HISTORIA

La primera expedición científica internacional para medir la Tierra que terminó dando nombre a un país

Dos españoles, Jorge Juan y Antonio de Ulloa serían determinantes en el primer consorcio entre Francia y España, en el siglo XVIII, tal y como recoge el libro 'La medida de la Tierra', del doctor en Historia estadounidense Larrie D. Ferreiro

'La medida de la Tierra', de Larrie D. Ferreiro, narra la primera expedición científica internacional llevada a cabo entre España y Francia en el s XVIII

'La medida de la Tierra', de Larrie D. Ferreiro, narra la primera expedición científica internacional llevada a cabo entre España y Francia en el s XVIII / EPE

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

Era el año 1735. Con la conquista de América, el mundo conocido no dejaba de ensancharse. Se hacía necesario conocer el tamaño y la forma real de la Tierra. Averiguar este dato podía traer a los imperios (Francia, Gran Bretaña, España) una ventaja competitiva en la seguridad de la navegación y el comercio. Un beneficio económico, en última instancia. La inversión en ciencia comenzaba a despegar. El mundo se dividía en dos: los que, seguían al británico Isaac Newton y pensaban que la Tierra no era una esfera perfecta, sino que estaba achatada por los polos, con una forma similar al pomelo y aquellos que apostaban por el francés René Descartes, que creía que ocurría al revés: que la Tierra se abombaba por los polos y se asemejaba un huevo. La incipiente Academia de las Ciencias de Francia decidió aceptar el desafío e impulsar una medición real que permitiera acabar para siempre con la disputa. Para lograrlo, crearon un equipo que primero realizaría las mediciones pertinentes en Francia, y después viajaría a lo que hoy es Ecuador para comprobar las diferencias. La corona francesa y la española, en una alianza facilitada por los Pactos de Familia entre los Borbones de ambos países, organizaron la primera expedición científica internacional: tres franceses (Louis Godin, Charles-Marie de La Condomine y Pierre Bouguer), y dos militares españoles (Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral) y un equipo local del Virreinato de Perú tardarían diez años en lograr su objetivo.

Larrie D. Ferreiro se empezó a interesar por el viaje hace 20 años cuando cayó en sus manos un libro sobre ingeniería naval escrito en el siglo XVIII por Pierre Bouguer mientras estaba en la meseta de Yaruquí, entonces parte del Virreinato de Perú. La paradoja le llevó a tirar del hilo de esta aventura fundamental que terminaría determinando una gran cantidad de cuestiones que trascienden hasta hoy: el propio objetivo científico, la cooperación internacional en la investigación, el papel de la ciencia para los Estados e incluso el nacimiento de identidad nacional en Ecuador que eventualmente, junto con otros acontecimientos, terminaría determinando su independencia como país. El resultado es un delicioso ensayo, La medida de la tierra. La expedición ilustrada que cambió nuestro mundo, publicado por Desperta Ferro, un ensayo sobre ciencia, geopolítica, historia y aventuras que se lee con interés y que incluye tal precisión en los datos que abruma al lector menos lego en la materia. Ferreiro es doctor en Historia de la Ciencia y la Tecnología, profesor universitario, trabajó para la Marina francesa, la de Estados Unidos, el servicio de Guardacostas de su país natal y fue finalista del Premio Pullitzer de Historia por su libro anterior, Hermanos de armas. La intervención de España y Francia que salvó la Independencia de Estados Unidos (Desperta Ferro, 2019).

Ferreiro, de origen español, es un gran conversador y muy meticuloso en su trabajo. Charla con este periódico, por videoconferencia desde Washington, donde reside, después de preparar a conciencia la entrevista.

Larrie D. Ferreiro, doctor en Historia de la Ciencia y la Tecnología, autor de 'La medida de laTierra'.

Larrie D. Ferreiro, doctor en Historia de la Ciencia y la Tecnología, autor de 'La medida de laTierra'. / Desperta Ferro

Pregunta: El libro abarca muchos aspectos. La investigación para escribirlo ha durado 20 años. ¿Fue variando de rumbo la historia conforme avanzaba en ella, es el resultado fiel a la primera idea que tuvo al interesarse por la expedición?

