CURIOSIDADES
La nobleza de Córdoba, en uno de los escenarios de 'La Casa de Papel': esta es la historia de uno de los palacios más espectaculares de España
Alguna de las escenas de la serie fueron rodadas en una de las joyas del Romanticismo español, que guarda una estrecha relación con la provincia cordobesa

Diario de Córdoba
Manuel Á. Larrea
Uno de los escenarios de La Casa de Papel tiene un importante pasado cordobés. La aclamada serie no vendrá a descubrir este asombroso rincón de Madrid, pero sí nos sirve para pasear por los pasillos de uno de los palacios más impresionantes de España. Y, de paso, recordar que Córdoba está muy presente en la historia que encierran sus paredes.
No hay mejor pasarela para un personaje como Berlín (Pedro Alonso), galante y enigmático, rebosante de carisma. Alguna de las escenas de la quinta temporada de la serie de Álex Pina discurre en el interior de una de las joyas del Romanticismo español. En el número 44 de la calle de Santa Isabel, en Madrid, se alza el Palacio de Cervellón, un lugar que no requiere de ficción para mantener vivas una majestuosidad y una elegancia únicas, ya que en sus salones se relacionaron los personajes más ilustres de los últimos siglos. ¿Y qué tendrá que ver eso con Córdoba?, se preguntarán.
Las fiestas de palacio: Isabel II, una asidua
En las salas de este palacio resuenan todavía ecos de aquellas grandes celebraciones que reunían a la alta nobleza del país, a políticos y artistas, a monarcas. La mismísima Isabel II era una asidua, como demuestra un retrato que representa a la soberana vestida de reina Esther con motivo de una fiesta de disfraces. Por esos tiempos, en la segunda mitad del siglo XIX, aquella exclusiva residencia vivía su época de mayor esplendor. Pilar Osorio y Gutiérrez de los Ríos, casada con Manuel Falcó d'Adda, hijo del príncipe Pío de Saboya, fue la responsable del enriquecimiento y el engrandecimiento de uno de los lugares más emblemáticos de la capital.

Uno de los salones del palacio. / Fundación de los Ferrocarriles Españoles
A los cordobeses, el apellido de ella les resultará familiar. La construcción es más conocida como Palacio de Fernán Núñez. Y el nombre, que toma de una de las familias nobles de Córdoba, ya lo dice todo. Pilar Osorio no hizo más que continuar con el legado heredado de sus padres, Felipe María Osorio y de las Cuevas, duque de Cervellón, y Francisca de Asís y Gutiérrez de los Ríos, segunda duquesa de Fernán Núñez. De su progenitora, Pilar hereda el título nobiliario y una residencia sin igual.
Uno de los principales palacios románticos
El matrimonio Osorio y Gutiérrez de los Ríos vivió en el palacio desde 1823. Felipe había heredado la casa de su padre, Miguel José Mª de las Cuevas Velasco, duque de Albuquerque, quien lo adquirió en 1769 y le dio los primeros aires de grandeza con una reforma que duró nueve años. Con anterioridad, había pertenecido a Blas Jover, secretario del Consejo de Fernando VI. El edificio había sido levantado en los terrenos de los antiguos huertos del convento de Santa Isabel. Pero tampoco retrocederemos tanto en el tiempo.

La lujosa decoración del Palacio de Fernán Núñez de Madrid. / Fundación de los Ferrocarriles Españoles
Volviendo a las grandes fiestas de palacio, a Pilar y Felipe como huéspedes de honor, a la gran vida de aquella segunda parte del siglo XIX, hay que resaltar que fue el propio matrimonio el que se preocupó por dar a su residencia un merecido lugar en la más alta esfera social y artística. Más de dos décadas duró la reforma que lo alzó al podio de los palacios románticos de España. Veintitrés años, concretamente, en los cuales los artistas franceses e italianos más prestigiosos participaron en la redecoración de los rincones que quedarían inmortalizados por el fotógrafo Jean Laurent y Minier a encargo de los nobles.
Alarde de lujo y elegancia
El palacio ha sido siempre, pero con más intensidad en aquella época, un alarde de lujo y elegancia. Las mejores telas, el mobiliario más valioso y la decoración más asombrosa se conjugaban haciendo de escenario para las citas de los duques. Mientras las señoras tomaban café o escuchaban un recital de piano, ellos se divertían jugando al billar en el salón de la música. Isabel II estaba enamorada del salón amarillo, una estancia envuelta en seda de Lyon que acogía las pinturas de Palmaroli. En el salón de Carlos IV, las firma Goya.

Jardín del Palacio de Fernán Núñez de Madrid. / Fundación de los Ferrocarriles Españoles
Ricos tapices góticos en uno, los retratos de los nobles en otro. Cada salón alberga detalles que sirvieron para bautizarlos. El ímpetu de los duques por diferenciar cada estancia les llevó a adquirir en la Exposición Internacional de París de 1867 un increíble comedor de madera de nogal. Material en que se construyó la majestuosa escalera que conecta las estancias privadas con el resto del palacio. Jardines, galerías... El palacio parece no tener fin. Ni tampoco su belleza. Y, pese a haber sufrido reformas y alteraciones en el último siglo, mantiene intacta su aura. En la Guerra Civil fue incautado y en 1941 se vendió a la Compañía Nacional de Ferrocarriles del Oeste.
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