ESTRENO
'Brats': el documental sobre la pandilla de niñatos más famosa de los 80
Basado en su propio libro, Andrew McCarthy se pone en contacto con sus compañeros y otras personas relacionadas para hablar del daño que les hizo el artículo que publicó la revista 'New York' en 1985

Andrew McCarthy, Ally Sheedy, Emilio Estévez, Rob Lowe y Demi Moore, en 'Brats'. / ARCHIVO
El 10 de junio de 1985, la revista New York publicó un artículo que trastocó la carrera de los actores de cine juvenil más famosos de los años 80. O eso dice Andrew McCarthy, uno de ellos. El titular Hollywood’s Brat Pack (La pandilla de niñatos de Hollywood) era una referencia a la cuadrilla de estrellas de los 60 integrada por artistas como Frank Sinatra, Dean Martin, Peter Lawford y Sammy Davis Jr., amantes de la fiesta y el ligoteo, que solían trabajar juntos. A David Blum, el autor del reportaje, se le ocurrió el término de vuelta a casa después de una cena con otros periodistas, donde un miembro de la plantilla de People se refirió a ellos mismos como el Fat Pack (Pandilla de gordos). Le hizo mucha gracia y, mientras conducía, se le encendió la bombilla. El no ganó el Pulitzer con ese trabajo, pero sí el enfado de aquellos a los que se incluyó en el grupo de mocosos ricos, exitosos y bastante flipados que estaban en la cresta de la ola por aquel entonces.
Él mismo lo cuenta en el documental Brats: las jóvenes estrellas de los 80, dirigido por McCarthy, que se estrena hoy [o sea ha estrenado] en Movistar Plus+. Basado en su propio libro Brat: An '80s Story (Brat: una historia de los 80), el intérprete se pone en contacto con sus compañeros de la supuesta pandilla –uno de sus objetivos es dejar claro que solo eran colegas de trabajo, no verdaderos amigos– y otras personas relacionadas para hablar del daño que les hizo aquel artículo. A la mayoría no les veía desde aquellos tiempos gloriosos y llegar a ellos fue más o menos complicado según el caso. De hecho, algunos tan representativos de aquella escena como Molly Ringwald no aparecen en la película, aunque McCarthy sí ha estado en contacto con ella durante estas décadas.