Respuesta: Los autores de ficción suelen contestar que los personajes hacen cosas inesperadas. Lo que yo he encontrado escribiendo, incluso aunque este libro es de no-ficción, es que a veces los hechos y los personajes toman una dirección diferente de la que pensaba, incluso aunque yo escribo sobre hechos comprobables, pero te pueden llevar a conclusiones diferentes, porque descubres ideas o puntos de vista conforme investigas. Un ejemplo claro es que empecé a entender los puntos de vista que adoptaban los personajes y que entraban en conflicto de alguna manera con la misión en la que estaban trabajando. Los dos oficiales navales españoles en la misión, Jorge Juan y Ulloa estaban absolutamente comprometidos con la misión científica, pero cuando les llamó el deber de defender los intereses del imperio español del ataque británico durante la sucesión en Austria, pusieron por delante su papel como militares, algo que hicieron además de manera extraordinaria. Este libro siempre tuvo el foco en la ciencia, pero comprendí muy pronto que la ciencia era impulsada por diferentes factores. La política de la época impulsó la necesidad de que los imperios pudieran operar a través de los océanos, pero también la política local: había conflictos en Quito, y muy rápidamente los científicos y oficiales se encontraron inmersos en ellos y afectaron a la forma en que se llevó a cabo la expedición y esto se volvió tan fascinante que tuve que dedicar una buena parte del libro a entender lo que estaba ocurriendo en ese momento y por qué tomaron algunas malas decisiones en relación con la misión. Muy a menudo tuvo que ver con las diferencias culturales entre los europeos y los locales, porque curiosamente, a pesar de las diferencias entre los idiomas, los franceses y españoles tenían más en común que los oficiales españoles con sus equivalentes locales, así que también encontré fascinante investigar cómo se adaptaron a esta experiencia.

P: Esta increíble expedición es muy desconocida todavía. ¿Cuáles diría que son sus principales legados?

R: Su primer legado claro es el nombre del país de Ecuador, que fue un reconocimiento a lo famosa que llegó a ser la Misión Geodésica, de modo que de inmediato establece la importancia de esta expedición para la creación de una identidad en la zona, ellos mismos como un pueblo separado. ¿Por qué sucedió eso? Cuando regresaron a Europa, diez años después del inicio de la misión, Jorge Juan, Antonio de Ulloa y uno de los científicos franceses, Charles Marie de La Condamine, escribieron los primeros relatos científicos sobre América del Sur para un público muy amplio en Europa. Antes de eso, España era muy cautelosa con respecto a cualquier información que saliera de sus colonias, por razones militares y económicas. Pero esto empieza a cambiar y estos escritos se exponen como prueba de la riqueza del imperio español, que aumentó su estatus en Europa, pero también influyeron en la población local, porque les permitió, quizás por primera vez, pensar en ellos mismos como un grupo diferenciado. Esto, muchos años después, empujó la independencia. El mismo Simón Bolívar se refiere a los habitantes de la zona como "los hijos del Ecuador" en su poema Mi delirio sobre el Chimborazo. Pero además, otro legado importantísimo es que el éxito de la misión inspiró a los siguientes científicos a trabajar fuera de sus fronteras, a aventurarse en investigaciones internacionales, como las que llevaron a cabo en la misma zona Alexander von Humboldt o Charles Darwin. Estas dos fueron tan importantes que terminaron eclipsando el viaje que las inspiró.

P: En el libro subraya y analiza las políticas económicas y militares que estaban detrás del apoyo a la investigación científica. ¿Esto es algo que sigue ocurriendo hoy?

