ENTREVISTA
Paz Vega: "Los maltratadores deben ir a médicos que les ayuden a controlar sus celos, las políticas tienen que centrarse en ellos"
La actriz se pone detrás de las cámaras en 'Rita', su ópera prima como directora: la película, que se estrena este viernes, retrata con dureza la violencia de género en la Sevilla de los 80

Raquel Serrano

No es extraño ver a Paz Vega en el rol de directora. Las 75 películas que atesora como actriz le han dado una visión particular del cine. Sabe dónde mirar, cómo adentrarse. Rita es su ópera prima, pero bien podría ser el enésimo proyecto de una experimentada cineasta. Resulta vibrante y poderosa, con la dosis justa de contención. Un guion armado con la inteligencia de quien domina el medio y con las emociones sobre las que éste se sustenta. “Hay mucho de mí, aunque no es una historia autobiográfica. Esa infancia en Sevilla, con sus costumbres y dinámicas, a veces bonita, y otras dolorosa, es la mía y la de bastantes personas de los 80”, dice. Quizá, por ello, su cinta se anude en el estómago con tanta firmeza. Es dolorosa, pero auténtica. Tan real como la vida.
Su debut cuenta la historia de Rita y Lolo, dos hermanos de siete y cinco primaveras que viven en el seno de una familia obrera. Sus vacaciones acaban de comenzar al son de una Eurocopa que tiene revolucionado al país. Hay verbenas y tardes de piscina, algunas risas también. Ahora bien, de frente, cuando el espectador les mira a los ojos identifica una tristeza inusual para su edad. La violencia de género les ha arrebatado entre bofetones y gritos su bien más preciado: una felicidad que nunca más vuelve: “En aquella época no existía un nombre para este problema. Y lo que no se habla no existe. Pero la realidad es que pasaba, más de lo que pensamos. Ahora, 40 años después, tenemos información y lo sabemos identificar. Lo incomprensible es que siga sucediendo”.

Paz Vega, durante la presentación de 'Rita' el pasado lunes. / EFE
Desde que dio sus primeros pasos en la escuela de teatro del colegio San José (Sevilla), Paz ha sabido hacia dónde quería ir y eso, en un mundillo tan bonito como despiadado, es toda una declaración de intenciones. Mujer, madre y actriz. En ese y en distinto orden. Aquí el orden de los factores lo fija la artista. De ahí que muchos se sientan representados por ella. Es una persona de ideas claras y conocimiento de causa. Vive sin condiciones. Y eso le ha dado una libertad que ha sentado cátedra aquí y fuera de nuestras fronteras. Su Rita es fruto de ello: “Como buen país mediterráneo, España es matriarcal por naturaleza. En mi familia somos fuertes, pero ha existido un patriarcado que nos ha tirado para abajo durante décadas. Ya no hay excusas”.
En lo que llevamos de 2024, 39 mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas. Por su parte, 26 niños y niñas se han quedado huérfanos como consecuencia de esta lacra. Dos cifras que vuelven a Rita, a pesar de estar ambientada en 1984, actual. “Aunque hay un Ministerio de Igualdad, algo se está haciendo mal. Solemos quedarnos en los números y me duele. ¿Alguien se ha planteado qué futuro les depara después de lo vivido? A mí, me provoca angustia”, subraya Paz, que habla desde la experiencia convertida en brújula. Es una profesional repleta de aristas y compleja de entrañas para fuera. Contar la verdad es su máxima. De hecho, en su largometraje, pasan cosas que no se ven, pero se oyen. No busca el impacto, sino la reflexión. Lo que da aún mayor honestidad a su trabajo.
Erradicar el problema
“Cualquier iniciativa para luchar contra la violencia de género no debería estar dirigida hacia la mujer, sino contra quienes generan la acción que queremos evitar. ¿Por qué no intentamos erradicarla de raíz? Estos hombres deben ir a médicos que les ayuden a controlar sus celos, arrebatos, inseguridades… Las políticas tienen que centrarse en ellos. Ahí está la solución”, sostiene. Este compromiso, delante y detrás de las cámaras, por convicción, ha sido una constante en su carrera. Un gesto que la ha acercado a los espectadores, desde su explosión en la pequeña pantalla con Compañeros (1998) y 7 vidas (1999) hasta su consagración con The OA (2019) y La casa de las flores (2020).
En cada uno de estos títulos, Paz ha representado con precisión a una sociedad diversa que, entre otras bondades, nos ha permitido crecer con la ilusión de ser quienes queramos. Alegrarse de todo lo bueno que ha ido consiguiendo, en el fondo, es celebrarse a uno mismo. Pues, pese a no conocerla personalmente, siempre ha encarnado un trocito nuestro allí por donde sus personajes la llevaban. Una enorme responsabilidad, teniendo en cuenta la cantidad de ojos que la han observado durante estos 27 años de carrera. Entre ellos, los de Pedro Almodóvar, John Stockwell, Julio Médem, Ray Loriga, Frank Miller… Sin embargo, no ha dejado de ser la chica de savia andaluza y alma desenfrenada que abandonó la facultad por dedicarse a lo que le hacía feliz.
El deseo de libertad
“Si no cuidamos a nuestros niños, vamos a tener a adultos con problemas. En una de las presentaciones que he hecho, un amigo se me acercó y me dijo que, tras verlas, había sentido la necesidad de ser mejor padre. Si bien jamás había vivido dicha violencia, de repente, se prometió cuidar más a su hijo”, continúa Paz. No sólo la infancia vertebra su filme, la libertad es otro de los pilares. Sobre todo, cuando se trata de reivindicar derechos que hoy parecen intocables: “Tenemos más autonomía gracias a aquellas mujeres que no la disfrutaron. La generación de mi madre hizo un click en su cabeza y descubrió que había otras alternativas a casarse y tener hijos. Animaban a estudiar y trabajar para no depender de nadie. Criaron a sus hijas en ese deseo”.

Un fotograma de 'Rita', la ópera prima de Paz Vega en la dirección. / ARCHIVO
Con Rita, Paz Vega se ha unido a una hornada de directoras que están revolucionando el audiovisual español. Carla Simón, Alauda Ruiz de Azúa, Pilar Palomero, Nely Reguera, Arancha Etxebarría y Clara Roquet, entre otras, han liderado el cine patrio con propuestas de alto voltaje. Su visión ha abierto las puertas a historias que, de no ser por ellas, salvo excepción, nunca hubiesen sido contadas. ¿Se ha roto por fin el techo de cristal? “Si lo había, se está resquebrajando. Las seis han hecho películas muy necesarias. Me gusta pensar que vivimos un momento de paridad. Hace poco fui a dar una charla a una universidad y me entusiasmó ver el mismo número de alumnos y alumnas. Se están equilibrando las cosas”.