ENTREVISTA
Gabriela Wiener: "He escrito 'Atusparia' para que no nos digan 'sois ETA' cada vez que señalamos que el mundo se va a la mierda"
La escritora peruana afincada en Madrid publica nueva novela tras el éxito internacional de 'Huaco retrato', traducida ya a una decena de idiomas y finalista del Booker Prize
La carrera de Gabriela Wiener (Lima, 1975) dio un salto cuántico con Huaco retrato (2021), obra finalista al International Booker Prize de 2024 y que ya ha sido traducida a "diez o doce" idiomas, informa la autora. No al ruso. Atusparia (Random House), su nueva novela, es una ocasión inmejorable para que Wiener sea vertida a la lengua de... (pongan en los puntos suspensivos el nombre de su escritor mayúsculo en ruso favorito, hay tantos).
Pedro Pablo Atusparia fue un líder indígena peruano. Atusparia era el nombre del colegio experimental soviético donde estudió Wiener, financiado principalmente por el sindicato de pescadores soviéticos de Kersh. Estaba en Lima. También la adolescencia de la protagonista en un lugar "posapocalíptico y posrevolucionario" tiene conexiones con la adolescencia de Wiener en una urba limeña. A partir de ahí Wiener explora las posibilidades revolucionarias del presente y no les augura un buen futuro. Atusparia, sofisticado y económico mecanismo literario, funciona asimismo como historia de la izquierda.
P. ¿Cómo fue estudiar en un colegio soviético en Lima?
R. Sé cantar algunas canciones en ruso. Tiene un lado delirante. Tiene un lado tierno. Y tiene un lado con bastante sentido, porque hablamos de los 80, una época de dictaduras y revoluciones, de agonía de la guerra fría. En un momento en que Latinoamérica era el patio trasero de Estados Unidos, se sentía bastante bien estar en una especie de oasis revolucionario. Era como una utopía dentro de un ambiente muy violento. Fue un gran lugar de aprendizaje. Era un crisol de todas las izquierdas, ahí estábamos desde los hijos de socialdemócratas hasta los hijos de la izquierda guerrillera e incluso terrorista.
P. ¿Qué poso le ha dejado una educación marxista?
R. Trotskista en mi caso, desde la teta. Jamás pensé que iba a terminar activándome en el Reino de España desde un lugar como por ejemplo mi identidad de mujer migrante, de sudaca para reapropiarme del insulto contra las latinoamericanas. Yo todo lo veo marxismo, todo lo veo lucha de clases. ¿Dónde no hay lucha, dime?
P. La traición mutua entre la protagonista, Atusparia, y su mentora y amante, Asunción Gras, ¿resume la historia de la izquierda en Perú?
R. No solo en Perú, creo. Es una deformación profesional de la izquierda en todas partes, pelearse consigo misma. Me gusta que sean dos mujeres enamoradas las que encarnen esos conflictos. He tratado de contar esas luchas intestinas de la izquierda desde un lugar muy íntimo, la cama, el vínculo maestra alumna. Lo que a ellas las separa son las visiones políticas, la dirección política, hacia dónde hay que ir. Porque hasta cierto momento están juntas.
Está tan instalada la criminalización de cualquier otra vía que no sea la democracia liberal que cuesta hablar de los impulsos revolucionarios y románticos que aún existen
P. Hasta que una opta por la política institucional y la otra por el impulso revolucionario de un movimiento emancipatorio.
R. Es un debate que puede parecer antiguo, de los 70 o los 80, pero que siempre está ahí en voz baja. Lo que pasa es que está tan instalada la criminalización de cualquier otra vía que no sea la democracia liberal que cuesta hablar de los impulsos revolucionarios y románticos que aún existen. No tengo una solución. Me siento atrapada en ese dilema. Yo puedo votar a veces por esas mujeres políticas que quieren llevar adelante una transformación desde las instituciones. Pero también puedo sentir que lo que tenemos que hacer es otro estallido y otro estallido y otro estallido.
P. Sitúa ese dilema en lo que llama la "utopía andina". ¿Ve posible cualquier utopía, ya no solo la andina?
R. Lo bueno es que en la literatura podemos imaginar la utopía. He escrito Atusparia para reenamorarme de la revolución, para que no nos digan 'sois ETA' y no nos digan 'sois Sendero Luminoso' cada vez que señalamos que este mundo se está yendo a la mierda por este capitalismo insaciable. Tener que escuchar que Pedro Sánchez es comunista quiere decir que no vamos a poder cambiar nada. Yo creo en la utopía andina sin duda, como algo comunitario y de igualdad. Aquí tendríamos que hablar de mitos andinos, del mito de Inkarri. Otro día. Pero tenemos que revivir estas utopías todo el tiempo porque si no la vida carece bastante de sentido.
P. No da precisamente ánimos utópicos en el tramo final de Atusparia, situado en un futuro casi presente.
R. Tiene un final fatalista, pero no alarmista. Es un poco una advertencia. Revela el miedo que sentimos muchas por lo que parece inminente, el triunfo del fascismo. Los fascistas ya se comportan como unos triunfadores. Son el futuro inmediato. Lo que siento es profundo miedo. El lugar donde Atusparia está refugiada está bastante inspirado en el lugar donde ahora nos refugiamos muchas de mis compañeras y yo. Tenemos un espacio que se llama Sudakasa [en Guadalajara] que hemos creado para hacer escritura migrante, un poco arte comunitario. Es un fortín, un refugio antifascista. Ya están llegando un montón de compañeras de Argentina por Milei, por ejemplo.Y ya hay otras tantas que están en la diáspora por distintos asuntos políticos, de discriminación, de violencia, de odio. Tenemos que cuidarnos, por eso hablo de refugio, pero al mismo tiempo tenemos que rearmarnos y reagruparnos. Pasar un poco a la ofensiva.
Hace poco conté en Francia y Alemania que la fiesta nacional de España coincide con el inicio de la colonización y se reían a carcajadas
P. Disculpe la pedantería y la grandilocuencia: ¿en qué momento se jodió el Perú, como se pregunta Santiago Zavala en Conversación en la Catedral?
R. No tengo ni idea, la verdad. Aunque sí bastantes teorías. Quizá lo politico de mi parte sería decir que en el momento de la colonización.
P. El Estado español no parece dispuesto ni siquiera a debatir la colonización.
R. Es el ego del imperialista. Es como la violencia de género, que también quienes la practican suelen ser negacionistas de su violencia. Cuando una mujer dice 'me violaste' y el macho dice 'no, yo te hice el amor'. España se comporta igual que ese macho. Es impúdico y de tontos. Dejen de negar que hubo una violencia brutal, que hubo etnocidio, que hubo explotación, que hubo saqueo. España sigue contentísima mirando la colonización como un elevado aporte para la humanidad al que llama mestizaje. Hace poco conté en Francia y Alemania que la fiesta nacional de España coincide con el inicio de la colonización y se reían a carcajadas.
P. ¿Qué opina alguien con su educación de la izquierda española?
R. Que es muy blanca. Y que está lamentablemente maniatada por esa falsa izquierda que es el PSOE. Es una izquierda que no se atreve a ser izquierda, no se atreve a ser la izquierda radical que tiene que ser para radicalizar la democracia.
P. ¿Se inspiró en un caso concreto para el infalible lawfare que hunde la carrera política de Atusparia?
R. No, aunque después de publicar el libro me enteré del caso de una política de Estados Unidos en relación con un perro también. Estamos rodeados de 'lawfare' por todos lados. Es el presente.
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