LIBROS

Javier Olivares desvela 'El enigma Pertierra', el misterio del celebrado ilustrador que nunca existió

La historia del personaje ficticio creada por el desaparecido Fernando Marías se convierte en un libro que firma el que fue su colaborador, responsable de inventar la parte gráfica del personaje

Portada de Pertierra para una edición ficticia de 'Macbeth'.

Portada de Pertierra para una edición ficticia de 'Macbeth'. / Javier Olivares - Astiberri

En 2009 Fernando Marías publicó El silencio se mueve, una novela sobre Joaquín Pertierra, un desconocido ilustrador español marcado por la Guerra Civil que, tras finalizar la contienda, decidió permanecer en España desarrollando su trabajo para editoriales extranjeras, razón por la que era prácticamente desconocido en nuestro país. Para dar credibilidad al personaje, Marías necesitaba un ilustrador que fuera capaz de crear un cómic, que sería incluido en el libro y que había que leer necesariamente porque contenía varias claves para entender el conjunto la historia. Además, ese ilustrador debería crear las portadas ilustradas por el personaje a lo largo de su carrera. Si bien ambas tareas no eran especialmente complicadas, la propuesta tenía una pega que no todos los profesionales estarían dispuestos a aceptar: su nombre debería permanecer en el anonimato porque todos los dibujos irían firmados por Pertierra.

"Eso es lo que más me atrajo del proyecto", recuerda Javier Olivares, ilustrador que le dio forma a la obra de Pertierra y que acaba de publicar en Astiberri El enigma Pertierra, un volumen dedicado a la memoria de Fernando Marías, fallecido en 2022, en el que se recopilan trabajos atribuidos al personaje que crearon juntos y que el ilustrador madrileño continuó haciendo por diversión una vez finalizado el proyecto de la novela.

"Fernando y yo siempre hablábamos de que teníamos que hacer un libro como este, así que le comenté que se lo propusiéramos a Astiberri. Antes de que muriera hicimos un pequeño dossier para el que escribió algunos textos y, gracias a ello, he podido utilizarlos ahora en el libro", explica Olivares sobre un libro que, finalmente, revela el verdadero enigma Pertierra: ¿existió realmente este enigmático ilustrador o es un personaje de ficción?

"El misterio funcionó muy bien al principio, e incluso después ha habido gente que ha seguido creyendo la historia de Pertierra. Fuera de España hay ilustradores que lo citan como referencia, hay gente que ha hecho colecciones de Pinterest con sus trabajos y Emilio Gil, aun sabiendo que era ficción, lo incluyó en su listado de pioneros del diseño español", explica Olivares, que achaca la credibilidad del mito Pertierra al talento de Fernando Marías a la hora de crear un personaje que podía ser verídico.

"Fernando lo enmarcó en una época muy determinada, entre los años 30 hasta más o menos los 80. Además lo colocó en un sector profesional, como el editorial, que en esa época tenía un estilo muy concreto. Luego, por lo que a mí respecta, siempre me ha gustado estudiar la ilustración de esa época. Conozco a Steinberg, a todos los portadistas de jazz, a Jim Flora y todo eso forma parte de mi formación como dibujante, por lo que, en el fondo, encontraba muy cercana a mí a la figura de Pertierra. De hecho, aunque en un primer momento lo intenté, no pude disimular mi estilo de dibujo, así que decidí que lo que haría sería algo parecido a cantar a la manera de un determinado cantante. En ese sentido, intento utilizar las mismas piezas que utilizaría Pertierra a la hora de trabajar y, cuando hay alguna que veo que no pertenece a ese mundo, la detecto rápidamente. En ese caso, la meto en un cajón y me la quedo yo, no como Pertierra, sino como como Javier", explica Olivares que, a la hora de dar veracidad al personaje, no solo ha tenido que recrear las antiguas técnicas de reproducción e impresión, sino también unos métodos de trabajo un tanto peculiares.

Portada ficticia para un disco de la ópera 'Edipo Rey', de Stravinsky../ Javier Olivares - Astiberri


"Cuando los ilustradores de los años 40 y 50 no tenían encargos, se dedicaban a hacer ilustraciones temáticas que posteriormente intentaban vender en las editoriales. Eso hacía que las portadas de los libros de la época no estuvieran demasiado pegadas al contenido del libro porque podían ser utilizadas en cualquier momento si la necesidad lo requería. El editor, por ejemplo, las utilizaba para una novela romántica, pero al verla había elementos que no encajaban. ¿Dónde sale ese pez y ese tío con un hacha? Luego, cuando lo leías, te dabas cuenta de que no salían en ningún sitio, pero daba igual porque ya habían cumplido con su labor de llamar la atención del lector. Para Pertierra trabajé de una forma parecida. Dibujaba personajes, los guardaba y los dejaba reposar. Luego, al revisarlos, algunos me asombraban mucho porque ni me acordaba de que los había hecho, y me daba cuenta de que podían servir para una determinada portada", explica Olivares, que ha llevado ese método al extremo, igual que hacían los dibujante de la época.

