LA ENTREVISTA

Elvira Lindo: "En EEUU quitaron del libro que Manolito le daba una galleta al perro de la vecina, se consideraba maltrato animal"

El primer libro, 'Manolito Gafotas', se publicó en 1994. Ahora cumple tres décadas después de ser traducido a 24 idiomas: "Al celebrarse el aniversario he notado que he sido importante en la vida de mucha gente"

Elvira Lindo, fotografiada en el Club Matador de Madrid.

Elvira Lindo, fotografiada en el Club Matador de Madrid. / ALBA VIGARAY

Manolito, hijo literario de Elvira Lindo, atravesaba ya las ondas radiofónicas del mundo mundial, que diría él. Traducido a 24 idiomas, del farsi al chino, del italiano al checo, este niño de Carabanchel (Alto) ha vendido solo en español más de dos millones de ejemplares. Ahora cumple seis lustros, pero sigue siendo el mismo, habla de su barrio. Lindo le protege y dice: "Nunca he puesto al personaje al servicio de mis opiniones".

Manolito cumple 30. Ya es casi más mayor que usted.

Bueno, no [ríe]. En realidad, se ha hablado de los treinta años, pero el personaje sigue teniendo la misma edad siempre.

¿De qué era su tarta de cumpleaños?

Pues creo que la que hicieron en la librería [donde se presentó el aniversario] era de chocolate.

Mientras no se lo dé al perro y enfade a algunos…

Bueno, yo que he tenido una perrita y tengo perro, y soy muy mala educando… Algo le daría. Aunque sí, en Estados Unidos quitaron del libro que Manolito le daba una galleta al perro de la vecina, porque se consideraba maltrato animal. Y si tú le quitas a Manolito todas las cosas que no son pedagógicas se queda en nada, en el chasis.

"En el fondo, él y yo somos bastante parecidos".

Bueno, porque cuando tú escribes un libro con un personaje que habla en primera persona y que es un niño, naturalmente tienes que bucear dentro de ti y tratar de recordar cómo era tu pensamiento en aquella edad. Casi todo el mundo que hace un monólogo interior de un niño suele tratar de ponerse en la situación, en el pensamiento de un niño. Naturalmente, se acaba pareciendo, aunque yo no fuera como él ni mi familia fuera exactamente como la suya, ni de clase trabajadora. Aunque no se pareciera mi realidad a la suya. Pero hay algo en el alma de lo que tú has rescatado de esa infancia que está ahí.

Cuando tú escribes un libro con un personaje que habla en primera persona y que es un niño, naturalmente tienes que bucear dentro de ti y tratar de recordar cómo era tu pensamiento en aquella edad

¿Él está sorprendido, perplejo, asombrado de lo que ve hoy alrededor?

Es que yo nunca he hecho opinar al personaje sobre las cosas que ocurren en el mundo. A mí me han ofrecido con el personaje hacer publicidad, me han preguntado qué piensa de Trump, de la Unión Europea. Es que no es eso. El personaje está en su mundo, que es su barrio. Y es un personaje de ficción. Yo trato de protegerle del mundo exterior, porque si no se convertiría en una especie de opinador, y no tiene nada que ver con eso.

En Estados Unidos censuraron los libros de Manolito. Ahora Trump los meterá en el índice o los quemará en la hoguera.

No creo que Trump sepa ni que hay libros para niños. Estados Unidos es un país complejo, y yo creo que quien censuró los libros en aquella editorial era más bien por el lado puritano de protección a la infancia, a mi juicio equivocado, que a veces han tenido las editoriales juveniles.

¿Pero era porque el niño da chocolate al perro o por las collejas que le propina su madre?

Por un montón de cosas que tienen que ver con la corrección política, o por lo pedagógico, por una corriente de protección hacia los niños que a veces ha sido muy fuerte en el mundo de la literatura juvenil.

Porque para collejas, las que nos va a dar Trump.

Bueno, eso es otra cosa. Es la vida real, y creo que todas las personas sensatas vemos con mucho temor cómo puede influir en el curso del mundo, que hoy de por sí está atravesando unos momentos muy complicados.

¿Este niño -ya no tan niño- es la creación de su vida? ¿No se ha salido del molde y superado sus expectativas?

Yo no tenía ninguna expectativa. Fue como un boom desde el primer momento. Es diferente, porque se ha convertido en cultura popular, y la cultura popular es algo muy concreto, que no tiene que ver con las otras cosas que yo hago, los artículos para el periódico, las otras novelas que escribo, que entran dentro de la literatura normal. La cultura popular es aquella creación que se pone en la boca de la gente. Sucede con algunos personajes que acaban definiendo la infancia de una época. Pero no me ha superado. Yo me dedico a mis cosas con toda tranquilidad.

¿Es consciente de que creó un personaje casi de carne y hueso?

