ahí me empiezan a venir muchas imágenes de hasta aquí, ya está bien”.
García Pereda escribirá GRRRL gracias al programa de Residencias Dramáticas del CDN y se inspirará en experiencias reales de mujeres de su entorno: “El día antes de presentar la idea del proyecto al consejo asesor del CDN, mientras volvía en coche de una boda, la amiga que conducía me empieza a contar que le van a producir una serie y que a su pareja no le cabe en la cabeza que no vaya a contar con su experiencia y reputación profesional para hacerla. A mí eso me empieza a conectar con otras experiencias en las que a ti te sucede algo que te apetece celebrar, pero a ellos eso no les viene bien y como que les cuesta mucho alegrarse de tu éxito profesional. Llevo esa idea a la reunión, me doy cuenta de que todo el mundo tiene una historia relacionada con esto y empiezo a preguntar a muchas mujeres, a mi madre, a mis amigas, si han sentido que los hombres no les han dejado ocupar un espacio que les pertenece, y me empiezan a llegar relatos, experiencias reales en las que me inspiro”.
Entre ellas, la de una compañera que sufre endometriosis, que se enfrenta “a ese paternalismo que hay en la medicina respecto a nuestros propios cuerpos cuando piensan que conocen mejor que nosotras lo que estamos sintiendo y sufriendo porque han estudiado miles de libros”. O las vivencias de su madre, que lleva décadas dirigiendo una empresa junto a sus hermanas, “un matriarcado que lleva toda la vida recibiendo a proveedores que les explican que están haciendo mal su trabajo y cómo pueden mejorarlo. Hasta los 60 años les han dado consejos como si tuvieran 20, pero ahora que son abuelas ya ni siquiera se dirigen a ellas, las ignoran, y hablan con ese director de logística joven que tiene un máster y que apenas está empezando a entender cómo funciona el mundo. Y claro, a mi madre le encanta ser abuela, pero ella es infinitamente muchas más cosas antes que eso”. En el texto que Sara García Pereda escribió inspirándose en su madre, la protagonista se enfrenta a esos proveedores, les planta cara, “y ella lo leyó y dijo ay, hija, esto es lo que yo tendría que haber dicho”.

Sara García Pereda firma y codirige la obra en el Centro Dramático Nacional. / BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO
La autora también se inspirará en su propia experiencia para nutrir algunos de los relatos, fundamentalmente aquellos en los que aparece la figura del aliado de izquierdas: “Es el perfil Errejón, el aliado progre e intelectual, que me parece el más peligroso porque es el que actúa para manipularte a ti y la realidad que le rodea”. Además de ese perfil, García Pereda también dibuja a “esos hombres que ocupan espacios de poder y se sienten vulnerables porque creen que pueden perderlos; está también el cuñado de brocha gorda, que al final es un personaje tierno porque lo veo, sé por dónde va y no me va a manipular” o un padre cazador que, de alguna manera, pone sobre la mesa la idea de herencia (patriarcal) recibida y que “no justifica, pero sí plantea cuál es el origen”.
Un feminismo blanco
La autora reivindica que “que se nos deje de culpar de nuestra rabia a nosotras mismas en vez de señalar las causas” y cree que, a pesar de todo lo logrado, “no nos hemos deshecho de toda esta desigualdad y es algo que sigue estando vigente. Yo lo vi muy claro en la película Barbie, en esa escena en la que Ken le dice a uno de los ejecutivos ‘estáis haciendo esto del machismo mal’. Y él contesta: no, lo estamos haciendo bien, solo que ahora lo escondemos mejor. Estoy hablando de un feminismo muy burgués pero no estamos en una situación de igualdad todavía, por mucho que nos lo estéis vendiendo en todas las campañas”.
Los trece relatos de GRRRL estarán protagonizados por hombres y mujeres blancos, más o menos cultos y con un perfil económico parecido, no hay mujeres racializadas o de clase humilde, sino una mirada que se centra en ese "feminismo de mujer digna, que aparta a la sucia, la gran perdedora hoy en día" como ha dicho en más de una ocasión Virginie Despentes. García Pereda se rebela contra “esa responsabilidad de las feministas de tener que ser perfectas todo el rato” y explica que nunca pensó que el CDN fuera a producir y estrenar su obra: “Yo empecé a trabajar desde lo que conocía, desde las personas de mi entorno y este feminismo, y salió esto. Pero si yo hubiera sabido que me iban a poner un foco en el Centro Romántico Nacional a los dos años de haberlo escrito, lo mismo tomo esa responsabilidad desde otro lugar”.

Sara García Pereda comparte la dirección de escena junto a Xus de la Cruz. / BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO
García Pereda (Madrid, 1994), formada en dramaturgia y dirección en la RESAD y en la Edinburgh Napier University, tiene 30 años y hasta la fecha solo había estrenado dos textos propios en salas del circuito alternativo: Aire siempre de viaje (El umbral de primavera, 2017) y Esto no es la tragedia de Mariam, una dramaturgia de creación colectiva que se pudo ver en Nave73, en 2023. Sobre cómo es de patriarcal el sistema escénico al que pertenece y las dificultades que tienen los creadores de su edad para estrenar en un gran teatro público señala: “Hay un lugar por el que yo me he colado, que es el de esta chica joven que no va a dar problemas y que está escribiendo un discurso que a todos nos viene muy bien. Vamos a darle una oportunidad, ¿no? Creo que me estoy beneficiando un poco de eso. Hay un cierto privilegio en ser una mujer joven que está empezando y tiene un discurso del que otros se pueden apropiar, ¿entiendes? Mira, me acuerdo que cogí un taxi con (la directora peruana) Chela de Ferrari para ir a una entrevista y ella me dijo: ¿Tú sabes cuántas mujeres de mi edad (68 años) hay ahora mismo en un Festival como el de Aviñón? ¿Tú sabes el tiempo que me ha costado a mí hacerme este hueco y, sin embargo, ahora hay muchas mujeres como tú? Hay una especie de privilegio de la juventud del que yo soy muy consciente y, por supuesto, de clase”.
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