ENTREVISTA

Sergio Cabrera, cineasta y diplomático: "Hoy un exguerrillero es presidente de Colombia y otro exguerrillero es embajador en China"

El director de películas como 'La estrategia del caracol' entrega hoy sus credenciales como nuevo embajador de Colombia en el país donde pasó parte de su juventud y donde se formó en las técnicas de guerrilla, que hoy forman parte de un pasado ya superado

Sergio Cabrera, en uno de sus primeros actos oficiales en China.

Sergio Cabrera, en uno de sus primeros actos oficiales en China. / Cedida

Juan Cruz

Juan Cruz

A las siete de la mañana de Barcelona, el principio de la tarde en Pekín, al otro lado del teléfono están, por wasap, la figura y la voz de Sergio Cabrera, cineasta colombiano que, poco después de salir de la adolescencia, aprendió en la China de la Revolución Cultural un oficio de tinieblas, la práctica de la guerrilla.

A ello lo condujeron, como a su hermana Marianela, su padre, un artista de origen canario, y su madre, colombiana. Ambos consideraban que aquella instrucción, impartida por expertos de la época de Mao, podía ayudar a la integración de los hijos en la guerrilla colombiana, entonces en plena actividad. Esa ambición de los padres se cumplió años después, los hijos fueron guerrilleros. A los veintitrés años Sergio Cabrera dejó esa época de su vida.

En la época siguiente, la de la lucha por la paz, Sergio llegó a ser diputado colombiano, se incorporó al desarrollo de su vocación, el cine, que ha marcado su vida, y fue en un viaje de 2016 a Barcelona para asistir a una retrospectiva de sus películas cuando conoce la noticia de la muerte de su padre, en el mismo momento en que peligra la implementación de los acuerdos de paz en los que colombianos como él confiaban para enderezar el porvenir pacífico de su país.

Este episodio (la paz y el porvenir) inspiraron un recuento que sería decisivo para que Juan Gabriel Vásquez, uno de los grandes escritores de su país (y de esta lengua) escribiera Volver la vista atrás (Alfaguara, 2021), uno de los relatos de no ficción más conmovedores de la reciente historia de la literatura. El protagonista principal, con su hermana Marianela, es ahora el que está ante el teléfono en Pekín. Su hija pregunta quién está al otro lado, él identifica para ella al periodista, y se dispone a contar esta parte de la historia: resulta que en este momento él se prepara para presentar al presidente chino Xi Jinping las cartas credenciales (lo hará este 24 de abril, el 20 este mes cumplió 73 años) como el nuevo embajador de Colombia ante China.

El giro de Sergio Cabrera (este nuevo Volver la vista atrás) es ahora perfecto: de China a China, esta vez en la paz y después de una obra cinematográfica que marca la alegría que le ha dado la vida de artista, director de La estrategia del caracol, Ilona llega con la lluvia o Ciudadano Escobar, y otras obras que lo han convertido en un maestro de la cinematografía en lengua española.

Con ese bagaje, y esa historia, ante el teléfono, así habló el nuevo embajador de Colombia en China.

P. ¿Cómo fue que aceptó este nombramiento?

R. La razón por la que creo que Petro pensó en mí es porque en el 99, cuando yo decidí hacer un alto en mi carrera cinematográfica, me presenté como candidato a la Cámara de Representantes de Colombia y salí elegido. Luego me invitaron a China, me dijeron que podía invitar a cinco congresistas, y entre ellos elegí a Gustavo Petro. Estuvimos juntos 15 días de gira por las zonas principales de China y yo creo que Petro se acordó de eso cuando lo nombraron presidente y pensó en mí para ser embajador. Yo venía a China desde los años 70, por proyectos profesionales, ninguno cuajó nunca, pero… siempre seguí el desarrollo de China, lleno de grandes cambios, sus ciudades gigantes, muy funcionales, su gente… Su gente ha cambiado mucho, por cierto. Hoy es muy diferente a la de la Revolución Cultural. Hoy construyen empresas, quieren ser ricos, defienden su individualidad. Pero los intereses colectivos siguen prevaleciendo sobre los intereses individuales y creo que eso es bueno. Y eso ocurre en toda Asia, eh, no sólo en China. Porque la gente tiene claro la importancia de lo colectivo.

Lo pensé bien y el canciller me hizo ver que no era un favor que me estaban haciendo, sino que me estaban dando una oportunidad de servir a mi país. Y, la vedad, pensé que yo podía ser un buen embajador en China"

P. ¿Qué pesó más para que le dijera que sí a Petro?

R. Yo siempre había soñado con volver a pasar una temporada en Pekín para sentir de cerca sus cambios, su forma de ver el mundo… Pero era algo utópico, nunca pensé realmente en venirme a vivir aquí. Cuando recibí la propuesta del presidente me puse a pensar en muchas cosas. La primera, lo que significaba hacer a un lado mis proyectos cinematográficos. Tenía tres proyectos de película y quería llevarlos a cabo. O sea: mi pensamiento no era muy patriótico que digamos [risas]. Pero luego lo pensé bien y el canciller me hizo ver que no era un favor que me estaban haciendo, sino que me estaban dando una oportunidad de servir a mi país. Y, la vedad, pensé que yo podía ser un buen embajador en China. Lo conversé con Silvia, a ella también le gustaba China y no fue tan difícil convencerla. Bueno, primero dijo que el colegio de los niños y que su trabajo… pero, la verdad, dos días después me dijo que sí.

Un fotograma de 'La estrategia del caracol'.

