TEATRO
Un Sanzol para niños en el Centro Dramático Nacional
'Ensimismada', la nueva obra de uno de los grandes nombres de la dramaturgia española, está concebida para un público a partir de ocho años y reivindica esa necesidad humana de quedarse absorto de vez en cuando

Un momento de 'Ensimismada'. / BSP
Este jueves el dramaturgo Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional (CDN), estrenaba en el madrileño Teatro Valle-Inclán Ensimismada, la primera obra que escribe para niñas y niños a partir de ocho años. “La verdad es que el estreno ha sido muy bueno”, comentaba horas después a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. “Lo más importante es que los niños que participan como actores y actrices se han sentido muy bien. Les veía muy relajados sobre el escenario y haciendo muy bien el trabajo que habíamos preparado. Y creo que esto también lo percibió el público, así que… ¡objetivo cumplido!”, comenta Sanzol sobre un montaje que estará en cartel hasta el próximo 20 de diciembre y que, en realidad, es apto para todo tipo de públicos.
A fin de cuentas, el texto reivindica esa necesidad que el ser humano tiene de quedarse ensimismado de vez en cuando, dando vueltas a sus cosas, aislado en su mundo de imágenes, bregando o disfrutando de sus pensamientos, hirviendo en sus emociones. “Pero el problema viene cuando el ensimismamiento dura”, apunta Sanzol, “los seres queridos se preocupan, la soledad entra en un círculo vicioso en el que da miedo salir de ella, el exterior se vuelve amenazante y olvidamos que la mente puede funcionar sola durante un tiempo, pero que para funcionar con plenitud necesita las cabezas de los demás, como si fuésemos partes de un gran árbol, de una gran red invisible. Paradójicamente, para encontrarnos a nosotros mismos necesitamos a los demás”.
Las protagonistas de la obra son dos hermanas a las que interpretan las actrices Cris Blanco y Camila Viyuela. La pequeña de ellas, de nombre Ensimismada, aunque todo el mundo la llama Ensi, lo está pasando un poco mal. No quiere hablar ni jugar con nadie, y está tan metida en sí misma que acaba cayendo dentro de su propia cabeza. Y luego está la hermana mayor, Responsable, Respon para su gente, que es la persona que se lanza al encuentro de su tata. “Lo que descubre Respon dentro de la cabeza de su hermana es que no hay manera de avanzar en la cabeza de otra persona si no se la conoce”, explica Sanzol. “Así que lo primero que tiene que hacer Respon es conocer las cosas que le gustan y disgustan a su hermana, algo de lo que nunca se había preocupado. La sorpresa de Respon llega cuando por fin encuentra a Ensi y Ensi le dice que no quiere salir, que se quiere quedar para siempre dentro de su cabeza”.

Alfredo Sanzol, con su reparto durante uno de los ensayos de 'Ensimismada'. / BSP
Y hasta aquí el destripe de una historia de hermana mayor y hermana pequeña que surgió a partir de juegos teatrales hechos con niñas y niños que están participando en la cuarta edición de Nuevos Dramáticos, un proyecto de mediación del CDN que coloca en el centro de la creación a chavales de entre 8 y 11 años. “Un director, que no ha escrito antes para la infancia, realiza una producción de teatro familiar poniéndose al servicio de los más pequeños desde la escucha y el juego”, explica la coordinadora pedagógica del proyecto, Lucía Miranda. “A diferencia del teatro, con la infancia no damos clases de interpretación, sino que jugamos con el objetivo de que hagan del teatro su casa desde el conocimiento de todos los oficios”.
Ensimismada es el último montaje de un pamplonés de 52 años que lleva más de dos décadas entregado en cuerpo y alma a las artes escénicas. “En lo mío tiene mucho que ver la afición de mi madre por el teatro. Ella fue la que me introdujo un poco en este mundo. Siempre lo había disfrutado como espectador, pero nunca me había propuesto hacer teatro —cuenta—. Y fue a los 17 años, estando en el taller del IES Navarro Villoslada, cuando se me despertó la vocación. Como en ese momento se me dijo que mejor estudiara otra carrera, y yo siempre había estado interesado en los temas sociales, decidí matricularme en Derecho. Mientras cursaba quinto de carrera, y todo el mundo pensaba qué iba a hacer al acabarla, yo volví al teatro”.
Entonces recogió sus bártulos y se trasladó a Madrid para estudiar Dirección de Escena en la RESAD. Y desde ese momento no pararía ya de pensar y escribir obras caracterizadas por el uso del sentido del humor, la búsqueda de un estilo formal propio con el que plantear los problemas de su biografía y el compromiso con la investigación de nuevas estructuras dramáticas. “Para mí siempre ha sido importante el trabajo con la memoria”, reconoce el dramaturgo. “De la posguerra queda en mí, y en la gente de mi generación, la memoria del dolor de nuestros padres, que tuvieron que curar el trauma de la guerra a través del silencio que la sociedad de su época les impuso. Y ese silencio ha dejado en mí la necesidad de ahondar en secretos e historias no contadas del todo, de hacer un trabajo de memoria, aunque muy ligada al presente, porque no soy nostálgico”.
Lo que también ha hecho Sanzol a lo largo de su carrera es alternar la dirección de sus propios textos con la adaptación de obras de repertorio. Y como director del Centro Dramático Nacional —recientemente renovó por cuatro años al frente de la institución— ha estrenado obras como Macbeth (2020), El bar que se tragó a todos los españoles (2021), El Golem (2022), Fundamentalmente fantasías para la resistencia (2023) y La Casa de Bernarda Alba (2024). “Estamos muy contentos por haber llevado adelante nuestro proyecto, centrado en la creación de una programación a través de dramaturgia contemporánea. Hemos iniciado muchos proyectos de escritura y puesta en escena desde cero. ¿Cómo veo la situación del teatro en España? Hay una creatividad desbordante y un sector profesional muy activo. Aunque, ya a nivel de apoyo institucional y presupuestario, seguimos con la asignatura pendiente de darle a las artes escénicas, y me atrevería a decir que a la cultura en general, la importancia que realmente tienen”.

El director y dramaturgo Alfredo Sanzol. / BSP
Hace tan solo unos meses, la presidenta navarra María Chivite le entregó a Sanzol el Premio Príncipe de Viana de la Cultura. Durante el acto, celebrado en el monasterio cisterciense de Fitero, la socialista destacó la capacidad del dramaturgo para “sacar a la superficie” la verdad de lo que cuenta el teatro, y señaló el papel de la cultura como herramienta para contrarrestar la ola de populismo que “precisamente basa su razón de ser en la simplificación del mensaje, en una política infantil que propone soluciones de bloque, sencillas y sin matices”.
Para Sanzol, lo que realmente contribuye al bien común son los “discursos desarrollados, profundos y que tienen como punto de referencia el humanismo”. Esos que intentan “descubrir verdades y poner sobre la mesa realidades, sin tener miedo a las contradicciones y paradojas en las que vive todo ser humano. Claro que a lo largo de la historia se ha recurrido siempre a lo que tiene que ver con las mentiras y con sacar las cosas de contexto. Somos víctimas de eso y sabemos que los resultados que eso trae no son buenos. De todas formas, yo intento cada día mejorar aquello que está a mi alcance y valorar todo lo positivo que hacen las personas que me rodean”.
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