ENTREVISTA
Manuel Vilas: "El buenismo me saca de quicio cuando es mentira"
El escritor, ha recuperado en su nueva obra, 'El mejor libro del mundo', la característica voz literaria de 'Ordesa', la novela que le consagró

El escritor Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962), en el Hotel Innside Meliá Calviá Beach. / Guillem Bosch
Raquel Galán
-Vuelve a reflejar su pasión por los hoteles. ¿Qué opina del modelo Airbnb?
-El desarrollo turístico se tiene que hacer con inteligencia, sentido de la belleza e imaginación. Soy una persona muy tolerante y respeto el concepto de alquiler turístico, pero si es simplemente una forma más de depredación, no tiene sentido.
-Sus viajes se deben sobre todo a las charlas y festivales literarios. En el libro confiesa que le aburren, ¿o solo le ocurre al Manuel Vilas de la novela?
-Me aburren los festivales y los eventos muy solemnes. No tengo una idea solemne de la literatura ni de la vida, por lo que si hay algo que me produce curiosidad y me llama la atención, no me duermo. Y este festival no parece nada solemne.
-En el Hay Festival de Arequipa tuvo un encontronazo con Salman Rushdie. ¿Los autores españoles siempre serán de segunda?
-La anécdota fue muy divertida porque le dejé con la boca abierta. Soy fan de Lou Reed y él era amigo suyo. Empecé a hablar con él de mi pasión pero mi inglés es limitado y, en vez de ayudarme, casi parecía que me desdeñaba. Entonces, como estábamos en Perú, le comencé a hablar en español y no sabía decir ni buenas tardes. Se supone que en los festivales literarios internacionales todas las lenguas son iguales y eso es mentira. El buenismo me saca de quicio cuando es mentira. Ojalá sí fuese verdad, sería maravilloso. Sin embargo, la única realidad es que hay lenguas más importantes que otras en función de circunstancias fundamentalmente económicas. Las lenguas de los países ricos se imponen a las de los pobres.
-¿Por qué dice que es una novela y no una autobiografía o un libro de reflexiones?
Los géneros literarios apenas me preocupan pero como tenemos que encasillarlo en algún sitio, su lugar sería la novela porque empieza con ficción, el suicidio. A partir de ahí creo una oscilación entre realidad, ficción y mi imaginario. Claro que es autobiográfica, aunque me gusta que el lector dude continuamente.
-Vincula la vulnerabilidad a la constante exposición pública pero es lo que hace abriéndose en canal.
-Los escritores estamos siempre en manos de los lectores, los críticos y los periodistas, sobre todo de los lectores. Si te dicen que leerte les ha cambiado la vida, es maravilloso, pero a veces no les gusta y entonces el escritor sufre. Con esta novela hago psicoanálisis del gremio de los escritores, un poco de catarsis, es decir, verbalizo lo que no se atreven a decir, como la gran dependencia de los lectores y el miedo al fracaso. Lo llevas como puedes, aunque en el fondo hay un gran sufrimiento, pese a que muchos aseguran que cuando terminan un libro, ya han acabado su trabajo y el libro sigue solo su camino. Eso es mentira. Lo que hacemos es mirar cómo van las ventas, si está en los escaparates de las librerías, si hay reseñas de los lectores... Existe una visión de los escritores de personas elevadas, con problemas de alta filosofía, y en realidad lo que nos preocupa son estas realidades ordinarias, pero nadie se atreve a decirlo.
-Ha regresado a la particular voz literaria de 'Ordesa', a la que llaman vilasiana. ¿Está ahí más cómodo que en la ficción?
-No lo sé. En las dos anteriores novelas necesitaba escribir ficción pura sobre un tema que entonces me obsesionaba, las relaciones amorosas, y lo abordé con ellas.
-El actual libro lo escribió porque no entendía qué es el tiempo en la vida de una persona. ¿Ha salido de dudas en la sesentena?
-Sigo sin entenderlo, pero me di cuenta de lo importante que es al cumplir 60 años y comprobar que tengo más pasado que futuro. Si veo una verdad que no comprendo y me angustia, tengo que escribir sobre ello para exorcizar eso que llevo dentro. En el libro hay comedia y también temas duros, como la muerte, por su cercanía a esta edad. Yo creo que los 50 es la mejor edad porque ya has aprendido mucho de la vida, sabes que lo preocupante a los 20 y 30 eran tonterías y además sigues teniendo futuro.
-Siente la necesidad de "cantar a la vida" y por eso escribe, aunque confiesa que cada noche quiere morir. ¿La sociedad empieza a comprender las enfermedades mentales?
-Todavía queda un largo camino pero hemos dado pasos de gigante en este sentido. Hasta ahora era un tema tabú y había que esconderlo. Ahora se verbalizan los problemas de salud mental y la depresión, que puede aparecer a cualquier persona en cualquier momento de la vida, porque la psicología humana es de una enorme singularidad.
-Afirma tener una personalidad adictiva pero logró superar una de las peores adicciones, por legal y aceptada: el alcoholismo. ¿Cómo lo consiguió?
-Dejé de beber el 9 de junio del 2014 y no he probado ni una gota desde entonces. Es un maravilloso tóxico si se sabe controlar, pero el problema aparece cuando dejas de controlarlo. Hay alcohólicos que no saben que lo son, ya que creen que controlan y es mentira. El primer paso es darte cuenta y el segundo, dejarlo. Sin embargo, solo depende de la voluntad de esa persona, si quiere parar de destrozarse a sí mismo y de destrozar a su familia.
-¿Le ha llamado ya Broncano para su programa?
-Sería maravilloso porque me encanta. Me fascina su pregunta de cuánto dinero tienes en el banco. Eso es alta filosofía, ya que realmente somos lo que tenemos en el banco. Los entrevistados intentan escabullirse con evasivas, fíjate si será incómodo decirlo, por lo que yo les pediría un certificado bancario. Además está la otra pregunta, la de cuántas veces has hecho el amor en el último mes. El sexo y el dinero. Un tipo como Broncano se ha dado cuenta de que los seres humanos son fundamentalmente estas dos cosas. Es un genio. Y la manera de hacer el programa, como si fuese una fiesta, es fantástica.
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