Un fotograma de 'La estrategia del caracol'. /

P. Al aceptar, ¿recordó el muchacho que fue?

R. Pues sí, un poco. Yo fui un joven maoísta convencido, participé en la lucha armada en Colombia, pero llegó el momento en que eso descendió y… Bueno, yo sigo soñando con cambiar cosas. Pero me di cuenta de que la lucha armada no era el camino. Yo y muchos otros, Petro incluido. Mira: hoy un exguerrillero es presidente de Colombia y un exguerrillero es embajador en China. O sea: nos dimos cuenta de que la lucha democrática es mejor que la lucha armada. Porque da mejores réditos en el mundo de hoy. Cuando yo empecé a hacer películas, sentí que mi cine tenía que apoyar mi posición política. No de manera dogmática, pero sí mostrando situaciones y soluciones. Y dando prioridad a la imaginación, porque un día dije: ya que no pude hacer la revolución en la realidad, la voy a hacer en una película [risas].

P. Me gustaría que imaginara a su padre y a su madre recibiendo la noticia de que su hijo va a ser embajador en China.

R. Mi madre hubiera estado feliz porque a ella le encantaba China y su ejemplo revolucionario. Y mi padre… pues terminó en la guerrilla como yo. Entonces, yo creo que los dos se habrían puesto muy contentos. Mi padre, hasta sus últimos días, fue muy ortodoxo y no entendía bien el cambio de la economía china hacia una economía de mercado, decía que se estaba volviendo capitalista. Pero yo le decía que mientras en Estados Unidos mandan los capitalistas, en China manda el partido. En fin. Fíjate que mi padre pasó tres meses antes de morir aquí en Pekín, recibiendo homenajes por parte de sus alumnos, y luego volvió a Bogotá y 15 días después se murió.

Nuestro paso por la guerrilla fue muy traumático. Había pasiones, envidias y ambiciones iguales a las de cualquier partido político"

P. ¿Y su hermana qué le dijo?

R. Se puso muy feliz. Ella y yo hemos evolucionado en el mismo sentido, hemos comprendido que las viejas posturas ideológicas ya no tenían cabida en el mundo nuevo. Lo que pasa es que nuestro paso por la guerrilla fue muy traumático. Había pasiones, envidias y ambiciones iguales a las de cualquier partido político.

P. ¿Qué importancia ha tenido para usted, en estas circunstancias, el libro de Juan Gabriel Vásquez sobre esa vida que ahora conoce este giro, precisamente?

R. Al principio tuve dudas sobre si merecía la pena hablar sobre esos temas, porque a lo mejor corríamos el riesgo de quedar como unos viejos fanáticos guerrilleros. Pero también pensé en que era importante demostrar cómo es posible adaptarse a los cambios y seguir trabajando por tus ideas. Me pareció importante reivindicar el papel de mi generación, porque hoy se asocia a los guerrilleros con el narco, con los secuestros, el terrorismo, pero no siempre fue así. Por lo menos en mi época no lo fue. Se transformó con los años y cuesta trabajo comprender a la guerrilla de hoy. Entonces, empecé a participar en el libro de Juan Gabriel y convencí a mi hermana para que también hablara con él. Yo creo que el libro es un fresco de lo que fue el final del siglo XX para unos jóvenes revolucionados o para una familia en general, mejor dicho.

P. ¿Ha vuelto a leer el libro ahora que es embajador?

R. No. Es que prácticamente ya me lo sé de memoria [risas]. Juan Gabriel me mandó el primer borrador del libro para que yo hiciera las veces de censor. Él me dijo: si no te gusta el libro, no se publica. Bueno, pues lo leí y a la tercera o cuarta página el libro me capturó y me gustó mucho. La verdad es que mi trabajo de censor fue muy menor: precisar algunas fechas, quitar alguna cosa que pudiera despertar viejos demonios… Pero yo quedé muy contento con el libro.

P. ¿Cuál ha sido su primera acción diplomática en China?

R. Primero resolví los temas retrasados y empecé a reunirme con gente del Partido Comunista, con empresarios, con embajadores latinoamericanos, con los que trabajamos en conjunto. Ahora ya tengo que entregar credenciales de manera oficial…

P. Y ya será el embajador de Colombia con todas las de la ley. ¿Le hace ilusión?

R. Al principio tenía cierto temor. Porque yo no tenía experiencia diplomática. La cancillería me dio unos cursos y luego llegué y me encontré un gran equipo, con carrera diplomática y mucha experiencia. Eso me ha dado mucha seguridad. China es el segundo socio comercial de Colombia, así que no es cualquier cosa ser embajador aquí.

Dicen que al presiente chino le gustaría ayudar en ese problema, pero en el día a día el tema de Ucrania es algo lejano en esta sociedad"

P. Ahora China puede mediar en la guerra que hay en Ucrania. O por lo menos eso se dice en Occidente. ¿Usted que está ahí cree que es así?

R. La verdad es que no. Aquí no se habla mucho sobre eso. Dicen que al presiente chino le gustaría ayudar en ese problema, pero en el día a día el tema de Ucrania es algo lejano en esta sociedad.

P. Blas de Otero dijo, en un verso que en la época tenía su trasunto simbólico, militante, que se fue a China “a orientarse un poco”. No sé si puede decirse ahora de la izquierda lo mismo.

R. Mira: yo llevo muchos años pensando en que la izquierda necesita encontrar nuevos rumbos. Las viejas ideas de la izquierda ya no sirven y hay que buscar nuevas. En ese sentido, el ejemplo chino puede ser interesante. Seguramente China tiene muchos defectos, pero aquí se ve prosperidad, iniciativas, creatividad… O sea: están encontrando un camino para que a largo plazo sean fundamentales en el orden internacional.