PATRIMONIO
El tesoro del siglo XII que esconden los baños de un Foster's Hollywood en Madrid: "Necesita una intervención urgente"
Entre patatas fritas y costillares resiste el paso del tiempo un tramo de la muralla cristiana que circundó la capital durante la Edad Media

Un trozo de la muralla que es esconde en los baños del Foster Hollywood de Madrid. / XAVIER AMADO

Entre patatas fritas y costillares resiste el paso del tiempo uno de los tesoros arqueológicos de Madrid. Se trata del tramo más desconocido de la muralla cristiana que circundó la capital durante la Edad Media. Lo curioso es que, pese a su relevancia histórica, sólo aquellos que no pueden aguantar sus necesidades fisiológicas puedan dar con ella. Ojo a su localización: se esconde en los bajos del restaurante americano Foster's Hollywood situado en la plaza de Isabel II, frente a sus baños. Ahí, con el riesgo de salpicadura úrica, ya saben, aguarda parte de la fortificación que vertebró la metrópoli hasta su demolición en 1561.
“Es una muralla de pedernal y caliza con lienzos almenados de 2,5 metros de espesor y 12 de altura, así como torres semicilíndricas de flanqueo denominadas cubos. Se levantó en el siglo XII y contaba con cuatro puertas de acceso en recodo: Moros, Cerrada, Guadalajara y Valnadú”, explica José Manuel Castellanos, miembro numerario del Instituto de Estudios Madrileños. Delimitaba la ciudad medieval que se extendía por 33 hectáreas, ampliando el cerco islámico que la precedía: “Tras la capitulación de 1085 de Mayrit, como se conocía al Madrid musulmán, ante Alfonso VI, hubo que rodear los arrabales que se habían formado en el exterior”.

Restos de la muralla cristiana que aguardan en el Foster Hollywood. / XAVIER AMADO
Si bien su función principal era defender la urbe de posibles ataques enemigos, también ejercía controles tributarios (para gravar las mercancías introducidas) y sanitarios (para evitar la difusión de enfermedades). ¿Cómo es posible, entonces, dado su renombre, que quedara sepultada bajo nuevos edificios? “A partir del siglo XV, la falta de solares vacíos en el interior del caserío hizo que se empezara a construir al arrimo de la muralla, a ambos lados. Todo ello provocó que ésta quedara escondida en el interior de largas manzanas. De hecho, su medianería estaba constituida por el propio muro, lo que ha permitido que se conserven fragmentos”, añade Castellanos.
En la actualidad, se preservan lienzos y torreones ya que las puertas desaparecieron para ensanchar las vías que atravesaba. Estos se encuentran repartidos por el centro de Madrid, en calles como Escalinata, 21; Espejo, 12; Almendro, 15; Mancebos, 3; Don Pedro, 10… Sin olvidar la plaza de los Carros y la Posada del Dragón. No obstante, los más impresionantes se hallan en patio interior del inmueble localizado en Cava Baja, 30. Las propiedades de la piedra con la que se erigió (que, al ser golpeada, provocaba chispas), dieron origen a uno de los lemas de la villa: “Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son”.
Papel en la Castilla medieval
“Con la instauración del Estado Moderno, los recintos amurallados dejaron de cumplir las funciones para las que fueron concebidos. Además, Madrid sobrepasó los límites geográficos ya antes de la conclusión del Medievo, con el surgimiento de diversas colaciones, entre las que destacaban las de San Martín, San Ginés y Santa Cruz. Más tarde, este extrarradio quedó delimitado por las sucesivas cercas realizadas en tiempos de los Austrias. En bastantes casos, los lienzos se desmontaron y sus materiales fueron usados en otras construcciones”, sostiene Juan Cortés, historiador y profesor de Historia en el IES Ramiro de Maeztu.

Trazado con los restos conservados de las murallas musulmana y cristiana en Madrid, / J. M. CASTELLANOS
Es tal el interés que despierta la muralla cristiana que organiza tours centrados en este periodo. Normalmente, son entusiastas de la época los que contratan sus servicios. Aunque, cada vez más, acuden a él personas con distintos intereses: desde formación hasta curiosidad. “Los restos conservados nos hablan de un pasado que la mayoría ignora ya que ha quedado eclipsado por el Madrid de los Borbones. La ciudad tuvo un peso destacado en la Castilla medieval, pues era una de las 17 urbes que tenía voto en las cortes. Fue elegida hasta en ocho ocasiones para celebrarlas durante los siglos XIV y XV”, prosigue Cortés.
Qué dicen de Madrid los restos
Estos vestigios, por tanto, recuerdan el papel que ejerció por aquel entonces: “No debemos decir que era aldea, tal y como muchas veces se la ha denominado hasta su conversión en la capital de la Monarquía Hispánica en 1561, ni tampoco caer en la tentación de sobrevalorar su rol en el Reino. Cuando se produce su elección como sede permanente, la población la situaba en el puesto 10 de las localidades peninsulares bajo el dominio de Felipe II. Ahora bien, su recinto era valioso. Sirva como ejemplo que la famosa muralla de Ávila tiene un perímetro de 2.500 metros, mientras que ésta cuenta con 2.000”.

Restos de muralla cristiana de Madrid en la calle Espejo, 12. / J. M. CASTELLANOS
Fue a raíz del hallazgo de nuevos restos en el parque Emir Mohamed I, en la Cuesta de la Vega, cuando fueron declarados Bien de Interés Cultural el 15 de enero de 1954. “Hay tramos que necesitan una urgente intervención, en especial los correspondientes al solar de la calle de la Escalinata, donde se encuentra el mencionado restaurante de comida rápida. A comienzos de 2003 se aprobó un plan de protección para la muralla medieval, pero las actuaciones que se han llevado a cabo brillan por su ausencia”, concluye Cortés. Por el momento, sólo quienes se deleiten con una bacon & cheeseburger podrán contemplarla. Ya no son tantos.