R: Por supuesto. Como ingeniero que ha trabajado en proyectos que requieren de financiación, es lo primero que pregunto antes de embarcarme en uno: cuál es el interés de quienes financian. Hay una cita que siempre utilizo del general prusiano Karl von Clausewitz que dice que la guerra es la continuación de la política con otros medios, y yo digo siempre que la ciencia es la continuación de la política o es hacer política usando otros medios. En el Siglo de las Luces los imperios competían por dominar el arte de la navegación y para lograrlo construyeron observatorios, por ejemplo, porque conociendo mejor las estrellas podían aprender a guiarse en alta mar y aumentar su presencia en los océanos. Esta competición no se llevaba a cabo en una lucha de ejércitos, sino de sociedades científicas. En la actualidad ocurre exactamente lo mismo. Yo crecí con la carrera espacial entre mi país (Estados Unidos) y la Unión Soviética, que invertían miles de millones de dólares en ver quién llegaba primero a la Luna durante la Guerra Fría. No se hizo por la ciencia, se hizo simplemente para atraer aliados a los dos lados del Muro. Y quiero dejar claro que este tipo de políticas blandas tienen muchos más beneficios directos para la humanidad que la política militar. Ahora tenemos GPS y ordenadores modernos justamente como consecuencia de aquella carrera espacial. También se ha hecho algo parecido recientemente con la investigación para desarrollar una vacuna contra el coronavirus. La política influye en cómo se lleva a cabo la ciencia, pero también proporciona la justificación para que las naciones financien la investigación científica.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, los protagonistas de la misión: los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa y los franceses Louis Dogin, jefe de la expedición, Charles-Marie de La Condomine y Pierre Bouguer

De izquierda a derecha y de arriba a abajo, los protagonistas de la misión: los españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa y los franceses Louis Dogin, jefe de la expedición, Charles-Marie de La Condomine y Pierre Bouguer / EPE

P: Los personajes principales de esta aventura son científicos y marinos franceses y españoles. ¿Cree que estuvieron bien seleccionados?

R: Una de las cosas que me atrajeron de esta historia conforme fui avanzando en su conocimiento es que contrariamente a lo que podría parecer a priori, los conflictos no surgieron entre franceses y españoles, sino entre los miembros franceses de la expedición. Fueron justamente los dos españoles quienes mantuvieron al grupo unido, quienes hicieron de pegamento para que se consiguieran los objetivos. Louis Godin, el jefe de la misión, resulto ser una persona corrupta y un líder tóxico: se gastaba el dinero en sus propios caprichos y tomaba decisiones en su propio interés. Era un dictador más que un líder, aunque tiempo después pudo redimirse, con un papel determinante en la reconstrucción de Lima y Callao después del devastador terremoto de 1746, o en la construcción del primer observatorio astronómico en España, en Cádiz, por ejemplo. Creo que la selección en el lado español fue mejor que en lado francés: ambos eran militares muy jóvenes, pero con una madurez que iba más lejos de lo que cabría pensar.

Los escenarios de la expedición al Ecuador.

Los escenarios de la expedición al Ecuador. / Desperta Ferro

P: Tanto Jorge Juan como Antonio de Ulloa escribieron relatos sobre la situación real en el Virreinato: la corrupción y el trato a la población local. ¿Tuvieron algún efecto?

La Corona trató de hacer algunas reformas en los gobiernos locales, pero a menudo, las autoridades locales no las pusieron en marcha, siguiendo esta máxima antigua de "obedezco, pero no cumplo". Pero la idea de ver las operaciones coloniales de primera mano se revitalizaría veinte años después, en 1765, cuando el poderoso José de Gálvez se convirtió en visitador del Virreinato de la Nueva España, y más tarde utilizaría sus observaciones para promulgar reformas coloniales cuando se convirtió en Ministro de Indias en 1772. Gálvez, por cierto, también se convirtió en uno de los principales arquitectos de la guerra de España contra Gran Bretaña durante la independencia estadounidense, sobre la que escribí en Hermanos de Armas.

'La medida de la Tierra. La expedición científica ilustrada que cambió nuestro mundo'

Autor: Larrie D. Ferreiro

Traducción: Joaquín Mejía

Editorial: Desperta Ferro

384 páginas | 26,95 euros