Demi Moore, en un instante del documental. / CEDIDA
Según comentó McCarthy en una entrevista en Katie Couric Media: “Lo que más me sorprendió fue que Emilio aceptara hacerlo, porque nunca había hablado de ello antes. Pero fue el primero en decir que sí a ser parte de la película. Fue bastante abierto y tierno y muy generoso, porque sé que no fue fácil para él tratar este tema”. Por su parte, Rob Lowe hizo gala de su encanto perenne. “Simplemente dijo: ‘Sí, cariño, adelante’. Y me encantó esa conversación con él porque fue la primera persona que conocí en el mundo del espectáculo, así que volver y hablar de todo fue realmente satisfactorio”, sostuvo el realizador. Judd Nelson accedió de entrada, pero después se echó atrás.
En el documental, se acota quiénes eran realmente los Brats: Andrew McCarthy, Rob Lowe, Judd Nelson, Emilio Estévez, Ally Sheedy, Demi Moore y Molly Ringwald. Pero la mayoría de ellos no salen en el artículo de David Blum, que hizo una lista detallada de a quiénes consideraba de la pandilla: Emilio Estevez, el presidente no oficial; Tom Cruise, el más atractivo; Rob Lowe, el guapo de cara; Judd Nelson, el sobrevalorado; Timothy Hutton, el único con un Oscar; Matt Dillon, el que tiene menos posibilidades de reemplazar a Marlon Brando; Nicolas Cage; Sean Penn, el que tiene verdadero talento. Además, también menciona a los dos Matthews: Broderick y Modine, así como a Kevin Bacon, como satélites de la banda.
¿Dónde están las chicas? Blum usó a Emilio Estévez como gancho para el reportaje –el actor confundió esa relación con amistad y habló de más, como comentó posteriormente– y le acompañó en sus aventuras sociales, donde las únicas mujeres que se mencionan eran las novias, las fans o las que se atrevían a interactuar con ellos en los bares. Fue cuando el término Brat Pack se popularizó y se utilizó para mencionar a los protagonistas de las películas para adolescentes del momento cuando se incluyó a las actrices y se descartó a otros como Tom Cruise o Sean Penn, cuyas carreras ya habían tomado otros rumbos.
En el momento justo y el lugar adecuado
“Encajamos en un nicho de la cultura pop de aquel momento que se tenía que llenar”, dice Andrew McCarthy en su propio documental. A principios de la década de los 80, Hollywood descubrió que aún le quedaba una audiencia con un potencial importantísimo que explotar: los jóvenes adultos y adolescentes tardíos. Nunca antes se habían estrenado tantas películas dirigidas a los chavales como entonces: Risky Business (1983), Rebeldes (1983), Footloose (1984), Dieciséis velas (1984), El Club de los Cinco (1985), Regreso al futuro (1985) o La chica de rosa (1986). Todo grandes éxitos en su momento que ya se han convertido en clásicos, quizá no tanto por su calidad sino por su impronta en la educación sentimental de aquella generación y el poder de la nostalgia.
El propio Bret Easton Ellis, autor de la novela American Psycho y también millonario vividor por aquella época a los veintipico, dice en el documental que: “fue un momento en el que parecía sorprendente tener una película como El club de los cinco, que funcionaba básicamente como una sesión de terapia de hora y media”. Este título –en el que aparecen Ally Sheedy, Emilio Estevez, John Bender, Anthony Michael Hall y Molly Ringwald– pertenece a la filmografía de John Hughes, uno de los directores clave del cine juvenil de aquellos años.
Su cine no solo captó el zeitgeist del momento (canalizado a través de historias protagonizadas por chavales blancos de clase media que vivían en los suburbios acomodados de grandes ciudades estadounidenses) sino que también enriqueció los gustos musicales de los espectadores con canciones como If You Live de OMD, incluida en la banda sonora de La chica de rosa. “Creo que uno de los grandes errores que comete Hollywood generalmente con las películas adolescentes es ir solo a por el dinero, no piensan en el corazón. Yo quiero hacer cine que perdure”, comenta el propio Hughes, que falleció en 2009, en un corte de una entrevista recuperada para el documental.
Cumplió su objetivo con creces y, de hecho, las referencias a su trabajo en libros, películas y series es ingente (desde Los Simpson a las Chicas Gilmore pasando por Dawson crece). Por supuesto, si se hace una revisión de sus guiones, a día de hoy, algunos aspectos como el consentimiento sexual, el racismo o la misoginia rozan lo escandaloso, pero su impronta en el imaginario colectivo es innegable.
¿Por qué tanto resentimiento?
“Éramos un grupo de actores jóvenes que estábamos intentando desarrollar nuestras carreras y que, de repente, nos vimos unidos de forma indeleble para siempre”, afirma Andrew McCarthy en Brats. Según su visión, su trayectoria profesional y la de muchos de sus compañeros se vio tan perjudicada por el artículo de Blum que acabó con algunas de ellas. El documental incluye muchos fragmentos de programas de televisión en los que les preguntan a sus integrantes si se sienten incómodos con el término o están en desacuerdo y todos responden que sí. La tesis del realizador –tan resentido con el reportero que va a visitarle, aunque no saca demasiado de él porque en ningún momento se muestra arrepentido de nada: “Estoy orgulloso, solo hice mi trabajo como periodista”– es que se les encasilló en los papeles de actores de películas juveniles, con más talento para la diversión que para la interpretación.

Emilio Estévez, en un instante del documental. / CEDIDA
Sin embargo, no todas las tfilmografías se vieron igual de mermadas. Mientras que algunos como el propio McCarthy, Molly Ringwald o Judd Nelson no tuvieron demasiados triunfos tras aquella época a otros como Emilio Estevez (que además de actor es director y, por qué no decirlo, miembro de la familia Sheen), Rob Lowe o Demi Moore no les fue tan mal, pese a los altibajos que hayan podido sufrir. De hecho, la actriz protagonista de Ghost o La sustancia es una de las que cuestiona el planteamiento del responsable del documental cuando va a entrevistarla a su casa.
“¿Por qué nos lo tomamos como una ofensa por entonces? Ese es el tema, éramos unos niños”, le espeta Moore. “Nos pareció una afrenta. Definitivamente a mí me pareció injusto, sentía que [el término] no nos representaba y que ofrecía una perspectiva muy limitada. Eso perduró en mí durante un tiempo, pero no sé si me lo seguí tomando como algo personal con los años como tú o me impactó tanto como a ti”, una manera suave de decirle: hace treinta años de aquello, supéralo ya.