HISTORIA
La librería de terror que lleva 20 años oculta en un piso de Madrid: "No tiene sentido venir a por un libro de Pérez-Reverte"
Sin redes sociales ni página web, Alfredo Lara ha hecho de ella un lugar de peregrinación para los amantes del género que ha encumbrado a la editorial Valdemar

Alfredo Lara, fotografiado en la librería Opar. / DAVID RAW
A esta altura de Madrid no suele haber librerías abiertas al público. Dos pisos por encima de la calle Alcalá, en un pequeño apartamento, bien luminoso, se esconde Opar. Es curioso que, pese a no estar a la vista, se haya convertido en un lugar de peregrinación para los amantes del terror. Lleva 20 inviernos haciendo del género una religión: de ahí que, aún sin redes sociales ni web, sólo con el correo electrónico, la hazaña de Alfredo Lara impresione tanto como los zarpazos de Mary Shelley, Bram Strocker y Edgar Allan Poe. No hay carteles que indiquen dónde está, sólo una escueta plaquita sobre el fono con las palabras: “2º Izquierda”. Arriba, el dueño espera.
“Tras estudiar Geografía e Historia, empecé a trabajar en una de las casetas de la Cuesta de Moyano y, al poco tiempo, entré en una empresa de arqueología. Para entonces, ya colaboraba con la editorial Valdemar en la Feria del Libro, incluso escribí el prólogo de algunas de sus colecciones. Solían preguntarme dónde podían adquirir sus libros y, aunque había establecimientos con las últimas novedades, era difícil dar con ellos. Así que les ofrecí la posibilidad de abrir una librería donde su fondo estuviera disponible todo el año”, cuenta Alfredo, rodeado de los títulos que le animaron a dar el paso. Tan sólo necesitaba un local, la ilusión la llevaba de serie.

Fachada de la librería Opar, situada en la calle Alcalá, 94. / DAVID RAW
Con la ayuda de dos socios lo encontró en la calle Duque de Sesto. La idea era que se turnaran las semanas, lo que les permitiría compaginarlo con otras labores. Sin embargo, ante la falta de clientela, salvo los fieles habituales, Alfredo asumió el reto solo: “La portera de la casa de mis padres me propuso trasladarla allí. Él era médico y tenía un espacio para la consulta, así que me mudé. Después, me vine al número 94 de Alcalá”. En este rincón las estanterías han tomado las paredes, no hay clásico que no haya dejado su impronta. Un coqueto escritorio corona una estancia sencilla, pero llena de vida.
Valdemar es un sello independiente especializado en terror al que el Ministerio de Cultura entregó el premio a Mejor Labor Editorial en el 2000. El 70% del fondo de Opar lleva su firma, el resto responde a gustos personales del librero: en especial, tiradas pequeñas casi artesanales. “Vendo lo que recomiendo, no lo que está de moda”, subraya. El tal su devoción que, cuando se le pregunta si es rentable, risa mediante, responde con cautela: “Prefiero no echar cuentas por si llego a la conclusión de que lo mejor es cerrar. Como es lo único que me apetece hacer, procuro no planteármelo”. Por el momento, resiste.
La joya de la corona
La única forma de contactar con él es por email. Ahí gestiona los pocos pedidos que manda vía postal. Es tal su implicación que, en contacto directo con los clientes, muchos ya amigos, los pesa para que los costes del envío no se disparen. “Es una relación que va más allá de lo comercial. Suelo recomendarles libros que sé que les van a gustar, no todos valen para cualquier persona. Si tuviera una cantidad interesante de dinero, sólo abriría la primera semana de cada mes. Así podría mantener el trato con editores, autores, lectores… Éste es un lugar peculiar”, continúa Alfredo, que atesora 700 ejemplares aquí.

Alfredo Lara lleva 20 años al frente de la librería Opar. / DAVID RAW
La joya de Opar es la colección de literatura gótica que Valdemar ha alumbrado con esmero. De los 131 títulos lanzados, 70 están agotados. Aunque, bueno, los van recuperando según la demanda. Que no es poca. También destacan los clásicos de wéstern que él dirige o las novedades de pulp que Barsoom publica. “Casi todo lo que tengo es especial. No tiene sentido subir hasta aquí para buscar la última novela de Arturo Pérez-Reverte. Aquí hay cosas que no se encuentran en otros sitios”. Por ello, precisamente, no es extraño encontrar entre sus pasillos visitantes de Latinoamérica: en Argentina, Colombia y Chile, Valdermar tiene tanto tirón que una visita cae cada vez que pisan Madrid.
P. ¿La figura del librero como la persona que te aconseja y te guía se ha ido perdiendo?
R. Como no vendo tocino sino libros, que es lo que yo colecciono, acabo conociendo a gente parecida con la que intercambio impresiones. En cambio, en las grandes superficies suele trabajar gente que no cuenta con un interés específico por los libros. Dirigir una librería es más que tener un fondo enorme.