LIBROS

Deepti Kapoor: "Escribo para mostrar la desigualdad, el abuso de poder y la corrupción moral de nuestra época"

La escritora india residente en Lisboa ha sacudido el mundo literario, y también el audiovisual, con esta novela que se adentra en el lado más oscuro de la compleja sociedad de su país y de la ciudad de Delhi, convertida en un personaje más de la historia

La escritora india Deepti Kapoor.

La escritora india Deepti Kapoor. / ALBA VIGARAY

"¿Por qué no escribes sobre los ricos de Delhi? Escribe esas historias de fiestas y recorridos nocturnos por la ciudad que siempre me cuentas. Funcionará". Y funcionó. De hecho, cuando la agente literaria de Deepti Kapoor (1980, Uttar Pradesh, India) le dio este consejo, no podía imaginar hasta qué punto, porque La edad del vicio, la novela resultante de aquella recomendación, se ha convertido en el texto por el que, hasta el momento, más compañías pujaron para ser llevado a la pantalla.

A pesar del impacto de esta noticia, las numerosas traducciones y el repentino salto a la fama, Kapoor se muestra natural e impulsiva durante la charla que mantenemos la tarde de un lunes en una librería madrileña, desprovista de la coraza que suele levantarse con el éxito, sin distancias ni impostura, imbuida por una normalidad que contrasta con la magnitud de la obra que ahora publica, una novela de novelas, de mirada microscópica y certera sobre los grandes temas de la literatura —el amor, el crimen, la juventud y la amargura…—, que puede calificarse sin miedo a la exageración de extraordinaria.

La autora india, con poco más de 40 años y una primera novela, A Bad Character, "con críticas favorables pero con una repercusión nada espectacular", atesoró las palabras de su agente y empezó a reflexionar sobre ellas, a conjugarlas con otros elementos de su realidad. "Es curioso cómo funciona la mente… cuando tenía 20 años, trabajaba por el día como periodista en Delhi y, por la noche, me divertía con mis amigos de la alta sociedad, pero también con quienes me encontraba en mis paseos en coche por el centro. Escuchaba los relatos de todo el mundo e intuía que la ciudad se estaba transformando. Quería convertirse en una metrópoli de repercusión internacional, pero para eso tenían que cambiar muchas cosas".

Gracias a estos recuerdos "me di cuenta de que no bastaría con escribir sobre los multimillonarios de mi país. Tenía que escribir y mostrar la desigualdad, el abuso de poder y la corrupción moral de nuestra época". Así fue como nació La edad del vicio, la primera entrega de una trilogía destinada a retratar una odisea urbana que se sostiene sobre tres personajes jóvenes, pertenecientes a tres planetas que orbitan alrededor de un mismo mundo, Delhi: el criado Ajay; su señor, Sunny Wadia, hijo de uno de los mafiosos más poderosos de la India; y Neda, una inquisitiva redactora que, enamorada de Sunny, se debate entre sus principios y el deseo, incapaz de no dejarse llevar.

Conozco de primera mano cada uno de los tópicos, los que nos definen como un lugar espiritual, pero se olvidan de la arraigada violencia y la insalvable jerarquía, consecuencia del sistema de castas, que nos caracteriza"

La historia empieza con un misterioso accidente que se convierte en el núcleo del relato y actúa como un Big Bang que desencadena la acción. "Lo que leemos parece un thriller, pero no se conforma con el género. Es mucho más. La trama viola las convenciones de la novela negra para mostrar las verdades y los rincones ocultos de la India, que está llena de clichés. Conozco de primera mano cada uno de los tópicos, los que nos definen como un lugar espiritual, pero se olvidan de la arraigada violencia y la insalvable jerarquía, consecuencia del sistema de castas, que nos caracteriza. Hace ya 30 años que un importante cambio económico generó la clase media y consolidó las grandes fortunas, sin embargo muchos se quedaron atrás y es sobre ellos sobre los que escribo: quería contar cómo las vidas lujosas y lujuriosas de la India se cimentan en la pobreza y el extremo despotismo, ocultos bajo un manto de glamour, especias y colores que velan la urbe real al extranjero; un retrato oscuro que los nativos tampoco cuentan, pero la novela sí".

P. Lo hace a través de sus protagonistas, con ecos del Dickens de Grandes esperanzas y el Scott Fitzgerald de El gran Gatsby, pero construidos a partir de una voz propia, la de Deepti Kapoor, que imagino escondida detrás de todos ellos.

R. Sí, es inevitable. Cada una de las páginas y los perfiles tienen algo de mí. Creo que una mezcla de curiosidad y pasividad, sobre todo en el caso de Neda. Yo, como ella, también viví durante un tiempo sumida en una especie de ambigüedad, de ideas que se contradecían. Consciente de mi lucha interior, me preguntaba qué saldría de esa incertidumbre. Ahora sé que, en mis noches en vela, vagando por Delhi y comiendo kebabs de madrugada, se encontraba el germen de Neda. Ella es como yo y hace lo que yo hacía. Sabe que la belleza de Delhi se esconde en la noche, en su gente y en su vida callejera, más allá de los grandes templos. Delhi es también un personaje de la novela.

P. Delhi y la juventud.

R. La juventud nos permite conservar la esperanza y yo quería explorar esa fe en el cambio, en la evolución a mejor a la que aspiraba la ciudad. Por eso decidí que mis personajes fueran jóvenes, porque en una sociedad donde la idea del karma está tan profundamente arraigada, donde se considera que todo está escrito, la juventud es una de las escasísimas armas para mantener con vida la curiosidad acerca de lo que va a pasar y luchar contra el fatalismo. Además, la ola de modernidad arrasadora que ha llegado a la India desde occidente en las últimas décadas ha contribuido a cuestionar la tradición y ha despertado en los más desfavorecidos una duda: se preguntan si son víctimas del sistema y, en cualquier caso, si pueden convertirse en agentes del cambio.

Kapoor, en la librería madrileña Cervantes y Compañía el día de la entrevista.

Kapoor, en la librería madrileña Cervantes y Compañía el día de la entrevista. / ALBA VIGARAY

P. Imagino que esa es la razón por la que sobre La edad del vicio planea una cuestión que, por trascendente, no solemos formularnos muy a menudo. Todos, en un punto u otro de la narración, reflexionan sobre qué es para ellos lo más importante en la vida. ¿Ha llegado usted a alguna conclusión?

R. Creo que es una pregunta muy difícil. Como novelista, tengo mil respuestas, pero si me ciñera a las costumbres de mi país, le respondería que la familia es importantísima.

P. Y si nos ciñéramos a la mafia que maneja los hilos en la novela, supongo que elegirían el mayor vicio de todos: el poder.

R. Más que el poder, la corrupción. La corrupción de la sociedad y, principalmente, la corrupción moral del individuo. Para mí, esa sí es la pregunta fundamental de La edad del vicio, por encima del rango de importancia vital de determinados valores: la pregunta es ¿hasta dónde estamos dispuestos a acercarnos a la frontera que viola nuestros principios? ¿Cuál es nuestro límite ético en la carrera por alcanzar el objetivo que nos hayamos impuesto, sea cual sea?

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