Entrevista
Bea Lema, Premio Nacional de Cómic: "Hacer 'El Cuerpo de Cristo' ha sido mi escuela"
La ilustradora, premiada por el Ministerio de Cultura, verá cómo su obra da el salto al cine

La ilustradora, Bea Lema, ganadora del Premio Nacional de Cómic. / LOC
Marta Casais
La ilustradora Bea Lema, galardonada este lunes con el Premio Nacional del Cómic por su trabajo 'El Cuerpo de Cristo', y que anteriormente había obtenido el premio del Público del Festival del Cómic de Angoulême, uno de los más importantes a nivel internacional, se ha mostrado “muy contenta” por la noticia. “Estoy contenta, emocionada, todavía creyéndomelo, pero es un súper reconocimiento, así que feliz”, revela. El germen de este cómic comenzó ya en 2016, con una primera versión a tinta negra que, a pesar de ser la primera incursión de la coruñesa en el género, consiguió el Premio Castelao. “Hacer el cómic ha sido mi escuela, ha sido todo a base de prueba y error. Desde la primera edición de 'O Corpo de Cristo', que era mucho más sencilla, solamente a línea, hasta lo que es ahora ha habido una búsqueda muy grande del estilo, de cómo dibujar. Una búsqueda del color, de las formas... Ha aparecido también el bordado, una parte que he disfrutado mucho porque he intentado pasármelo bien haciéndolo y sorprenderme. Que el juego y la espontaneidad estuvieran presentes”.
'El Cuerpo de Cristo', editado por Astiberri, es una obra centrada en el historia de Adela, una ama de casa de A Coruña que sufre una enfermedad mental que le hace tener delirios y cómo esta circunstancia afecta a su hija Vera, que se tiene que hacer cargo de los cuidados de la madre. El cómic está inspirado por su propia historia personal, algo resaltado por el jurado, que destacó también su “auténtica exploración del lenguaje”, con “recursos estéticos alternativos y que muestra una nueva forma de tejer la historia reivindicando la propia memoria migrante”.
Cuidados invisibles
La historia de este relato migrante parte de un “momento de retroceso”, cuando Adela deja atrás el mundo de oportunidades que le ofrece Suiza para asumir los cuidados en España. Lema considera que este tema está todavía sin resolver y que las mujeres siguen siendo las que asumen la mayor parte de estas situaciones.
La religión también es un tema que está muy presente en el relato, con Adela recurriendo a los ritos populares sacros para poder lidiar con su enfermedad. Ya cuando logró el premio del público en Angoulême, Lema señalaba a este periódico por qué había querido abordar este tema. “La religión puede ser muy dogmática y hay personas como la meiga que aparece en el libro, que se aprovecha de que Adela necesita ayuda y acude a ella desesperada. Pero hay que tener en cuenta el contexto histórico, donde la religión ha tenido un peso muy grande”.
Bea Lema navega entre la crudeza de esta historia y la ingenuidad de una niña, dejando que el medio, a través de dibujos a rotulador y bordados, se haga cargo de matizar y suavizar las momentos más punzantes. “Es el contraste que hay entre la crudeza de la historia versus esa gráfica que es más amable”, dice. “Creo que son los puntos fuertes del proyecto”.
La coruñesa comenzó su aventura profesional como diseñadora de producto y la capacidad de investigación que adquirió durante ese trabajo la utilizó para informarse sobre el bordado y lo “subversivo” de la costura, que después incluyó en el cómic. “Investigué de dónde venía concretamente la historia de las arpilleras chilenas. Tengo una colección en casa de arpilleras bolivianas de un viaje, pero que no sabía de dónde venía esta técnica. Cuando investigué me encontré con la historia de las mujeres chilenas, que durante la dictadura de Pinochet, como una manera de compartir el dolor que estaban viviendo, comenzaron a representar utilizando esta técnica la violencia que vivía el país: los secuestros, encarcelamientos, asesinatos... Estas piezas llegaron a salir de Chile y esto hizo que se supiera fuera del país lo que estaba sucediendo”, explica.
“Me fascinó mucho cómo la costura, que ha sido un oficio históricamente femenino, obligatorio en muchos casos incluso, que se puede entender como sumiso por la postura que adopta el cuerpo cuando borda. Y lo de utilizar la técnica para todo lo contrario, para contar nuestras realidades, para contar historias, me pareció muy subversivo”.
Es precisamente la inclusión de estos bordados que el jurado del Premio Nacional destaca de una obra “innovadora, arriesgada en lo formal, con texturas y composiciones que trascienden las técnicas más utilizadas sin renunciar al uso del humor y a una mirada poética”.
La ilustradora trabaja ahora en animar la historia que le ha llevado al premio. “Es muchísimo trabajo”, admite, “pero también es muy estimulante porque para mí es un medio nuevo. De repente está el movimiento, está el sonido, está la música... Ahora mismo estoy haciendo el borrador de lo que será después el cortometraje. Es interesante ver los recursos que te da el medio y aprender a narrar en este otro lenguaje. Lo estoy disfrutando mucho, me parece un privilegio tener la oportunidad de poder hacer algo así”.
Hasta el estreno de este cortometraje todavía queda un trecho, pero Lema admite que ya tiene alguna idea para aventurarse en el siguiente cómic. “Con el corto tengo trabajo de aquí a un año y pensar más allá todavía me parece demasiado lejano”.
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