PRESENTACIÓN
Muriel Romero, nueva directora de la Compañía Nacional de Danza: "Ya está bien de tantas 'Cármenes', 'Bellas durmientes' y reposiciones"
La nueva etapa del ballet público se anuncia como un proyecto ambicioso, que abarque diferentes estilos y explore nuevas dramaturgias y relación con otras artes escénicas y ciencias

Muriel Romero, nueva directora de la Compañía Nacional de Danza, en la sede de la compañía / Laura San Segundo / CND
Muriel Romero (Murcia, 1972) se ha presentado en público este martes por primera vez como directora de la Compañía Nacional de Danza (CND), después de que se anunciase su nombramiento en julio. Lo ha hecho en rueda de prensa y, en ella, no ha explicado mucho en lo concreto. No ha querido hablar de presupuesto ("Lo del presupuesto depende de cómo se mire y con qué lo compares", ha respondido a la pregunta de un periodista cuando se le ha inquirido que suele ser una queja habitual de los directores de compañías públicas de danza para poder hacer giras amplias o creaciones ambiciosas). Tampoco ha explicado Romero cómo piensa hacer la transición de una compañía centrada en el neoclásico (durante la etapa en la que ha estado dirigida por Joaquín de Luz, que salió de manera abrupta después de que no se le renovase el contrato, pero también la anterior, dirigida por José Carlos Martínez) a una propuesta, la suya, en la que se quiere "reforzar el carácter abierto, vanguardista y diverso en una compañía en constante evolución, con un repertorio de múltiples estilos", según reza la propia misión de su proyecto.
Lo que sí ha mencionado Romero son algunos nombres. Primero, los de su equipo al frente de la Compañía: Mayda Islas, como directora adjunta (con quien Romero lleva muchos años trabajando en su compañía Instituto Stocos), Ana Catalina Román, asistente de dirección artística (catedrática de Composición coreográfica en el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila de Madrid, además de contar con una amplia experiencia en compañías internacionales, como el Ballet de Frankfurt dirigido por Forsythe, de quien fue asistente), Violeta Gastón, maestra repetidora, Amanda del Monte, como directora de producción (que conserva del equipo anterior, ya que entró en la Compañía bajo la dirección de Joaquín de Luz y que Romero ha admitido no conocer hasta su entrada como directora), Pachi Cabanillas, como director técnico y Arturo Barral, como gerente.
También ha dado los nombres de las coreógrafas actuales a las que le gustaría acercar a la institución: La Ribot, Cuqui Jerez, Luz Arcas... El criterio para elegir coreógrafos, ha indicado, será el de la calidad. "En España tenemos mujeres coreógrafas que han ganado el León de Oro de Venecia, como La Ribot, y que nunca ha pisado esta casa. Simplemente voy a dar voz a mujeres que llevan años investigando y nunca han estado cerca de esta institución".
El feminismo será, según ha indicado también la directora adjunta, un eje transversal en el trabajo de esta nueva etapa. En número y forma. "El feminismo es un motor que tenemos que seguir empujando hasta que logremos la igualdad", ha dicho Romero. Además de esta, la nueva directora ha insistido en otras dos ideas clave para su etapa: derechos culturales (y acercamiento a lo rural) y diversidad.

Muriel Romero, directora de la Compañía Nacional de Danza. / Laura San Segundo / CND
Tercera etapa en la CND
La nueva directora de la CND ha comenzado su intervención recordando que ella entró en la Compañía Nacional de Danza como bailarina con 16 años, bajo la dirección de Maya Plisétskaya -su primera experiencia profesional, "esta casa me ha dado muchísimas oportunidades", ha indicado-. Bajo su liderazgo, ha recordado, la compañía cumplirá 50 años: fue fundada en 1979 con el nombre Ballet Clásico Nacional y tuvo como primer director a Víctor Ullate (hasta 1982). Plisétskaya fue su cuarta directora (1984 - 1990) que fue relevada por Nacho Duato (la dirigió hasta 2010), etapa en la que Romero volvería a incorporarse a su elenco como intérprete.
La de directora es su tercera etapa en la institución. "Sentía la necesidad de volver. Había un 'sí' y un 'no' en mi cabeza y pensé que el 'no' no debía ser mío", ha indicado este martes. "Este proyecto, al servicio de la Compañía Nacional de Danza, abarca múltiples estilos y múltiples lenguajes". Desde su discurso de presentación ha aclarado que la Compañía mirará atrás ("he intentado alimentarme de los coreógrafos que han hecho historia", ha dicho) pero que su intención es ser ambiciosa y abarcarlo todo: también lo más vanguardista. "¿La danza clásica tendrá cabida?" le preguntaba un periodista. "Por supuesto", ha respondido. "La primera llamada ha sido al Balanchine Trust, estamos trabajando en ello ya".
La mención de George Balanchine parece muy bien escogida. A Balanchine (1904 - 1983) se le considera el creador de la danza neoclásica, una actualización y modernización del ballet clásico caracterizado por una mayor velocidad y expresividad. Su última etapa profesional fue al frente del New York City Ballet, la compañía que principalmente se encarga de conservar su legado y de la que Joaquín de Luz, su antecesor al frente de la CND, fue su primer bailarín.
Dramaturgias actuales
Sin embargo, también ha avanzando que pretende impulsar otro tipo de proyectos, que converjan con otras disciplinas de las artes escénicas y que impulsen otro tipo de dramaturgias más actuales. "Quiero crear una especie de hub, una de laboratorio cuyo vértice sea el cuerpo, un cuerpo pensado por filósofos, músicos, la robótica, ingenieros... Hoy en día la ciencia y el arte se dan la mano" ha anunciado. "Hay que empujar las nuevas dramaturgias, creo que ya está bien de Cármenes, Bellas durmientes y reposiciones".
La relación con la tecnología será clave también en esta nueva etapa. En sus 15 años al frente de Instituto Stocos, Romero ha trabajado justamente en torno a la investigación tecnológica siempre al servicio del movimiento. Sin embargo, en el proceso de configuración del nuevo elenco de la Compañía, en el que se encuentra inmersa en este momento, para ella es fundamental que el motor sean los propios bailarines. "Los bailarines son el alma de la compañía", ha afirmado. "Hoy en día es más fácil llegar a Marte que a uno mismo". Explorar las motivaciones y los impulsos creadores del cuerpo de baile será un elemento fundamental bajo su dirección.
Transición rápida
La transición tendrá que ser muy veloz. Para conseguir sus objetivos, Romero aún no tiene un elenco conformado con el que comenzar a trabajar. De momento, una parte de los bailarines (una veintena) cuenta con contrato estabilizado, con lo que continuarán bajo la nueva dirección. Pero otros 26 deberán incorporarse próximamente. Aún está abierto el proceso para presentar candidaturas y a principios de octubre tendrán lugar las audiciones para seleccionarlos.
Con ellos tendrá que enfrentar las citas ya cerradas y arrancar la nueva producción. No será tarea fácil. De momento, hay varias fechas ya comprometidas: la representación de La Sylhpide en el Teatro de la Zarzuela (un montaje que hasta ahora ha protagonizado Joaquín de Luz) y Don Quijote, en febrero en el Teatro Real. ¿Cómo se hará la transición? Romero no da detalles. "Poco a poco iremos llegando a ese puzzle de teatros, coreógrafos y programas", anuncia. Tendrán que intercalar programas: "para traer a coreógrafos internacionales estoy cerrando ya proyectos para 2028, porque tienen una agenda muy cerrada" y recuerda: "es un año de transición. Llevamos trabajando desde junio, y tendremos que ir avanzando poco a poco. Es un año de transición".
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