LA ENTREVISTA

Pepe Ribas, escritor: "La etapa de mayor libertad en este país fue la de Adolfo Suárez, que retrasó la llegada al poder de Felipe González y provocó el 23-F"

En el 50 aniversario de la gran revista y foro contracultural que fue 'Ajoblanco', su editor publica 'Ángeles bailando en la cabeza de un alfiler. La explosión libertaria de 1976-1977': una revisión crítica del ayer y una llamada a los más jóvenes a crear en la libertad de los márgenes.

Pepe Ribas

Pepe Ribas

Está convencido Pepe Ribas de que la creación artística, libre, al margen de las subvenciones porque así ha de ser, vuelve a brotar en las veredas que transitan las generaciones más jóvenes. Se refiere a aquella libertad que fue distintivo de los años 70 y que tuvo en el breve reinado de Adolfo Suárez su único período de fertilidad. Luego ya, llegaron los pactos, la Transición, y aquella Revolución Contracultural quedó suspendida. Dice también que de aquel oficialismo de partido que se impuso como norma sociopolítica, se deriva la actual crisis democrática. Lo cuenta Pepe Ribas (Barcelona, 1951) de forma exhaustiva en Ángeles bailando en la cabeza de un alfiler. La explosión libertaria de 1976-1977; armado de una pluma veloz y en extremo lúcida, y de una memoria prodigiosa sobre los hechos y sus protagonistas. Un ensayo clarividente y necesario para la reflexión sobre el presente, que reivindica los cambios socioculturales que promovió la Contracultura, en un aniversario esencial: los 50 años del nacimiento de la revista cultural que Ribas fundó y dirigió, Ajoblanco: un mito.

¿Quién y cómo se traicionó la revolución de la Contracultura en este país?

No fue exactamente una traición. Básicamente, la causa fue una inflación que llegó al 22%: una bombona de butano había multiplicado su precio por tres, y era con butano como cocinaban y se calentaban las clases media y baja. A continuación se firman los Pactos de la Moncloa, que impusieron una serie de requisitos para la entrada en el Mercado Común Europeo en los que se exigía desmontar parte del tejido productivo español. En las primeras elecciones democráticas, la extrema izquierda se presenta en tres coaliciones distintas, y ninguna de ellas obtuvo representación parlamentaria en las Cortes constituyentes del 77. Las propuestas culturales, sociales y educativas de la Contracultura, que básicamente atañían a la ecología, los derechos de homosexuales, el feminismo, la antipsiquiatría, el antimilitarismo y un nuevo modelo para las prisiones, exigían un tiempo de elaboración, una consolidación que iba a durar 10 años. No hubo tiempo, y toda la izquierda radical se dividió en muchos flancos. Fue decisiva la huelga de gasolineras que paralizó Barcelona y asustó a todos los partidos que habían pactado la transición con los franquistas liberales. Y la conclusión de esto fue la vuelta de Tarradellas y la restauración de la Generalitat provisional, que vio en el movimiento libertario (mayormente catalán) un gran peligro, porque era muy amplio y no jerárquico, y porque no planteaba un juego de poder, sino un cambio social real.

¿De qué modo está afectando aquello al presente? Dice que la crisis democrática de hoy es fruto de aquel vacío, ¿pero no es más bien un fenómeno global?

El problema actual es que la izquierda, al no asumir la acción que la gente emprende libremente para cambiar la vida cotidiana, ha fracasado: se ha perdido en una oratoria de ideas que en la realidad nunca se cumplen. Es algo que se observa claramente en el período que sucede tras la Contracultura, es decir décadas de los 80 y 90, y en lo que ocurrió después del 15-M, un movimiento asambleario que se ha convertido en una izquierda jerárquica de funcionamiento peregrino por no decir tradicional, centrado en el poder.

¿Fue la llamada Movida Madrileña el instrumento empleado conscientemente para la domesticación?