La verdad es que no he pensado mucho en estos treinta años en mi personaje, porque he hecho tantísimas cosas que él iba creciendo sin que yo me diera cuenta. Ahora, al querer la editorial organizar este cumpleaños, les pasé material de cartas, de mensajes que me habían llegado de un montón de lugares del mundo y de historias curiosas que habían surgido, de la cantidad de lenguas a las que se había traducido. Al ver el volumen del material que había he sido consciente de la cantidad de gente a la que el personaje había llegado. Habiéndose publicado el primer libro hace treinta años, sigo recibiendo mensajes todas las semanas. Cuando el libro salió te escribían cartas a mano y las mandaban a la editorial. Ahora, con correos electrónicos y las redes, la gente si quiere te encuentra, de una manera o de otra.

Elvira Lindo, con el estuche conmemorativo que incluye todos los libros de Manolito Gafotas.

Elvira Lindo, con el estuche conmemorativo que incluye todos los libros de Manolito Gafotas. / Europa Press

¿Lo que llama "el universo manolitesco" tiene algo que ver con la actualidad?

Ha sido un personaje que estaba ubicado en un sitio concreto de una ciudad concreta de un país concreto. Socialmente, tenía una realidad muy clara: un niño de clase trabajadora en un barrio periférico. Esto puede replicarse casi en cualquier ciudad del mundo, y lo he visto por la cantidad de traducciones que se han hecho. Con la realidad concreta yo he procurado que en los libros entraran los asuntos que ves en un telediario. Y que entrara de una manera suave, porque la actualidad mañana cambia y se te queda todo muy viejo. Lo que entra en el libro es la realidad social en la que vive el personaje, en una familia de clase trabajadora, con cierta precariedad para llegar a fin de mes, y eso sigue siendo así. La misma realidad del personaje. Lo que sucede es que, cuando eso apareció por primera vez, era chocante que en un libro para niños hubiera en ese momento esa referencia continua a la mala situación económica de España. Ahora no es tan raro, porque todos nos hemos acostumbrado, sobre todo a partir de 2008, a una crisis económica. Digamos que se ha democratizado esa situación, porque es la de muchas familias. Había entonces quienes pensaban que era un personaje de una familia lumpen, y no tenía nada que ver con eso. Era simplemente de clase trabajadora.

Diga la verdad verdadera, parafraseando al personaje: ¿Tiene cuentas en Suiza de lo que ha ganado con los libros de Manolito, como él sospecha?

No. La verdad es que los libros se venden mucho y por supuesto que he ganado dinero con ellos. Pero desde el primer momento tanto Antonio [Muñoz Molina], mi marido, como yo decidimos ser generosos y compartir, ayudar a nuestros hijos, que tenemos cuatro. No voy a ser, como decía mi familia, la más rica del cementerio. Tampoco soy ahorradora y me gusta compartir lo que gano.

De Suiza, nada.

Es que, además [ríe], aunque conservara todo el dinero no lo sacaría a otro país. En eso tengo una moral muy recta.

Manolito no se fía de los bancos. Sólo de su cerdo-hucha. No sé si en su caso es lo mismo.

Bueno, un niño es mejor que se fíe solo de su cerdo-hucha, ¿no? La relación con los bancos se ha ido haciendo cada vez más difícil.

¿Cómo se lleva Manolito con Mafalda?

Pues yo creo que muy bien. Mafalda es un personaje icónico que fue una buena contadora no ya de la actualidad, sino de una realidad social. Era muy crítica y lo hacía a través del humor. Mafalda son viñetas, pero creo que está emparentada con Manolito, sí.

¿Cómo ha crecido el Imbécil, su hermano?

Yo creo que es un niño superdotado, muy atento a la revolución tecnológica.Probablemente,e es más inteligente que Manolito, y ahí está la gracia: Los niños se dan cuenta de que el mote no tiene nada que ver con las virtudes de los personajes.

Hizo de guardia civil en la peli Manolito on the road. ¿Buscando aprovecharse del éxito del muchacho?

No, no, no. Fue una broma casi con mi propia familia, porque mi abuelo y mi tío eran guardias civiles. Hicieron una exposición en la Guardia Civil sobre las mujeres, las guardias civiles y cómo se las había representado. Eran muy pocas las guardias civiles que aparecían en el cine y estuvimos incluidas tanto Geli Albaladejo como yo.

¿Usted mola un pegote, que diría el niño?

No lo sé. Eso tienen que decirlo los demás. Para las personas que me quieren, yo creo que sí. Lo que sí que es verdad es que ahora, al celebrarse el treinta aniversario, he notado que he sido importante en la vida de mucha gente. Me siento agradecida y me siento querida, sí.

¿Qué ha aprendido de Manolito?

La capacidad que tiene de contar, de llegar a los demás sin tener esas virtudes que ahora se consideran necesarias para triunfar. El simple hecho de que sabe contar una historia le hace resultar atractivo para los demás. Me he dado cuenta de que, para alguien que escribe, es fundamental no digamos el alcance de la historia en sí sino el punto de vista, cómo te acercas a los demás y cómo les cuentas lo que te ha pasado.