Kieran Culkin, el actor estrella que solo quiere ser buen padre
Con su recién obtenido Globo de Oro al mejor actor secundario por su interpretación en A Real Pain (Un dolor real), Kieran Culkin ya puede considerarse ‘el famoso’ de la familia. Un título nada fácil si se tiene en cuenta que su hermano Macaulay no solo fue la estrella infantil más rutilante de los 90 gracias a películas como Solo en casa o Mi chica, sino que también fue uno de los niños que frecuentaron el rancho Neverland de Michael Jackson (siempre ha dicho que eran grandes amigos y que allí no pasaba nada raro). Además, tuvo su etapa de juguete roto –siempre suma puntos en Hollywood–, cuando le detuvieron en posesión de un buen cargamento de estupefacientes a los 24 años. Por su parte, Kieran se labró una carrera de fondo sin grandes estridencias hasta que, en 2018, alcanzó la fama con su interpretación de Roman Roy, el hijo pequeño del clan de despreciables de Succession, la aclamada serie de HBO. Ahora, con la posibilidad de llevarse un Oscar en su próxima edición, ya se permite decir que lo más importante para él es estar con su familia, como hacen los famosos ‘de verdad’.
La historia vital de los Culkin bien podría dar para una película revienta-taquillas. Patricia Brentrup y Kit Culkin, que nunca se casaron, tuvieron siete hijos en común (Shane, Dakota –que murió atropellada por un coche en 2008–, Macaulay, Quinn, Christian y Rory) a los que amontonaban en un cuchitril sin paredes en Nueva York. Ella se dedicaba a cuidar de la prole y a trabajar como asistente telefónica, mientras que él era sacristán en una iglesia del Upper East Side. No tenían ni un chavo y parte del dinero que entraba en casa provenía del trabajo de los menores a quienes su padre, que había sido actor de teatro, llevaba a castings constantemente. Según The Hollywood Reporter, un vecino de la familia era director de escena en la Light Opera de Manhattan y cada vez que necesitaban a un actor infantil llamaba a su puerta.
El éxito de Macaulay les hizo salir de aquel universo dickensiano, pero a costa de sufrimiento. Kit, además de poco amante de la ducha, era avaricioso y quería sacar el máximo rendimiento de sus descendientes. La peor parte se la llevó el protagonista de Solo en casa, que incluso acudió a la justicia en 1997 y logró que el nombre de sus padres se eliminase de su fondo fiduciario para evitar que tocasen el dinero (unos 20 millones de dólares). El actor ha acusado a su padre de maltrato físico y psicológico en numerosas ocasiones y cortó su relación en cuanto pudo. En el caso de Kieran – solo él y Rory, el más pequeño de los hermanos, se han dedicado también profesionalmente a la interpretación– la experiencia fue menos traumática, pero considera que su padre no es una buena persona. La última vez que se vieron fue en 2014, en las bambalinas del teatro de Broadway. El padre había sufrido un accidente cardiovascular que le había afectado al habla y a la movilidad, pero no hubo lugar para la reconciliación: un saludo y adiós.
La primera aparición de Kieran en la gran pantalla fue, precisamente, junto a su hermano Macaulay (Kevin en la película), como su primo Fuller McCallister en Solo en casa. Después formó parte del elenco de El padre de la novia (I y II), participó en Música del corazón con Meryl Streep y en la reconocida Las normas de la casa de la sidra, dirigida por Lasse Hallström. Todos papeles discretos que, si bien le permitían mantenerse en el mundo del espectáculo, no le daban el estatus de estrella. Despuntó por primera vez en 2010 con su papel en Scott Pilgrim contra el mundo, pero el personaje de Roman Roy fue el que le trajo una cascada de nominaciones y premios como el Emmy, el Globo de Oro y el Critics Choice, entre otros. También le hizo ser consciente de que realmente quería dedicarse a la actuación, una carrera que no había elegido sino que le tocó desarrollar, como quien hereda el negocio familiar y se hace cargo sin preguntar.