La Movida fue fruto de la acción de los diversos grupos de creatividad contracultural y libertaria que hubo en Madrid, pero que se dispersaron por la terrible represión y la acción de los guerrilleros de Cristo Rey en los años 70. Cuando Tierno afianza su popularidad como alcalde de Madrid, una de las primeras cosas que hace es subvencionar los festivales de rock, y nace Radio3 e incluso los primeros programas de TVE en torno a la música pop. Pero recordemos la crisis económica, que urgía a mercantilizarlo todo: había que ganar dinero como fuera. Y así surgen las casas de discos, que se nutren de los muchos productores que han huido de Barcelona por la presión nacionalista. A la vez, empieza a instaurarse poco a poco la cultura de la subvención. Entonces, la respuesta es sí, a partir de 1983 se domesticó aquel origen revolucionario.

Se ha especulado con que la irrupción de la droga dura y letal, primero la heroína y poco más tarde la cocaína, sirvió para el adocenamiento de la juventud con inquietudes culturales y, también, políticas. ¿Lo comparte?

Absolutamente. Fíjate, el cannabis y el LSD son drogas expansivas que te comunican contigo mismo y también, con el exterior. Son drogas abiertas y visionarias que no crean una fuerte adicción, sino que amplían tus sentidos: escuchas mejor la música, encuentras nuevos valores y sensaciones en la naturaleza... En cambio la heroína es la droga del derrotado: te encierra dentro de ti mismo. Al no cumplirse las expectativas libertarias, la decepción produce dos derivas: por un lado el nihilismo, el punk con o sin heroína, y por otro, los neo rurales: muchísima gente se va al campo a trabajar de maestros, médicos, agricultores, artesanos, etcétera.

A continuación nos hicieron ver que el rock and roll era el origen y causa de esas adicciones. Los baby boomers, víctimas de aquello, nos lo creímos y nos sentimos culpables. ¿Y ustedes?

El origen de estas adicciones es el fracaso de las opciones de cambio de la sociedad real, que la democracia no ha cumplido. Por otro lado, el punk es una tendencia británica traspasada a un pueblo mediterráneo en un momento de gran ebullición social y cultural: la situación era muy compleja y muy plural. También fue un momento muy narcisista: todo aquel mundo del diseño, de los bares y de los clubs. Y paralelamente nacen nuevas tendencias artísticas en el cine, el arte y la literatura, donde el Gobierno del PSOE y el diario El País marcan las pautas a base de cargos y subvenciones. Y los que no están ahí, quedan excluidos. Ese fue el motor que impulso el segundo Ajoblanco en 1987: la necesidad que sentíamos de mejorar aquella semi democracia y de renovar, que en mi caso se tradujo por reeditar.

Año 1982: irrumpe el sida. Sin caer en conspiranoias, ¿le vino muy bien al establishment aquel salto nunca justificado de una enfermedad de primates al ser humano?

El sida sembró pánico, que se sumó al miedo que ya había. Miedo, pánico y mucha muerte.

¿Cuántos colegas y amigos perdió usted a causa de estas dos plagas?

No, en mi grupo no hubo apenas muertos de sida ni de heroína: las dos plagas se cebaron con la siguiente generación.

Uno de los aspectos que más me ha sorprendido del libro es que ya entonces la consigna libertaria velaba por la conservación y el diálogo con la naturaleza. ¿Aquella fugaz Contracultura logró, sin embargo, dejar huella en la sociedad?, ¿se le debe algo?

¡Claro que dejó huella! Cambió la cabeza y la forma de pensar de muchísima gente. A partir de entonces, muchas transformaciones fueron ya irreversibles. En la sexualidad, el feminismo, el ecologismo que mencionas; en la psiquiatría, que dejó de aplicar electroshocks y pasó del manicomio al centro de salud; se suprimió el servicio militar obligatorio, etcétera. Hubo un juego plural, de muy diversos actores, pero nosotros fuimos quienes pusimos sobre la mesa una nueva actitud vital y filosófica, un nuevo orden de creencias.

Escribe: "La transición real no está escrita", y le pregunto: ¿Pese a las decenas de libros y estudios publicados sobre este asunto? ¿Pretende este libro arrojar una luz definitiva sobre lo que ocurrió en realidad?

