MÚSICA

No es Karol G, es Zahara: el 'indie' ha muerto por tu culpa, pero no estás preparado para esta conversación

Mueven masas, crean opinión y llenan titulares: ahora los independientes ya no tienen miedo al éxito, se han quitado los complejos y coronan festivales junto a Quevedo, Rauw Alejandro y Lola Índigo

Zahara, Vega, Christina Rosenvinge e Iván Ferreiro, entre otros artistas.

Zahara, Vega, Christina Rosenvinge e Iván Ferreiro, entre otros artistas. / EPE

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Madrid

Que Zahara samplee gatos en su última canción. Que Love Of Lesbian alcance el número 1 por cuarta ocasión. Que Russian Red se las dé ahora de moderna. Que Viva Suecia llene estadios en cuestión de minutos. Que Varry Brava compita por ir a Eurovisión. Que Miss Caffeina toque en Bingo para señoras. Es curioso que artistas a los que se ha catalogado históricamente de indies, de repente, hoy, actúen como Karol G. Mueven masas, crean opinión y llenan titulares, qué paradójico. Durante años, se les ha atribuido el sambenito de alternativos. Y, claro, como tal, parecía que las mieles del éxito no les pertenecían. Sin embargo, en 2024, coronan festivales junto a Quevedo, Rauw Alejandro y Lola Índigo. Incluso algunos colaboran entre sí: ahí están Carolina Durante y Rosalía, por ejemplo. ¿Qué será lo siguiente? ¿Vetusta Morla con Ana Mena? Españoles, el indie ha muerto. O eso parece.

“Este género no tiene ningún patrón estilístico que lo caracterice. No obstante, la etiqueta suele asociarse a bandas de pop-rock. Ahora bien, hay propuestas bastante alejadas que también son entendidas así, como la eléctrica y atmosférica de My Bloody Valentine. Ahí es donde el concepto se desdibuja”, señala José Olmo, autor de Indie, la construcción de un no-género musical (Berenice, 2024). Sin olvidar que dentro de esta categoría entran proyectos gestados desde la independencia, sin estar vinculados a una discográfica. Así como aquellos que, aún perteneciendo a una, reflejan actitudes y valores propios de este estilo. Una apreciación que complica más su entendimiento. ¿Tocado y hundido?

Miss Caffeina ha editado cinco álbumes y cinco epés hasta la fecha: 'Shanghái Baby', el último de ellos.

Miss Caffeina ha editado cinco álbumes y cinco epés hasta la fecha: 'Shanghái Baby', el último de ellos. / ALBA VIGARAY

La prensa sigue usando este calificativo para aglutinar aquello que se escapa de las corrientes imperantes, lo que ha acabado desvirtuando su significado. Si es que, en algún momento, visto lo visto, estuvo claro. “Si bien el indie ha ido ganando popularidad desde los 90, su pico de popularidad tuvo lugar entre 2010 y 2015 gracias a nombres como Supersubmarina, Lori Meyers e Izal. Era la etiqueta de moda. Hoy parece que ha perdido intensidad, pero siguen estando ahí para atraer a su público. Cada temporada se organizan festivales que la enarbolan y, cada cierto tiempo, surgen grupos a los que rápidamente etiquetan como tal. Quizá, el caso más reciente es del Arde Bogotá que, vaya, edita sus álbumes en Sony”, continúa. Un buen ejemplo de que este término se ha ido debilitando, en parte, por su entrada en multinacionales que han visto en ellos una oportunidad de negocio.

Los Planetas, en Los 40 Principales

“Aunque se está utilizando el concepto indie mainstream para definir estas propuestas, no hay que perder de vista que un proyecto indie puede ser mainstream. No es incompatible. Geoff Travis, fundador de Rough Trade, que publicó a The Smiths, explicaba que la independencia consiste en hacer las cosas de otra manera a como lo plantean las grandes discográficas, pero la finalidad es insertarse en ese mercado que ellas dominan y llegar al gran público”, subraya el experto. Justamente, lo que Vega, Anni B Sweet, La Bien Querida, Ede y Christina Rosenvinge han conseguido. La mayoría de ellas tras haber levantado sus propios sellos, el cambio que les ha permitido trabajar con total libertad.

Tras 'Mirlo blanco', Vega acaba de editar 'Ignis'.

Tras 'Mirlo blanco', Vega acaba de editar 'Ignis'. / ALBA VIGARAY

Los Planetas marcaron un antes y un después en este debate. Ojo: la banda indie por excelencia ha desarrollado gran parte de su carrera en una major. Y no sólo eso: se mataban por sonar en Los 40 Principales. “Es una maniobra legítima. Sin embargo, llama la atención cómo, a partir de entonces, su autonomía se justifica en términos de actitud, de ser artísticamente libres. Y no por ser independientes en el sentido de operar al margen de la gran industria en lo relativo a la publicación, distribución y promoción de sus trabajos”, continúa Olmo, licenciado en Historia y Ciencias de la Música. Al revés, por ejemplo, esta semana Leiva ha liderado la playlist Todo indie en Spotify. Sí, llamativo. Poco antes Iván Ferreiro lanzó su villancico junto a Pablo López, Rozalén y Santi Balmes, entre otros. Lo dicho.

Elvis Presley fue pionero

Este es el motivo por el que las multinacionales se están rifando aquellos proyectos indies que, aunque musicalmente en las antípodas, pueden serles rentables: “Parece que la autogestión es una apuesta reciente porque, desde finales de los 80, se ha hablado mucho de ello, pero no podemos olvidarnos que ya en los 50 Elvis Presley, Roy Orbison y Johnny Cash, entre otros, comenzaron sus carreras en el independiente Sun Records. Estos nacieron cuando la venta de discos se convirtió en un mercado beneficioso. A partir de ahí, las corporaciones han firmado con grupos alternativos y comprado sellos con propuestas interesantes para el público”.

El próximo álbum de Zahara se llamará 'Lento ternura'.

El próximo álbum de Zahara se llamará 'Lento ternura'. / NOEMÍ ELÍAS

P. Entonces, ¿el indie ha muerto o no?

R. Nunca hemos llegado a entenderlo bien. No sólo en España, también a nivel internacional. Estados Unidos y Gran Bretaña han sido los grandes exportadores de música popular desde la segunda mitad del siglo XX e, igualmente, ellos lo entienden de diversas formas. Y todas muestran paradojas entre lo que se dice que es, o debe ser, y lo que en realidad es. Comprenderlo más allá de la independencia discográfica es navegar en un universo de abstracciones y contradicciones que dificulta la percepción del hecho musical.