FLAMENCO
La despedida de Manuela Carrasco ilumina el cierre del Flamenco on Fire
La veterana bailaora recala en Pamplona con su espectáculo de despedida en una jornada en la que brillaron las mujeres de temperamento

Actuación de la bailaora Manuela Carrasco en el Auditorio Baluarte en la XI edición de Flamenco on Fire. / EFE/ Jesus Diges
Dice que será larga, pero Manuela Carrasco ha comenzado a despedirse de los escenarios, de los que no se ha bajado en 50 años. Comenzó a hacerlo en el Festival de Jerez, y este domingo recaló en Pamplona y puso el cierre a los grandes conciertos en el Baluarte de la capital navarra en el marco de la XI edición del festival Flamenco on Fire. Siempre Manuela es un espectáculo en el que la que fuera calificada como diosa del flamenco sólo ofrece pinceladas de su baile, fiel al estilo que ella misma creó, ese que se caracteriza por la fuerza, el temperamento y la velocidad en los pies, pero que también destaca por la majestuosidad del baile estático, ese que pone el acento en un braceo, en un gesto de las manos o en una mirada.
Carrasco bailó primero con mantón, acompañada en el cante por Remedios Amaya, en unas bulerías al golpe. Lo volvería hacer en una caña acompañada por otra mujer de voz poderosa, Anabel Valencia, y remataría con su soleá, su santo y seña, lo que el público siempre espera y ovaciona de esta maestra, que en Pamplona alcanzó tres cuartos del aforo (de un teatro con 1.500 asientos).
Siempre Manuela, un espectáculo sin argumentos que respeta los códigos de ese flamenco en el que creció la bailaora, está organizado a partir de escenas, que se suceden de manera ágil y van ocupando la caja escénica formando diferentes figuras a partir de la colocación del cuadro y los protagonistas de las escenas.
Manuela Carrasco quiso ceder el protagonismo en su noche de despedida de Pamplona a sus invitadas, Anabel Valencia (que además de la caña cantó por tangos) y sus hijas, Zamara que cantó y bailó por bulerías con el temperamento y la rabia como emblema- y Manuela, que bailó por alegrías. "Zamara es salvaje -explicaba a este periódico hace unos días- y Manuela es una buena bailaora, elegante, fina, tiene unos pies maravillosos".

La bailaora Manuela Carrasco en el Auditorio Baluarte en la XI edición de Flamenco on Fire. / EFE / Jesus Diges
También le acompañó su elenco habitual, además del violinista Samuel Cortés. Un sobresaliente Pedro Sierra a la guitarra, y el cantaor Enrique el Extremeño, su fiel compañero en el abismo de la soleá. También el momento para el recuerdo de Joaquín Amador, fallecido hace unos meses, que estuvo en la voz en off de Manuela que introduce y casi cierra el espectáculo y en una silla vacía colocada en el escenario con la guitarra que ya no hará sonar más.
El flamenco más festero protagoniza la jornada
La última jornada del festival había arrancado al mediodía con una de las invitadas de Manuela Carrasco. La cantaora Remedios Amaya hizo una breve aparición en el balcón del Ayuntamiento acompañada a la guitarra por Diego del Morao para ofrecer una pinceladita de su arte. Dijo sentirse feliz de estar en Pamplona, y sonó emocionada, pero apenas estuvo 20 minutos dedicando al público lo que mejor sabe hacer: sus cuplés por bulerías. No tiene Remedios Amaya la voz en su mejor momento, aunque el público que en ese momento llenaba la plaza agradeció la entrega de una cantaora que prefirió prescindir del micrófono en su aparición.
También hubo fiesta en el escenario Sabicas, el espacio escénico de Civivox Condestable, uno de los escenarios de este Flamenco on Fire que, una jornada más, recogió algunos momentos emocionantes ante un público que abarrotaba el espacio y atendió con el silencio más respetuoso a las propuestas presentadas. Los hermanos Pañero, junto a Diego del Morao en la guitarra, alternaron la picardía, el juego con el compás, la fiesta por cantiñas y bulerías de José Pañero con la solemnidad y profundidad que detiene el tiempo de Perico Pañero, que cantó por soleá y seguiriyia y dejó en un mar de lágrimas a su hermano José durante la actuación.
Antes había subido a escena el guitarrista Dani de Morón, que es ya una absoluta referencia en la guitarra flamenca y que la noche anterior había formado parte de ese elenco estelar de guitarristas del espectáculo Alzapúa II. Creativo, con un toque sobrado de expresividad y matices, delicado, de sonoridad limpia... El de Morón repasó algunas de sus composiciones, como su característica mariana, y se sintió cómodo tocando ante un público tan respetuoso. "Ante esta respuesta uno no puede más que entregarse a la guitarra", decía antes de finalizar su actuación, "Un segundo de felicidad con la guitarra merece una vida entera”.

Remedios Amaya y Diego del Morao actúan desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona. Flamenco on Fire 2024. / Susana Girón / Flamenco on Fire
La fiesta se enseña, la fiesta se puede aprender. A hacerla, a jalearla y a saber cuándo no intervenir. Sobre estas cuestiones, sobre los elementos clave de la fiesta flamenca y los estilos, las familias y la historia de la fiesta flamenca charlaron distendidamente justamente José Pañero y el cronista jerezano Juan Garrido en una Casa Sabicas atestada de público.
Y una fiesta flamenca puso el broche final al festival con un Remache de Málaga que es capaz de meter por bulerías la canción infantil El Cocherito Leré y lo que haga falta. Lo demostró en el tablao del Hotel Tres Reyes, cerrando un programa titulado Málaga la Bella, acompañado a la guitarra por Rubén Lara y tras el cante de Delia Membrive y Paqui Ríos. Tiene la primera un eco gitano que se luce en los agudos y expresiva y a compás. La segunda, Paqui Ríos, tiene una voz añeja, que sonó desgarrada sin llegar a romperse por malagueñas, soleá y seguiriya, antes de que subiera Remache de Málaga al escenario a ofrecer alivio y poner al público en pie.