LIBROS
Música y cine: un libro profundiza en la imbricada relación entre dos artes unidas desde su creación
La doctora Laia Falcón analiza extensamente el papel de las dos en 'La otra historia del cine: la música que lo cambió todo'

Imagen de archivo del pianista Néstor Zarzoso tocando mientras se proyecta un clásico del cine mudo, 'El chico' / M. MIRA

Frente a lo que tradicionalmente se cree, el cine nunca nació mudo: en el mismo origen del séptimo arte estaba la música de muchas maneras. Es la tesis que defiende Laia Falcón, doctora por la Universidad de la Sorbona de París y profesora en la Complutense que acaba de publicar su libro La otra historia del cine: la música que lo cambió todo (Alianza editorial), un trabajo que le ha llevado investigar y recopilar dos décadas -aunque con más dedicación la segunda- y en el que hace un minucioso recorrido tanto por la historia de la música de cine como de la relación entre las dos disciplinas desde las primeras cintas de imágenes en movimiento hasta hoy. "Siempre he admirado mucho la manera en la que la música para cine se convirtió en el escenario en el que más tipos de música diferentes se pueden disfrutar de una forma popular y masiva", explica la autora por teléfono. "Eso fue lo que motivó mi investigación".
Falcón comenzó a trabajar en esta idea después de una década de investigaciones justo al publicar su libro anterior, La ópera. Voz, emoción y personaje (Alianza música, 2014), un recorrido por la historia de la ópera de la que cree además, que el cine es heredera. "Siempre entendí que era como un díptico y que iba a haber una segunda parte que iba a dedicar a quien ha sido el gran heredero de todo ese lenguaje, que fue el cine con su música".
Una de las claves que llevó a Falcón a esta conexión entre ópera y cine es justamente la primera cinta que se conserva. "Todo el tiempo hubo música en el cine", afirma la autora. "Hay que tener en cuenta que en el tiempo en el que surge el cine había música en casi cualquier tipo de presentación social. La música claramente vino a acompañar en la botadura de este nuevo lenguaje y es probablemente una de las garantías que permitieron que el cine se consolidara como lenguaje artístico, que el público quisiera volver y vibrara con lo que proponía". Cita en su libro cómo en las primeras imágenes en movimiento ya aparecen bailes, zapateados o músicos tocando, incluso aunque fuese cine mudo porque, indica Falcón, ya estaba pensado como un arte que debía ser expuesto al público acompañado de música. "Las primeras estrellas cinematográficas miraban con auténtica devoción a las estrellas operísticas, además, porque eran el referente en el que se querían convertir".

