ENTREVISTA

Martin McDonagh: "Las malas personas suelen hacer malas películas"

El cineasta habla de su nueva película, ‘Almas en pena en Inisherin’, que tras triunfar en los Globos de Oro es una de las favoritas a los Oscar

El cineasta Martin McDonagh, en una imagen de archivo.

El cineasta Martin McDonagh, en una imagen de archivo. / Reuters

A mediados de los 90, de la noche a la mañana Martin McDonagh pasó de ser un completo desconocido a erigirse en uno de los dramaturgos británicos vivos más aclamados. Posteriormente, ganó el Oscar con su primer cortometraje, Six Shooter (2004); y su primer largo, Escondidos en Brujas (2008), se convirtió en obra de culto. Su tercera película, Tres anuncios en las afueras, llegó a recolectar un nutrido surtido de premios, y ahora la cuarta va por el mismo camino. Parábola tragicómica sobre dos amigos que repentinamente dejan de serlo -encarnados por Colin Farrell y Brendan Gleeson-, y sobre el dolor y la violencia que ese conflicto causa, Almas en pena en Inisherin triunfó en la pasada gala de los Globos de Oro, y también es una de las favoritas a hacerlo en la de los Oscar.

¿Cómo nació su nueva película?

La chispa inicial fue mi deseo de volver a trabajar con Colin y Brendan; parece mentira que ya hayan pasado 15 años desde que rodamos juntos Escondidos en Brujas. Existe un gran afecto por esa película, por parte tanto de nosotros tres como de muchos espectadores. Por supuesto, no me habría reunido con ellos si no hubiera estado seguro de que juntos podíamos hacer una película que estuviera a la altura de aquella primera experiencia, y que no decepcionara a los fans. Yo sería feliz si pudiera rodar todas mis películas con el mismo grupo de actores y técnicos, como si fuéramos una de esas viejas compañías de teatro. Hacerlas sería más divertido, y seguro que me saldrían mejor. 

¿Es cierto que, originariamente, 'Almas en pena en Inisherin' iba a ser una obra teatral? 

No exactamente. Hace unos siete años yo escribí una primera versión de la historia, sin tener muy claro cuál podría ser su formato idóneo. El problema es que, al acabarlo, sentí que el texto era una porquería, y traté de quitármelo de la cabeza. Pero hace unos tres años lo releí y me di cuenta de que sus primeras cinco páginas estaban muy bien; de hecho, son exactamente las mismas páginas con las que empieza al guion de Almas en pena en Inisherin. En cualquier caso, aquella primera versión estaba sobrecargada de tramas y giros, y la peripecia argumental se comía a los personajes. La película, en cambio, se centra solo en la tristeza que invade a los dos protagonistas cuando su amistad se quiebra.

Quería reflexionar sobre cómo una pequeña discrepancia puede ir creciendo y empeorando hasta convertirse en un conflicto irreparable y brutal

En realidad la película es, a su manera, la historia de una ruptura sentimental...

Exacto. He querido retratar la ruptura de otro tipo de pareja, y capturar el desconcierto y la tristeza que provoca tanto en quien pone fin a la relación como en quien sufre el abandono. La separación de unos amigos puede ser tan devastadora como un divorcio, y por eso es llamativo que el cine suela tratar las amistades masculinas como algo tonto o cómico.

¿Es casual que la película transcurra un siglo atrás, al final de la guerra civil irlandesa?

No lo es. Aquella fue una guerra muy sangrienta que enfrentó a personas que hasta entonces siempre habían estado en sintonía y creído más o menos en lo mismo. Pero no es necesario conocer los detalles de ese conflicto para entender la película. Lo que me interesaba era reflexionar sobre cómo una pequeña discrepancia puede ir creciendo y empeorando, a veces de forma accidental, hasta convertirse en un conflicto irreparable y brutal. Y eso puede suceder entre dos amigos y también entre dos comunidades o gobiernos.

'Almas en pena en Inisherin' es su película más íntima, la más austera... ¿también la más madura?

Decir eso de ella hace que me sienta viejo, pero supongo que es cierto. Mientras la hacía, me importaba mucho menos que de costumbre envolver la historia de artificios visuales y golpes de efecto narrativos, y me interesaba más, por ejemplo, capturar la belleza del paisaje irlandés. Quizá estoy madurando, sí, aunque tal vez simplemente me estoy ablandando.

La película opone los puntos de vista de Colm (Gleeson), un tipo preocupado por dejar un legado artístico, y Pádraic (Farrell), un tipo simple que quiere llevar una vida sencilla. ¿A qué personaje se siente más cercano? 

Pádraic es un buen tipo, no demasiado inteligente, que solo quiere una vida agradable y feliz, y hasta cierto punto me identifico con él. Al mismo tiempo, sin embargo, no puedo evitar preguntarme: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Estoy perdiendo el tiempo? ¿Debería escribir más? Quiero dejar un legado artístico consistente y valioso. Por supuesto, no estoy diciendo que las ambiciones artísticas sean incompatibles con la amabilidad; un director no necesita ser un tirano para hacer un buen trabajo y, de hecho, creo que las malas personas suelen hacer malas películas. Solo digo que quiero aprovechar mi tiempo. Por eso intento no crear historias irrelevantes, y quizá por eso estoy centrándome en el cine más que en el teatro.

Quizá estoy madurando, sí, aunque tal vez simplemente me estoy ablandando

¿Por qué en el cine más que en el teatro?

Tengo 52 años, me quedan unos 25 de productividad. Y el proceso de creación de una película es más rápido; tardé solo un año en rodar y estrenar Almas en pena en Inisherin. En cambio, la experiencia me dice que escribir una obra de teatro y acompañarla a lo largo de toda su trayectoria comercial, desde el West End de Londres hasta Broadway, implica varios años de trabajo porque implica una sucesión de procesos de casting y ensayos. Además, la vida de las obras de teatro es dolorosamente corta. Ya nadie quiere representar las que yo escribí hace dos décadas. Han desaparecido para siempre.

¿Ha pensado alguna vez en la posibilidad de adaptar sus propias obras teatrales al cine?

Estoy absolutamente en contra de hacerlo. Las historias escritas para el escenario deberían permanecer en el escenario, y las escritas para la pantalla tampoco deberían trasladarse a otro medio. Y eso es aplicable tanto a mi trabajo como al de cualquier otro cineasta o dramaturgo. En toda mi vida habré visto dos o tres buenas películas basadas en obras de teatro, y todas ellas son bastante antiguas.