LA MUERTE DE UN GENIO

Meditación, karma, pasajes bíblicos y una charla contra la negatividad en un instituto de secundaria de Madrid: así era el David Lynch más 'mágico' y espiritual

En la vida y la obra de David Lynch abundaron los significados herméticos, los símbolos y una espiritualidad que se manifestaba principalmente en su defensa de la meditación trascendental como camino para la paz mundial

'Cabeza borradora', primer largometraje de Lynch, ya recoge algunas de sus obsesiones menos terrenales.

'Cabeza borradora', primer largometraje de Lynch, ya recoge algunas de sus obsesiones menos terrenales. / ARCHIVO

Madrid

"Aprendí que justo debajo de la superficie hay otro mundo, y mundos aún diferentes a medida que excavas más profundamente", afirmaba David Lynch, responsable de una de las filmografías más herméticas de los últimos tiempos, en la que situaciones sobrenaturales, escenas oníricas y símbolos se suceden con total normalidad, provocando que las capas de significado se superpongan unas a otras. Un relato cinematográfico que abre la puerta a que sus seguidores desarrollen infinidad de interpretaciones, al tiempo que la cierra a los menos entusiastas y pacientes. "Las ideas son como los peces. Si quieres pescar peces pequeños, puedes quedarte en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar peces grandes, tienes que ir a aguas más profundas", reflexionaba Lynch, que siempre prefirió esos espectadores menos remolones.

Entre ellos se cuenta Andy Burns, redactor jefe de la web Biff Bam Pop! y autor de Wrapped in plastic, un ensayo sobre Twin Peaks en el que repasa algunas de las referencias esotéricas contenidas en la obra de Lynch, como las teorías de Madame Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teosófica, —una organización "para la búsqueda de la sabiduría divina, sabiduría oculta o espiritual"—, la numerología o el significado simbólico de los colores. No obstante, Burns no está solo en estos análisis. La escritora Daisy Phillipson, por ejemplo, ha encontrado en la desasosegante Terciopelo azul detalles que remiten a la orden de los Rosacruces o a Hermes Trismegisto y a su conocida sentencia "Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba". De hecho, esos dos mundos de los que habla el autor de los Hermética aparecerían conectados en esa película a través de un canal tan peculiar como el agujero de esa oreja cortada que Jeffrey Beaumont, el personaje interpretado por Kyle MacLachlan, encuentra en el césped rodeada de hormigas.

"Es como una puerta abierta al interior del cuerpo, un agujero dentro de algo más. Como un billete para el otro mundo. La oreja está situada en la cabeza y va directamente a la mente", explicaba el propio Lynch cuando se estrenó la cinta, en un gesto poco habitual en él, conocido por querer explicar el significado de sus películas. Ni siquiera cuando alguno de sus actores hacía cábalas sobre las motivaciones de su personaje o el significado de lo que estaban rodando, Lynch confirmaba si estaban o no en lo cierto: "Cabeza borradora trata del karma", afirmaba convencido Jack Fisk, actor que interpreta al personaje de El hombre del planeta. "No me di cuenta mientras la rodábamos, pero El hombre del planeta va moviendo palancas que simbolizan el karma". Fiel a su mutismo, Lynch se limitaría a decir que "Cabeza Borradora es mi película más espiritual. Nadie me entiende cuando lo digo, pero es así. Surgió a partir de unos sentimientos, pero no sabía qué significado tenían realmente para mí. De modo que saqué la Biblia y me puse a leer, y seguí leyendo y leyendo hasta que un día llegué a una frase y me dije: 'Aquí está'. Pero no puedo decir qué frase era".

Paz y creatividad

"En esa época empezaban a verse hippies; yo no los miraba por encima del hombro, pero aquello parecía una moda pasajera y muchos de ellos se alimentaban de uvas y frutos secos. Algunos vestían como si fueran de la India y decían que meditaban, pero yo entonces no quería saber nada de la meditación", recordaba David Lynch en su libro Espacio para soñar (Reservoir Books, 2018). Todo cambiaría en 1973, durante el complicado rodaje de Cabeza borradora. Lynch, desbordado por las apreturas económicas y dificultades técnicas para sacar adelante la cinta, llamó por teléfono a su hermana Martha Levacy, a la que notó un tono de voz diferente. Le preguntó si le había sucedido algo y ella le comentó que había comenzado a practicar meditación trascendental.

"Una vez le mostré a Doreen Small una cosa que estaba escribiendo antes de empezar con la meditación y ella se puso a llorar porque era un texto repleto de ira. Cuando empecé a meditar, la ira desapareció", recordaba David Lynch que, en un primer momento, temió que esa práctica pudiera hacerle perder intensidad creativa. "Luego descubrí que te da más fuego para hacer cosas y más dicha al hacerlas, y no pierdes facultades sino que las ganas. Mucha gente piensa que la ira te da un punto, pero en el fondo la ira es un vicio que te va emponzoñando, a ti y a los que te rodean. Es poco saludable, y ni que decir tiene que no es bueno para las relaciones".

A partir de ese momento, Lynch no solo practicó meditación trascendental, sino que hizo todo lo posible por dar a conocer sus beneficios, primero entre su círculo más cercano y más tarde a escala internacional. Con ese objetivo, en el año 2005 constituyó la Fundación David Lynch para la Educación Basada en la Conciencia y la Paz Mundial, una institución destinada a que todos los niños en cualquier parte del mundo que quieran aprender a meditar puedan hacerlo, convencido de que una buena salud emocional no solo mejora la calidad de vida de las personas, sino que es el mejor camino para que el mundo viva en paz.

Lynch, durante su visita a Madrid en 2013.

Lynch, durante su visita a Madrid en 2013. / Kiko Huesca - EFE

De hecho, fue esa labor de dar a conocer la meditación trascendental la que trajo a Lynch a Madrid durante tres días de octubre de 2013. En dicha ciudad impartió una charla sobre el tema en el Museo Reina Sofía, compartió mesa en Ramsés con un selecto grupo de invitados, cenó en el Círculo de Bellas Artes con cien comensales a 150 euros el cubierto y participó en una fiesta de despedida menos exclusiva, a 20 euros la entrada. A pesar de lo apretado de su agenda, Lynch también sacó tiempo para acudir al Instituto Público Luis Braille de Coslada, para cumplir con la invitación que le había cursado Marlen Campayo, profesora de inglés del centro, cuando le dieron la palabra en el turno de preguntas de la conferencia del Reina Sofía: "Soy profesora de secundaria y la mayoría de mis estudiantes son problemáticos. ¿Vendrías mañana a mi clase para ayudarme?".

Al día siguiente, ante medio centenar de adolescentes, David Lynch habló de que la negatividad es la enemiga de la creatividad, que todo ser humano tiene un gran potencial, que no debían permitir que nadie les dijera lo contrario y compartió con ellos el momento exacto en el que decidió hacer películas: "Estaba pintando un cuadro de un jardín de noche, en su mayor parte negro con unos toques verdes. Me senté para observarlo, lo verde empezó a moverse, escuché el sonido del viento y me dije: 'un momento, ¿un cuadro que se mueve?' Y así empecé». Pura magia.