Laia Falcón, autora de 'La otra historia del cine', en una imagen de archivo. / Cedida
Cine y música de todas partes del mundo
El libro está dividido en siete bloques, dedicados no solamente a periodos históricos, sino que también aborda la expresividad de la música del cine, las tendencias y modas a lo largo del tiempo y los diferentes estilos de música que han sido utilizadas en las películas. Lo hace a partir de infinidad de ejemplos, no solamente del cine europeo y estadounidense, sino de todas partes del mundo: también está el exotismo de Bollywood y el cine hecho en la India, por citar un ejemplo. "Siempre supe que quería ampliar el abanico de ejemplos y comparaciones a muchos ámbitos que me parecían esenciales para entender el lenguaje y nuestra realidad actual y poder crear un diálogo entre todos ellos con cineastas que a lo mejor no aparecían en otro tipo de libros, tipos de públicos que no aparecían tampoco, realizadoras, compositoras que también echaba de menos poder ver en este tipo de diálogo internacional del mejor nivel... Es un libro muy completo que está dedicado a las personas a las que les gusta muchísimo el cine y la música", explica Falcón.
Lo que Falcón sostiene en su investigación es que no sólo el cine nació como un arte sonoro (incluso cuando no lo era), sino que la relación entre música y cine ha sido bidireccional a lo largo de toda la historia. El cine sirvió para impulsar la creación musical a través de un estilo musical propio: las grandes composiciones que surgieron en la época dorada de Hollywood y que dio lugar al género conocido como banda sonora (con destacados compositores que se dedicaron a eso, exclusivamente: John Williams o Ennio Morricone, por citar dos ejemplos). Pero además, fue refugio para compositores poco comprendidos o minoritarios en la esfera de los conciertos de música clásica. "La música de vanguardia ha podido sobrevivir gracias en buena medida al asociarse muy profundamente con géneros específicos del cine", explica.
En el libro refiere varios ejemplos: el uso del theremin, el primer instrumento electrónico, por ejemplo, asociado a la ciencia ficción, o la música dodecafónica de compositores como Arnold Schoenberg en situaciones o películas de terror o peligro. La Sinfonía de Cámara número 2 es el tema principal de la banda sonora de El cabo del miedo, por citar un ejemplo. Películas como La guerra de las galaxias, El planeta de los simios o La tela de araña -también una secuencia del musical West Side Story compuesta por Leonard Bernstein- tienen bandas sonoras con temas que usan el sistema dodecafónico, creado por Schoenberg como una ruptura del sistema tonal imperante.
"Otra de las grandes conquistas que trae la música para el cine es que nos ha acostumbrado relacionarnos de otra manera con la música, apropiarnos de ella para nuestro día a día, nuestra vida cotidiana o nuestras nuestras celebraciones", afirma Falcón. Un ejemplo, sin duda, puede ser la que hoy todo el mundo identifica como Marcha nupcial: un fragmento (Intermezzo entre los actos IV y V) del ballet El sueño de una noche de verano compuesta por Félix Mendelssohn (1842) popularizada gracias al cine.
Nuevo género: bandas sonoras
El viaje ha sido de ida y vuelta, ya que además de ser un vehículo para popularizar y engrandecer las composiciones, el cine ha servido también para crear un nuevo género, el de la banda sonora, con compositores muy reconocidos que, ahora, también llenan las salas de conciertos y teatros sin la proyección de las cintas para las que fueron creadas. "Se ha convertido en un fenómeno discográfico y ha devuelto la vida a muchos auditorios de conciertos", admite Falcón, que cita La Guerra de las Galaxias justamente como la primera música que ha sido interpretada por una astronauta (que toca el violín) en el espacio -Rey's Theme, de la película Star Wars: el despertar de la fuerza. La Guerra de las Galaxias, además, tiene su origen musical en La Sinfonía de los Planetas, de Gustav Holst. "Ese tipo de diálogo permanente entre tradiciones musicales y entre estéticas y referencias culturales es lo que hace esta relación tan emocionante", indica la autora.
Ella no tiene un periodo favorito de la historia del cine, pero sí indica que lo que más le emociona es "el permanente relevo". "Algunos de los hallazgos que más nos divierten ahora ya habían sido también inventados por nuestros abuelos de hace dos generaciones o más. Eso me parece no solo emocionante, sino un espaldarazo de esperanza". Se refiere a la amenaza que sufre el cine por los avances técnicos que han permitido el abaratamiento del streaming y alejado al público de las salas que se comienzan a resolver justamente con propuestas que combinan las proyecciones con la música en directo, por citar un ejemplo.
Falcón, que además de investigadora es soprano y mantiene vivo On Air, un espectáculo en torno al cine que se estrenó en el Auditorio Nacional en 2021 y va acomodándose al espacio y el momento en el que va a ser representado, es optimista tambiénen relación con la irrupción de la inteligencia artificial. "Los interrogantes pesan mucho, pero parece que hay una constante que va a continuar, que es el público, que va a seguir buscando historias, así que de una u otra manera los creadores, los escritores, los guionistas, los compositores, los cantantes estarán ahí para que la creación siga teniendo sentido", concluye.

'La otra historia del cine: la música que lo cambió todo'
Laia Falcón
Ed. Alianza Ensayo
552 páginas | 21,95 euros