No, yo no pretendo arrojar una luz definitiva en cuanto a lo que hizo la generación entonces en el poder, o sea la de Felipe González y la Transición. Lo que quiero contar es lo que hizo la Contracultura, cuyos valores no eran los del PSOE ni el PC, gente con una moral muy conservadora. El PC por ejemplo no aceptaba a homosexuales entre sus filas, no hasta el año 79; los expulsaban del partido con el argumento de que ante un policía guapo podían cantar La Traviata. Y eso sucedió, podría darte nombres.

Ribas, ¿dónde archiva, dónde le cabe a usted tanta memoria?

Estudio. Repaso, releo, ordeno… Tengo un archivo en papel muy importante. Y desde que comisarié la exposición Underground y Contracultura, que estuvo tres años en cartel entre el Palau Robert de Barcelona y el Centrocentro de Madrid, también tengo mucha documentación recopilada en archivos digitales.

La izquierda oficialista se hizo cargo del país con consignas moralistas y ¿sólo ahora se les ve el plumero, a González, Guerra y demás pandilla?

Nosotros lo dijimos desde el primer momento. Ocurre que fue un mal probablemente necesario. Pero la etapa de mayor libertad en este país fue la de Adolfo Suárez y esto es muy importante decirlo. Suárez no cumplió ninguno de los tres pactos que había aceptado para ser nombrado presidente: la entrada de la OTAN (que no sucedió hasta González), la no legalización del Partido Comunista (lo legalizó) y se presentó a las elecciones montando un partido político (lo que había dicho que no haría); un partido que retrasó la llegada al poder de Felipe González y provocó el 23-F: ambas circunstancias van unidas, y nunca se ha dicho de forma tan clara.

Sostiene que el franquismo fue una dictadura más católica que política. ¿También los nacionalismos fueron incubados en el poder de la Iglesia católica; el pujolismo, por ejemplo?

El pujolismo nace en el monasterio de Montserrat, en los campamentos de jóvenes católicos. Todas las dictaduras del Este nacen en el comunismo y terminan en el nacionalismo, de fuerte raíz religiosa. El nacionalismo no puede ser de izquierdas porque la izquierda es multinacional, universalista, y a lo que debería aspirar la izquierda es a la paz mundial y a la igualdad para poder llegar a la libertad.

¿Tan antitéticos son nacionalismo e izquierda como lo son poder y cultura? ¿De ahí que sostenga que el oficialismo aniquiló la libertad creativa y artística a base de subvención?

Sí, porque la creatividad cultural nace en los márgenes. Y éste es el motivo esencial por el que he escrito este libro: que la gente joven de ahora entienda que ha de crear en los márgenes, sin subvenciones, sin estatismos y sin obligaciones; que ha de sentirse libre en estos márgenes para poder experimentar. Crear grupos de teatro como fueron los Goliardos, Els Joglars o Comediants; o revistas como el propio Ajoblanco, es un indicativo esencial. Las bandas de rock se intercambiaban músicos, hasta el punto de que era un lío saber quién era de esta o de aquella. Y así se gestó un enorme universo de creatividad. En este momento, las subvenciones exigen una burocratización tremenda, obligan al artista a ser un contable. Y la soledad del autor, su individualismo, impide asuntos tan básicos como disponer de un espacio físico para crear: se necesitan espacios y grupos. La acción ha de ser lo importante, muy por encima de la planificación.

Y ahora, ¿en qué indicios se basa para afirmar que se está produciendo un renacimiento cultural? ¿No son incluso más poderosas, adictivas e hipnóticas las redes sociales y la posverdad que cualquier religión? ¿Por qué crees que la gente está empezando a abandonar las redes?

Los autores ya sólo las utilizan como instrumento de promoción, pero no para su actividad creativa. Alguna gente joven ha aprendido a usarlas en este sentido sin dejarse enganchar, ya no están colgados de las redes. Quizá sea aún una minoría, pero es el principio de algo. Y se están formando muchos grupos de teatro en las periferias urbanas y en lugares impensables. Grupos que, insisto, son un indicio esencial de que algo empieza a ocurrir de nuevo. El teatro siempre será bandera, porque reúne a gente que crea en común e implica a todas las artes. El teatro fue muy importante en los 70 y vuelve a serlo en estos momentos.