"Otra cosa que me llamaba mucho la atención es que, a diferencia de lo que sucede ahora, incluso cuando las ilustraciones eran encargadas por la editorial, como no solía haber un diseño de colección muy cerrado, el ilustrador no recibía ninguna instrucción de cómo tenía que colocar los elementos. Eso provocaba que, al final, fuera el diseñador el que tuviera que resolver el problema de dónde colocar el título y el autor. A veces ves esas portadas y dices, '¿porque está tan mal puesto este título aquí abajo?'. Pues porque era el único sitio en el que podían ponerlo y, claro, cuando lo que tienes que poner es Tarzán, no tiene mucho problema, pero cuando te toca Tartarín de Tarascón, imagínate".

La marca de la guerra

La historia de Joaquín Pertierra es la de un joven de buena familia de ideas progresistas que, al llegar la Guerra Civil, hace todo lo posible por mantenerse al margen del conflicto. Esa decisión le atormentará durante toda su vida y marcará también su trayectoria profesional que desarrollará, en su mayor parte, fuera de España, hecho que aumentaría aún más su leyenda.

"Pertierra es también un homenaje a esas personas que, por la razón que fuera, por cuestiones familiares, sentimentales, económicas o de salud, no se exiliaron después de la guerra. Fueron personas que, en muchos casos, sufrieron una pena agravada: la de haber perdido la guerra, la de ser mal vistos por quedarse y la de no poder trabajar libremente en una época en la que ni siquiera era necesario haber militado en partidos de izquierdas o en sindicatos, porque bastaba no ser afín al régimen para ser considerado enemigo del mismo. En ese sentido, Pertierra toma la decisión de que, 'vale, me quedo aquí, pero mi trabajo se va a exiliar porque no os voy a permitir que lo destruyáis'", explica Olivares del hecho de que Pertierra resultase demasiado moderno para la España de la postguerra, también le resultó útil a la hora de mantener ese juego entre la realidad y la ficción. "Aunque es cierto que el hecho de que trabajase en editoriales extranjeras me permitía evitar utilizar colecciones españolas, que hubieran sido más fáciles de rastrear porque las podías tener tú o tus padres. En el caso de Pertierra, el que fuera un exiliado gráfico me parecía, en último término, más interesante a nivel biografía política del personaje".

Ilustraciones para 'El cuadro mágico de Van Gogh', un relato escrito también por el propio Pertierra (en realidad Fernando Marías)./ Javier Olivares - Astiberri


La biografía Pertierra continúa siendo una incógnita que, como las buenas leyendas, crece de forma descontrolada y, en ocasiones, puede llegar a entrar en contradicción. A partir de lo que Fernando Marías contó de él en El silencio se mueve, Javier Olivares fue desarrollando nuevos materiales atribuidos al ilustrador que fue colgando en un blog.

"La historia del libro la contaba su hijo, por lo que la vida del personaje estaba cerrada. Sin embargo no había muchos datos sobre él. Por eso, en ocasiones le pedía a Fernando que me hiciera una cronología de Pertierra, porque yo estaba poniendo cosas en el blog que tal vez nunca hizo o que hizo en otra época. Incluso le preguntaba que cuándo había muerto para saber en qué fechas tenía que parar de atribuirle cosas", recuerda Olivares, que no descarta seguir trabajando con Pertierra en el futuro.

"Este libro era un deseo de los dos y con él se cierra un capítulo que teníamos pendiente. En todo caso, es posible que siga haciendo cosas de Pertierra o que incluso utilice al personaje para firmar algunos trabajos directamente con su nombre. A mí me gusta mucho el pulp, la novela negra… A mí me das Drácula para ilustrar y me haces feliz, pero Pertierra estaba aún más en el territorio del género que yo. Por eso, tal vez yo pueda hacer cosas más contemporáneas, como mis trabajos con Santiago García tipo Las Meninas, y si alguien me propone ilustrar Crónicas marcianas, La isla del tesoro o Frankenstein, tal vez lo haga Pertierra".