MÉXICO

Una crónica del viaje del zapatismo para reivindicar y expandir su legado

Diego Enrique Osorno publica ‘En la montaña’, un libro lleno de esperanza para un país sumido en la violencia, y en el que relata la travesía del EZLN en el velero La Montaña y su encuentro con uno de los mayores narcos del Cártel de Sinaloa

Diego Enrique Osorno, periodista mexicano, autor del ensayo 'En la montaña'.

Diego Enrique Osorno, periodista mexicano, autor del ensayo 'En la montaña'. / Cedida

Aunque sea un poco como preguntarle sobre Dios al mismísimo Demonio, si uno busca 'Ejército Zapatista de Liberación Nacional' en Google Trends, la herramienta de la todopoderosa multinacional estadounidense que mide las tendencias de búsquedas en Internet de términos, personajes o conceptos, se aprecia claramente el descenso que se ha producido en los últimos años del interés —en nuestro país y en el resto del mundo— con respecto a este movimiento.

Los datos muestran cómo, a partir de 2006, las búsquedas del término fueron reduciéndose paulatinamente hasta ser casi testimoniales. Parece que la mayoría de nosotros, desde Occidente, nos hemos ido olvidando de esta revolución que comenzó oficialmente el 1 de enero de 1994, el mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y que marcó toda una época.

El EZLN surgió como un levantamiento armado en el estado mexicano de Chiapas, el más pobre del país, exigiendo justicia, democracia, y derechos para las comunidades indígenas, históricamente marginadas. El movimiento tomó su nombre de Emiliano Zapata, el líder revolucionario mexicano que luchó por la reforma agraria a principios del siglo XX y su ideología combina el marxismo, el anarquismo y las tradiciones indígenas.

Aunque se inició como un movimiento armado, pronto se centró en la resistencia pacífica y la autogestión de las comunidades. Liderado por figuras como el Subcomandante Marcos (ahora conocido como Subcomandante Galeano), los zapatistas llamaron la atención internacional por su capacidad para articular las demandas indígenas y por su uso estratégico de los medios de comunicación.

Con el paso del tiempo, el EZLN ha establecido territorios autónomos en Chiapas, con sistemas propios de gobierno, justicia y educación, conocidos como Caracoles y continúa siendo un símbolo de la resistencia frente al neoliberalismo y las desigualdades estructurales en México y en todo el mundo. Además, a pesar del olvido occidental, según el periodista, escritor y realizador Diego Enrique Osorno, que acaba de publicar en nuestro país En la Montaña (Anagrama, 2024), Premio Anagrama de Crónica, el movimiento “está más vivo que nunca”.

Portada del libro 'En la montaña', escrito por el periodista mexicano Diego Enrique Osorno.

Portada del libro 'En la montaña', escrito por el periodista mexicano Diego Enrique Osorno. / EPE

Un fresco diverso de la actualidad mexicana

En la montaña es una crónica a varios niveles, en la que se reflexiona sobre México, uno de los países más complejos del mundo. Por un lado, relata el encuentro de Osorno en 2021 con Ismael 'El Mayo' Zambada, uno de los grandes capos del Cártel de Sinaloa que fue detenido hace unos meses en El Paso, Texas; y, por otro, el viaje que realizó el periodista, acompañando a un grupo de representantes del EZLN, el llamado Escuadrón 4-2-1, cruzando el Atlántico camino de Europa en La Montaña, un viejo velero alemán, para difundir el mensaje zapatista. En el libro, el autor también tiene tiempo para reflexionar junto a otros intelectuales mexicanos sobre la praxis zapatista y la violencia que ahoga al país desde hace décadas y que en estos días sufre una recaída.

Tanto la entrevista como el viaje zapatista —sobre el que también rodó un documental estrenado el año pasado que todavía no está disponible en España— son, por sí solas, dos historias con el potencial de marcar la carrera de cualquier reportero. Cuando ambas oportunidades coincidieron en el tiempo, Osorno confiesa que se sintió “en una especie de encrucijada, al tener que asumir vivencias tan extremas y de pulsos tan diferentes. Ya después, como me suele pasar en los procesos de inmersión de mis crónicas y documentales, me iría dando cuenta de que esa sensación contradictoria era justo el problema que debía marcar este libro escrito entre sombras y luces”, afirma.

Una cita casi única

Pocos han tenido la oportunidad de entrevistar a El Mayo. En realidad, hasta ahora solo lo había hecho el periodista Julio Scherer, hace ya 14 años, para la revista Proceso. Por eso mismo, Osorno no estaba nada convencido de que finalmente esta cita ocurriera, a pesar de que la preparación de la misma duró semanas.

Resultaba fascinante poder entender algunas claves de la personalidad del capo y su opinión sobre la posibilidad que rondaba en el ambiente en aquellos días de que los grupos criminales pudieran formar parte de una especie de proceso de paz para disminuir la violencia incesante que padece México.

“Aunque su gente me dijo que la charla duraría media hora, al final se alargó por tres horas”, recuerda el escritor, que tuvo que viajar a las montañas del norte mexicano para encontrarse con Zambada en una modesta casa. “Con este encuentro se daba pie para una siguiente entrevista e incluso a algunas visitas a lugares que él deseaba mostrarme. Hablar con él me ayudó a confirmar varias cosas que venía trabajando como reportero y a hacerme nuevas preguntas que sigo procesando”.

