Literatura
Operación Falsa Bandera | Pura ficción sobre un fondo real
Jorge Dezcallar no desaprovecha la ocasión para desvelarnos su profundo conocimiento de los mecanismos diplomáticos que mueven el mundo
Miquel Borrás
Si este libro lo hubiera escrito alguien especializado en novelas de espías, podría decirse que es una original y trepidante historia de acción, con una minuciosa y “delicada” información sobre lo más oscuro de las relaciones internacionales, incluido el funcionamiento interno de los centros de inteligencia.
Pero resulta que todo lo que se cuenta ha salido de la mente de alguien que ha sido embajador en Marruecos, en la Santa Sede, en los Estados Unidos, y por si esto no fuera suficiente, durante tres años fue director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), es decir, el jefe de los espías españoles.
Es entonces cuando, a pesar de su advertencia de que la trama de la novela es pura ficción, ante lo que cuenta uno no puede dejar de preguntarse ¿qué será lo que no puede contar?; ¿de qué calibre es la información que ha dejado fuera de esta novela? La sensación de estar teniendo acceso a secretos de estado y asuntos, al menos en apariencia, extremadamente confidenciales, va in crescendo a medida que avanza la trama hasta el punto de que el lector puede verse atrapado por una cierta paranoia. ¿Estaré conociendo algo que, por mi seguridad, no debería?
Admito que todavía me dura la inquietante sensación de que alguien de apariencia eslava me está siguiendo. Supongo que es lo que puede ocurrir cuando tomas conciencia de que sabes más de lo que te corresponde. Insisto en recordar que Operación Falsa Bandera no es una historia recomendable para personas que padezcan de insomnio o con problemas cardiacos aunque sean leves. Porque, además, el autor se atreve con todo, desde una sórdida historia de homosexualidad entre un joven y cándido diplomático español y un militar chusquero y amargado, guardián de la frontera marroquí, hasta una clase magistral sobre política internacional.
Jorge Dezcallar no desaprovecha la ocasión para desvelarnos su profundo conocimiento de los mecanismos diplomáticos que mueven el mundo, con su correspondiente submundo del espionaje. Desde la primera página, Dezcallar va tejiendo una tela de araña de la que sólo te soltará en la última, como si de una película de suspense se tratara. No olvida, sin embargo, los aspectos glamurosos de la vida del diplomático, reflejados en la receta de un buen gin tonic que nos ofrece desde la cosmopolita Beirut, lo que de paso sirve para rebajar las pulsaciones. Y para hacerte más amena la creciente y a menudo agotadora tensión, trufa el texto de abundantes citas literarias: desde Cervantes, Saint-Exupéry, Pascal, Orwell, García Lorca, etc.., hasta "Joete".
Por momentos me parecía estar viendo una película de espías más que leyendo un libro. De hecho, me sorprendería que esta historia - "ficticia" según afirma el autor-, no fuese llevada a la gran pantalla en breve o convertida en una serie de Netflix, de esas que te tragas enteras en un fin de semana.
En fin, cuesta creer que en esta historia todo sea ficción. Por eso tengo la ligera sospecha que el día de la presentación de este libro en el Club Diario de Mallorca, de Prensa Ibérica, el próximo martes 13 de junio, además de los micros habituales, puede que haya instalados otros artilugios tecnológicos con fines menos inocentes.
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