Por supuesto, no pudo evitar ser un adolescente y hacer cosas propias de la edad mientras trabajaba. De hecho, una de las anécdotas –tiene muchas y las saca en las entrevistas– que han replicado los medios de todo el mundo es la del porro que Mark Ruffalo se fumó en plena representación de la obra de teatro The Moment When, en la que ambos trabajaban. La escena requería que el personaje fumase marihuana, así que tenían porros de mentira para simular la acción, pero Culkin decidió incluir uno verdadero para hacer la broma. Cuando se dio cuenta de que Ruffalo lo había cogido y lo encendía en el escenario, se dio cuenta del lío que acababa de armar. “Yo tenía 17 años y era estúpido”, afirmó en una entrevista en The Guardian. Parece ser que el cannabis es la única droga que ha consumido en su vida así que, en realidad, fue todo un adolescente modelo en su sector.
Profesión: padre y actor
Cuando su representante Emily Gerson Saines le pasó el guion de Succession, en 2016, optaba al papel de Greg, el primo bobalicón de los Roy, pero Culkin decidió hacer la prueba para interpretar al hermano pequeño. Y acertó, por suerte para él y para Nicholas Braun, que finalmente hizo de Greg. Según comentó en Vanity Fair, realmente no tuvo que prepararse demasiado para el papel porque comprendió que todo se basaba en que los ricos con mucho poder pueden hacer lo que quieran sin miedo a las consecuencias. “Puedes ser un completo idiota, un fracasado, no importa (...). Puedes decir lo que quieras, hacer lo que quieras, no importa. Roman puede darle una bofetada a su hermana y no pasa nada. ‘¿Qué vas a hacer? ¿Demandarme?’”.
La libertad de improvisación que tuvo en Succession chocó con la forma de trabajar de Jesse Eisenberg, guionista, director y actor de A Real Pain. Culkin y Eisenberg interpretan a Benji y David, dos primos estadounidenses judios de ascendencia polaca que deciden hacer un viaje al país de su abuela tras su fallecimiento. Allí se incorporan a un tour turístico en el que además de visitar lugares como el campo de concentración de Majdanek retoman una relación que había sido estrecha y ahora es complicada por su diferencia de caracteres.
El proceso de rodaje fue, al menos al principio, incómodo para Culkin, que no se acostumbraba a tener que seguir las órdenes de nadie en el plató. Sobre todo por parte de otro actor aunque, como en el caso de Eisenberg, también fuese el director. “Cada vez que lo hacía, me desconcertaba: literalmente, se me salía el pecho, apretaba el puño y me ponía a la defensiva, en plan: '¿Me está diciendo este [improperio] cómo hacerlo mejor? Porque yo también tengo cosas qué decir de él'”, explicó a The New York Times.
Gracias a su trabajo en la película Culkin ha arrasado en los Globos de Oro además de otros galardones como Los Angeles Film Critics Association Awards, National Society of Film Critics Awards o New York Film Critics Circle Awards. Ahora que ya pasa de los 40, no corre el peligro de vivir el trauma de la fama infantil como su hermano, que abandonó su carrera en el cine a los 14 años y solo aparece en las pantallas de forma puntual. Él vive un momento dulce: casado con Jazz Charton desde 2013, tiene dos hijos pequeños y, según dijo cuando recogió su Emmy, le gustaría tener más (por lo visto, a su mujer no le hizo mucha gracia). Pero en la mayoría de las entrevistas que concede habla de lo maravillosa que recuerda su infancia, de lo estupenda que fue su madre con los cuidados, del trauma que supuso la muerte de Dakota y de lo unido que está a sus hermanos.
Ese apego familiar ha hecho que se autoimponga la regla de no pasar más de ocho días fuera de casa. Una medida que, en ocasiones, es incompatible con su trabajo, como sucedió en el rodaje de Un dolor real. Muchas de las localizaciones estaban en Polonia, así que decidió llevarse allí a su familia: sabe que llegará un momento en el que no será tan fácil cambiar las rutinas de sus hijos para adaptarse a las suyas y aprovecha el momento. Teniendo en cuenta las diferentes versiones de cómo fue crecer en el seno de los Culkin que han ofrecido sus miembros, la mente de Kieran se presenta como una golosina para un psicoterapeuta. Él insiste en que lo más importante para él es ser padre porque, como dijo en The New York Times, “lo verdadero es estar en casa con mis hijos, cuando les leo libros y les canto canciones hasta que se duermen. Ahí está todo el sentido de la vida. Lo demás lo hago para poder volver a eso”. Clásico comentario de actor con las cuentas saneadas al que solo le falta un Oscar. La cháchara habitual del famoso ‘de verdad’.
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