En la entrevista, el narco se muestra austero, misterioso y sorprendentemente partidario de la negociación y el acuerdo, algo que contrasta con lo que espera al futuro de la región, que pronto quedará sujeta a los vaivenes del gobierno de Trump. “Nosotros nos dedicamos a un negocio que necesita Estados Unidos. Estamos en contra de los que traicionan y de los que matan niños (…). El narcotráfico no se acaba, la violencia no es nuestro negocio”, afirma el narco a lo largo de la entrevista.

Pero la reciente detención de El Mayo no solo ha tirado por tierra los planes de volver a encontrarse con él, sino que ha reactivado la violencia en la zona de forma alarmante. “Ahora en Sinaloa hay más grupos armados que nunca, generando desazón y muerte. Para 2025, la situación puede desbordarse mucho más ahí y extenderse a otros lugares de un país de por sí ya ensangrentado de forma cotidiana”, prevé Osorno. “Por lo que percibí durante nuestro encuentro, Zambada era un capo con un perfil más político que bélico. Privilegiaba el acuerdo por encima de la bala en un negocio, ilegal sí, pero cuyo combate, mediante el uso de la fuerza, ha sido un fracaso… Un fracaso del que se benefician políticos demagogos y corruptos en EE.UU. y México”.

El narcotraficante mexicano Ismael 'El Mayo' Zambada, en una imagen policial.

El narcotraficante mexicano Ismael 'El Mayo' Zambada, en una imagen policial. / EPE

Un viaje real y simbólico

Más allá de este encuentro, el libro tiene como detonante y como hilo conductor el viaje del barco La Montaña a Europa, excusa que el autor utiliza para narrar otra travesía, la del propio EZLN desde su levantamiento en 1994 hasta el momento en el que zarpó el barco en 2021, en plena pandemia del coronavirus.

“A partir del testimonio directo de los subcomandantes Marcos, Galeano y Moisés, así como de los marineros zapatistas del Escuadrón 4-2-1 a bordo del barco, intento contar la interesante metamorfosis de un ejército indígena que se alzó en armas hace treinta años y que ahora se ha convertido en un movimiento social con características civiles y pacíficas, el cual ha logrado establecer gobiernos autónomos y una relativa estabilidad al margen de la democracia bárbara mexicana”, explica Osorno.

El sistema político de México sale particularmente mal parado en este relato. El autor explica que con la derrota del PRI en las presidenciales del año 2000 parecía que se abría una nueva etapa para el país, la democracia llegaba, finalmente, a México, pero “a partir de entonces, la democracia mexicana ha producido más ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, actos de tortura y desplazamientos que cualquier dictadura latinoamericana del siglo pasado. No es que haya barbarie en la democracia: nuestra democracia es la barbarie, tal y como digo en el manifiesto del periodismo infrarrealista que escribí hace un tiempo para tratar de mirar la nebulosa más allá de las probadas incompetencias presidenciales”, remarca Osorno.

El autor reconoce que viajar a bordo de La Montaña, no solo supuso una liberación, debido a que se produjo en medio del confinamiento a causa de la pandemia, sino que también le llenó de esperanza y de ideas nuevas. Estas, inspiradas por el contacto con los zapatistas, se transmiten en el libro.

Preguntado por las razones de que este rayo de esperanza en un mundo diferente que propone el zapatismo se haya olvidado tanto en Europa, el autor responde: “Me parece que, entre 1994 y 2001, el zapatismo tuvo mucha atención nacional e internacional, entre otras cosas, por tres motivos: uno era la causa tan legítima que enarbolaba al alzarse en contra del racismo, clasismo y profundo desprecio en contra de pueblos y comunidades indígenas de Chiapas, justo en medio de la supuesta llegada de México al Primer Mundo con la entrada en vigor del TLC con Estados Unidos y Canadá; otra razón era la sorpresa del recurso de las armas en un momento del mundo en el que se decía que se habían acabado las revoluciones, tras el desmantelamiento de la URSS, la caída del muro de Berlín, el fin de las guerrillas centroamericanas y demás eventos entonces recientísimos; y la tercera, la enorme capacidad de comunicación del Subcomandante Marcos, una figura inteligente, ingeniosa y misteriosa que a veces parecía venir de otro planeta”, rememora.

“A partir de 2003”, continúa el autor, “tras haber sido traicionados por la clase política mexicana una y otra vez —incluyendo a la izquierda que después llegaría a la presidencia en 2018—, los zapatistas suspendieron el diálogo con todo este sector para dedicarse a implementar de facto la autonomía en sus comunidades y las miles de hectáreas de tierra que recuperaron con su alzamiento. Durante esos años, lejos de la búsqueda del poder y de los grandes medios de comunicación, fueron construyendo un interesante sistema de gobierno que les ha permitido resistir en sus territorios a los embates del ejército, la policía, grupos paramilitares y grupos del crimen organizado, además de estar lanzando constantes iniciativas de rebeldía en México y a nivel internacional, como la que dio pie al viaje de La Montaña a Europa. Una travesía que, por lo que han dicho, planean continuar durante los próximos años a los demás continentes para tener más reuniones directas con personas, colectivos y organizaciones de otros países del mundo”.

Para Osorno, en definitiva, tanto por su entrevista con El Mayo Zambada como por las decenas más que se desgranan en el libro, este es un alegato por el diálogo. “En cierta forma, el zapatismo ha sido para mí un movimiento que siempre está en búsqueda, no una instancia dogmática”, afirma. “Ese es uno de los simbolismos que puedo ver en este viaje; otro es el del encuentro y la conversación: vivimos en una época de monólogos (Trump, López Obrador, Milei…), pero el zapatismo es una conversación. El zapatismo es una conversación en el mundo de los monólogos, conversación que además a veces ocurre en lugares tan improbables como un viejo velero alemán navegando por el Atlántico”.