ACTORES
Los 50 de Leonardo DiCaprio, un seguro de taquilla y la mayor estrella de cine de su generación
Desde que su carrera saltó a la fama, el actor californiano ha procurado mantener su vida privada en la más estricta intimidad y vive entregado a la causa medioambiental

Leonardo Dicaprio en un fotograma de 'Titanic'. / PARAMOUNT PICTURES
Por hacer esa obra maestra del cine titulada Titanic (1997), Leonardo DiCaprio cobró únicamente 2,5 millones de dólares. Sin duda una minucia comparado con lo que James Cameron se gastó para hacerla —200 millones— y, sobre todo, con los más de 2.000 millones que el filme acumula en taquilla. Algo después de eso, con La playa (2000), el actor y productor californiano entró en el selecto club de los 20 millones de dólares y, desde entonces, ya no bajó su caché —menos cuando él consideró que la ocasión lo requería—. Ni tampoco intentó ocultar lo importante que es añadir ceros a su cuenta corriente. “Gracias al éxito puedo disfrutar de la libertad que tengo como artista, puedo escoger los papeles que quiero como actor”, aseguró en una entrevista de 2004. “Y lo que es aún más importante, el dinero me permite ahorrar para un día poder cumplir mi deseo de hacer algo realmente beneficioso ya sea por el medio ambiente o la infancia. Esa es mi meta. Pero por lo demás no tiene más importancia. No me gusta viajar en aviones privados, ni me da por coleccionar casas, y tan sólo tengo un coche que es el (híbrido) Toyota Prius, y eso me basta”.

Dicaprio en 'La playa', cinta del 2000 dirigida por Danny Boyle. / ARCHIVO
Es cierto que, cuando hizo aquellas declaraciones, DiCaprio tenía ya la vida bastante resuelta. Pero no es menos cierto que, para lograrlo, tuvo que pasar varios años dando el callo. Porque tampoco es que el muchacho sea rico de cuna. De hecho, su madre, la alemana Irmelin Indenbirken, trabajó mucho tiempo como secretaria jurídica, y su padre, George DiCaprio, se ganó las habichuelas como guionista y distribuidor de cómics underground. El matrimonio vivía en una de las zonas más desfavorecidas de Hollywood cuando tuvo a nuestro protagonista, y se separó cuando el susodicho tenía apenas un año. Pero la ruptura no impidió que tanto Irmelin como George le inculcaran el amor por el arte y creyeran siempre en su sueño de ser actor. De hecho, el propio DiCaprio ha dicho que ambos le ayudaban a levantar el ánimo cada vez que, en sus inicios, recibía un ‘no’ en el casting de cualquier anuncio o campaña publicitaria. “Gracias por escuchar a ese niño de 13 años demasiado ambicioso y un poco molesto que quería ir a audiciones todos los días después de la escuela”, señaló durante su discurso de aceptación para el premio al mejor actor en los Screen Actors Guild Awards 2016. “No estaría aquí de pie sin vosotros”.
DiCaprio saltó a la fama gracias a ¿A quién ama Gilbert Grape? (1993), un entretenido melodrama que obtuvo muy buenas críticas y le valió su primera nominación al Oscar, y a Romeo + Julieta de William Shakespeare (1996), donde compartía créditos con Claire Danes. Pero fue Titanic la película que le convirtió en el rey del mundo. A partir de su estreno, empezaron a lloverle las ofertas y las revistas se pusieron las botas hablando de las juergas diarias que el actor se corría con un grupo de colegas de industria, apodados Pussy Posse (la pandilla del coño), en fiestas donde todos ellos solían colarse sin invitación y pillaban cacho con cualquier señorita presente en el lugar. De ahí que DiCaprio se granjeara en esa época fama de mujeriego con especial predilección por las modelos de menos de 25 años. Eva Herzigová, Gisele Bündchen, Bar Refaeli, Blake Lively, Toni Garrn o Camila Morrone. Todas ellas cayeron rendidas a los encantos del actor, cuyas relaciones no terminan de cuajar, según algunos por su miedo al compromiso, según él mismo por el tipo de vida que lleva debido a su profesión. “Seis meses en una localización o estar perdido del mundo en Marruecos no es lo mejor para mantener una relación sentimental", apuntó al respecto un hombre tremendamente discreto con su vida privada.

Dicaprio en 'El lobo de Wall Street'. / PARAMOUNT PICTURES
Aunque también hay que decir que el tipo con el nombre más bonito de Hollywood ha apostado plenamente por su carrera, decidido a dejar huella en la historia del cine. Para lograr esto último, pronto dejó de aceptar papeles de chico guapo y rechazó franquicias multimillonarias, sagas y remakes para centrarse en personajes con algo de enjundia como el que asumió en Gangs of New York (2002), una historia épica sobre el Manhattan de mediados del XIX que marcaría el inicio de su fértil relación con Martin Scorsese. Después vendrían cintas como Origen (2010), dirigida por Christopher Nolan; El lobo de Wall Street (2013), en la que Scorsese recrea las tropelías de un bróker de Wall Street estafador; o El renacido (2015), todo un prodigio técnico de Alejandro González Iñárritu que le valió su primer y único Oscar hasta la fecha. Todas estas películas arrasaron en taquilla —DiCaprio sigue siendo de las pocas estrellas que consigue llevar a la gente al cine— y en todas da el do de pecho el estadounidense, del que muchos destacan con frecuencia su tesón. “Puede parecer que lo que hace no requiere esfuerzo, pero le echa 10.000 horas y más”, comentó una productora de Hollywood al respecto. “Creo que todo el mundo le ve como el mejor actor de su generación, lo que le ha hecho ser también la mayor estrella de cine de su generación".
A sus 50 años, DiCaprio selecciona con suma prudencia sus proyectos (“Solo quiero seguir participando en obras de arte que tengan buen presupuesto y que perduren”, ha dicho) y dedica gran parte de su tiempo a su otra gran pasión, el activismo ecologista, algo que de paso le ayudó a crearse buena imagen pública. Entre otras cosas, utiliza sus redes sociales —solo en Instagram acumula más de 61 millones de seguidores— para concienciar sobre la importancia de la lucha medioambiental, disfruta reuniéndose con expertos para saber de lo que habla, y tiene una fundación con su nombre que se encarga de proteger a las especies en peligro de extinción. Hasta ha reconocido que, de no haber sido actor, se habría formado como biólogo. “No me sentiría realizado si no fuera por eso”, aseguró sobre su cruzada medioambiental. “Es increíblemente gratificante. Además, solo el dos por ciento de la filantropía está dedicada a proteger el medioambiente. Es inaudito, teniendo en cuenta que es fundamental para nuestra supervivencia… Me resulta inconcebible, por ejemplo, que, ahora que toda la comunidad científica ha llegado al acuerdo de que el hombre es el causante del cambio climático y se da tan por hecho como la ley de la gravedad, todavía exista un debate al respecto. Es necesario cambiar un sistema energético basado en los hidrocarburos y los combustibles fósiles. Si no somos capaces de hacer esa transición, estaremos destruyendo nuestra propia civilización. Y, aun así, continuamos en este inevitable camino de caos y destrucción. Lo más sangrante de todo es que ya existe la tecnología, pero no se está implementando al nivel que se debería. Es una locura que no seamos capaces de ponernos de acuerdo para solucionarlo”.
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