EXPOSICIONES
El 'best seller' de anatomía que inspiró a los artistas del Renacimiento
La muestra ‘Arte y Anatomía en el Renacimiento. Juan Valverde de Amusco y la Historia de la composición del cuerpo humano’ que la BNE acoge hasta el 1 de marzo explora la relación entre la ciencia y el arte durante este periodo
Leonardo Da Vinci y su Hombre de Vitruvio son una buena muestra del fervor por las matemáticas, la ciencia y la intención de conocimiento del ser humano del Renacimiento. Al ver al Hombre de Vitruvio uno puede pensar que está ante un cuerpo humano dibujado dentro de una rueda y colocado en diferentes formas, pero la proporción y la matemática están presentes, por lo que aparece la sorpresa: además de arte, también es ciencia. La relación entre el arte y la ciencia fue algo común en el Renacimiento, y en especial la anatomía ocupó un lugar importante. Hubo un personaje histórico, menos conocido que Da Vinci y dedicado a la medicina, que elaboró un tratado que médicos y artistas de todo el mundo revisaron sin parar: Juan Valverde de Amusco (Palencia c. 1525 – Roma c. 1557). Para conmemorar los 500 años de su nacimiento, la Biblioteca Nacional (BNE) acoge una exposición en la Antesala del Salón de Lectura María Moliner que pone en valor la obra cumbre de Valverde de Amusco, la Historia de la composición del cuerpo humano, que apareció por primera vez en Roma en 1556.
Comisariada por David García López, José Ramón Marcaida López y Sergio Ramiro Ramírez, la exposición Arte y Anatomía en el Renacimiento. Juan Valverde de Amusco y la Historia de la composición del cuerpo humano, que puede visitarse de manera gratuita hasta el 1 de marzo, celebra la obra de este médico castellano no tan conocido que realizó un trabajo de divulgación destinado a otros profesionales de la medicina y, de manera colateral, a los artistas de la época.
De Palencia a Roma
Juan Valverde de Amusco, oriundo de Palencia, inició su formación médica en Valladolid. Se estima que con unos 17 años, a principios de 1540, viajó a Italia para estudiar el cuerpo humano junto a Matteo Realdo Colombo, discípulo de uno de los médicos más reconocidos, Andrea Vesalio. Con este maestro asistiría a su primera disección, la del cadáver de una mujer que fue ajusticiada por asesinar a su hijo, y en 1548 se trasladaría a Roma. En 1555, el palentino estaría presente en la autopsia de Ignacio de Loyola y los conocimientos que adquirió en ella fueron los que plasmó en Historia de la composición del cuerpo humano.
El libro de Valverde de Amusco se publicó trece años después que De humani corporis fabrica (Basilea, 1543) de Andrea Vesalio, considerado hasta la época el manual anatómico por excelencia, pero que todavía necesitaba enmiendas. Las correcciones llegaron con la aparición de Historia de la composición del cuerpo humano, un tratado de inspiración vesaliana, pero en el que su autor analizaba la constitución del cuerpo humano de una manera más sistemática, accesible y actualizada utilizando dos recursos clave: el uso del castellano como lengua vehicular y la inclusión de imágenes de alta calidad. La obra, que los curiosos pueden hojear en su versión digitalizada, fue el primer tratado anatómico escrito íntegramente en castellano y está considerada como uno de los libros de anatomía más importantes de la Edad Moderna. Así lo demuestran sus rápidas traducciones a otros idiomas como el italiano, el latín o el holandés. “Este libro fue un verdadero best seller de la época y supone una alianza entre el talento de los artistas, la pericia de los anatomistas y el conocimiento de los cirujanos”, destaca Marcaida.
El cuerpo humano y el arte Renacentista
Las imágenes, basadas en los modelos de Vesalio, además de resultar de gran interés anatómico para los médicos y, especialmente, cirujanos de aquel entonces, muestran la relación que la ciencia y el arte mantuvieron en la cultura del Renacimiento europeo. Los artistas también acudieron a la obra de Valverde de Amusco para saber cómo dibujar, diseñar o reimaginar el cuerpo humano. Una “maravillosa conjunción de conocimiento anatómico y arte”, según explica Ramiro. La exposición está compuesta por 33 obras, todas ellas pertenecientes a las colecciones de la BNE, que “entablan un diálogo de letras e imágenes que nos transportan al siglo XVI”, aseguran sus organizadores.
La muestra está dividida en secciones. En una de ellas, la obra se sitúa en el contexto de desarrollo anatómico de la época, marcado por el conocimiento a través de la observación directa y las manipulaciones del cuerpo humano. El arte renacentista debía tratar los temas más elevados, normalmente asociados a lo religioso. El personaje protagonista, casi único, de la pintura debía ser la figura humana, y su conocimiento y exacta reproducción debían ser el mayor objetivo del artista. Por ello ya en las Academias italianas del siglo XVI se realizaban disecciones de cadáveres dignas de quirófanos a través de las que los pintores podían aprender el funcionamiento interno del cuerpo humano, cuenta Marcaida. Un ejemplo de ello es el Compendio de la salud humana (1494) expuesto: un grabado de un cuerpo humano con puñales clavados en diferentes lugares acompañado de dibujos que muestran los órganos afectados por cuchillada, que tuvo que realizarse mirando directamente al interior del cuerpo. A ello se sumó la consulta de los tratados médicos que, como el de Valverde, ofrecían unas estampas de gran atractivo y sentido didáctico para los artistas. De este modo, la confluencia de arte y ciencia médica que se explora en esta exposición se hizo constante en la época.
La segunda explora cómo se creó el libro, teniendo en cuenta que en la época se estaba desarrollando la imprenta y las dinámicas de la producción libresca estaban cambiando. El libro pudo imprimirse en un tamaño más pequeño, formato folio, que lo hizo mucho más manejable que, por ejemplo, el de Vesalio. Debido a su accesibilidad, los comisarios coinciden en que más que como un manual de consulta se utilizaba como un instrumento de trabajo: uno de los ejemplares de Historia de la composición del cuerpo humano expuestos, probablemente perteneciente a un médico, cuenta con imágenes adicionales y anotaciones realizadas a mano.
También están presentes en la exposición las figuras de la cultura romana de mediados del siglo XVI que participaron. Por ejemplo, los impresores Antonio Salamanca, Antoine Lafréry y Antonio Blado, los artistas Gaspar Becerra y Nicolas Beatrizet y el cardenal Juan Álvarez de Toledo, a quien Valverde de Amusco dedica el tratado. En la dedicatoria, fechada a 13 de septiembre de 1554, el médico explica uno de los motivos principales que le llevaron a escribir su libro: la "gran falta que la nación nuestra tiene de hombres que entiendan de anatomía". Para cumplir su cometido de acercar la anatomía a la sociedad, lo escribió en castellano, ya que muchos médicos españoles no dominaban el latín que predominaba hasta entonces en los textos médicos.
Historia de la composición del cuerpo humano trascendió su propósito médico inicial para convertirse en una herramienta imprescindible para los artistas del Renacimiento. Las detalladas láminas anatómicas de Valverde de Amusco ayudaron a desentrañar lo hasta entonces desconocido del cuerpo humano, pero también sirvieron como punto de partida para el desarrollo de un lenguaje artístico que combinaba rigor anatómico y la sensibilidad estética. Para descubrir más sobre ella solo hace falta asomarse al edificio de la Biblioteca Nacional, a esa sala empapelada de color naranja en la que cuelgan las láminas sacadas del primer tratado anatómico escrito en castellano.
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