Las críticas de cine de la semana: 'Els encantats', ‘The Boogeyman’, ‘El caso Padilla’, 'Los osos no existen'...

Primavera de 1971. Tras 38 días en la cárcel acusado de atacar la seguridad del Estado cubano -y de originar la movilización de la intelectualidad internacional en su apoyo-, el poeta Heberto Padilla comparece en público para confesarse avergonzado y arrepentido por sus escritos y actitudes contrarrevolucionarios, y procede a delatar a colegas y hasta a su esposa -todos presentes en el acto- por los mismos pecados. La filmación de ese mea culpa, sin duda obtenido a fuerza de coacciones y torturas, es la columna vertebral de este documental terrorífico y demoledor. 

Inédito durante medio siglo, ese material de archivo muestra a un hombre agotado, sudoroso y casi histérico, que se inmola ante la estupefacción de sus espectadores. Pavel Giroud puntúa esa falsa confesión con intervenciones de figuras como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Jean-Paul Sartre, Jorge Edwards, Carlos Fuentes y Fidel Castro, y de ese modo explora tanto la relación siempre tensa que el líder cubano mantuvo con los artistas como un sistema dedicado a silenciar la conciencia colectiva encarnada por los escritores a través de la vigilancia, la censura y la caza de brujas. Una demostración palmaria de lo contraproducente que la propaganda puede ser y una relevante reivindicación de la libertad de pensamiento y expresión. - Nando Salvà

Cuando Los osos no existen se presentó en Venecia del año pasado, Jafar Panahi, estaba en la cárcel. Él, más que cualquier otro cineasta iraní internacionalmente conocido, se ha significado de forma contra el régimen de su país. Este filme es un acto político radical, pero no es cine político maniqueísta. Se centra también en una profunda reflexión sobre el significado de las imágenes, en movimiento o estáticas.

Todo empieza y termina en una foto comprometedora que toma un director, el propio Panahi, en la pequeña y apartada localidad desde la que dirige on line su nuevo filme. De nuevo entramos en el territorio ambiguo y amplio de la ficción y la no ficción. Es fascinante cómo la mayoría de los cineastas iraníes realizan una película a partir de la más pequeña de las historias. La foto de dos enamorados compromete la boda de ella con otro hombre siguiendo una tradición secular y absurda: al cortar el cordón umbilical cuando nació, la chica ya fue comprometida en matrimonio a un hombre.

Tradiciones, colisión ciudad/área rural, cine dentro de cine… Panahi, personaje filmado y cineasta que filma, lo graba todo y, cuando no puede, le pide al individuo al que le alquila una habitación en el pueblo que registré por él una ceremonia. La convulsión de las imágenes y cómo estas se convierten en crónica viva de un momento. - Quim Casas