FESTIVAL DE BERLÍN

Paul B. Preciado actualiza el legado trans de Virginia Wolf en su triunfal debut como cineasta

El filósofo burgalés presenta 'Orlando, ma biographie politique', que reflexiona sobre el cambio de paradigma social, político y sexual como consecuencia de que "las instituciones y formas de legitimación patriarcal, sexual y racial del antiguo régimen se derrumban"

Paul B. Preciado.

Paul B. Preciado.

La recién aprobada 'ley trans' lleva tiempo generando muchas opiniones, pero muy pocas son tan autorizadas como la de Paul B. Preciado, uno de los filósofos más importantes del mundo sobre las teorías de género y la sexualidad. “Me parece un debate muy estrecho y muy cerrado en los espacios de lenguaje político, y me resulta bastante cansino”, replica sin embargo el autor de obras esenciales en la materia como Manifiesto contrasexual, Testo yonqui y Disphoria Mundi. Acto seguido, eso sí, añade: "La discusión que me parece más radical y mucho más interesante a nivel democrático tiene que ver con la necesidad, para mí imperiosa, de eliminar la inscripción de la diferencia sexual en todos los documentos administrativos", afirma el burgalés. "A mi juicio, es una forma de discriminación inscrita en la ley. Nadie toleraría, por ejemplo, que en su DNI se le identificara como cristiano, o como homosexual, o como negro. Sin embargo, continuamos empeñados en aceptar un régimen de organización visual de los cuerpos. Y mi incomodidad al respecto es lo que, en última instancia, me impulsó a hacer la película".

El largometraje al que alude es el motivo que lo ha traído a la Berlinale, y supone su triunfal debut como cineasta. Una forma simplista de definir Orlando, ma biographie politique es considerarla una adaptación de la novela que Virginia Wolf publicó en 1928 sobre un noble británico que cambia de sexo en el transcurso de cuatro siglos, pero en cualquier caso es una obra tan resistente a clasificaciones y categorizaciones como su autor lo es a "seguir definiendo nuestra sexualidad, en este tiempo de la subjetividad, según categorías propias de la medicina del siglo XIX". En ese sentido, no sería descabellado considerarla cine no binario.

Situada en un territorio indeterminado entre la autobiografía, el manifiesto político, el ensayo literario, el activismo social y el juego metatextual, la película transpone el relato de Wolf al mundo real y convierte a su protagonista en casi una treintena de personajes llamados Orlando; "el mundo actual está lleno de Orlandos, y estamos cambiando el curso de la Historia", afirma la voz en off de Preciado en un momento del metraje. Ya sea escenificando pasajes del libro, sincerándose sobre experiencias personales dolorosas o bailando al son de un himno tecnopop a lo ‘trans’ -lleno de versos estelares como "no dejes que Freud y Lacan te jodan la mente" o "¿Quién posee tu propia narrativa? ¿Dios? ¿El Estado? ¿La psiquiatría? ¿La ley?"-, todos ellos hablan con mucho humor y gran capacidad de persuasión sobre lo absurdas que son las distinciones de género

El filósofo, sea como sea, no define Orlando, ma biographie politique como una película trans; con ella quiere reflexionar sobre una idea que atraviesa toda su obra escrita pero que la monumental Disphoria Mundi desarrolla con particular brillantez: el cambio de paradigma social, político y sexual como consecuencia de que "las instituciones y formas de legitimación patriarcal, sexual y racial del antiguo régimen se derrumban". Y asegura que los espectadores ideales de su película son "los niños y los adolescentes, porque son ellos quienes están viviendo esa gran transformación de forma más intensa, y quienes van a seguir ahondando en ella".

Se trata, explica, de modificar por completo los relatos sobre los que nos hemos construido como sociedad, “de encontrar formas distintas de narrarnos”. Y para él mismo, reconoce, hacer cine supone una revisión de su propia narrativa como estudioso, como pensador, como creador. "Me he dado cuenta de que el cine es mucho más autoritario y mucho más directivo que la filosofía y la literatura; la necesidad de expresarlo todo en imágenes es muy impositiva. En las páginas de un libro, en cambio, se narra una escena y ese relato puede generar interpretaciones muy distintas entre diferentes lectores". Eso no significa que no tenga intención de volver a hacer una película. "Pero a lo mejor tengo ganas de hacer una totalmente distinta a esta, que no sé cómo será. Esta revolución en la que estamos inmersos es tan enorme que hay mil maneras de contarla, y todas son necesarias".