RETRATO DE UN MITO

Luis Revenga: la apasionada búsqueda de Pablo Picasso

El cineasta que rodó el célebre documental sobre Picasso que TVE emitió en su centenario (1981) publica ahora un libro sobre aquella experiencia en la que participó buena parte del entorno del genio malagueño

Fotografía de Picasso de David Douglas Duncan (1956).

Fotografía de Picasso de David Douglas Duncan (1956). / David Douglas Duncan

Juan Cruz

Juan Cruz

Una pasión que no cesa. Primero fue un documental, conversaciones con todos los supervivientes en la historia de amistad del genio nacido en Málaga. Y ahora es el recuerdo de aquella búsqueda apasionada convertido en libro autobiográfico que incluye recuerdos de conversaciones con seres inolvidables que transmitieron el genio y las contradicciones de un protagonista impar del siglo XX. El hombre que pintó el drama de Guernica: Pablo Picasso. ¿Está incompleto el cuadro que conocemos? Hasta de eso supo el autor de esta historia, y aquí se cuenta cómo logró estar tan cerca de los secretos del pintor.

El deseo de Luis Revenga (Nambroca, Toledo, 1941) por acercarse a Pablo Picasso, aunque fuera después de muerto, lo llevó en efecto a encontrarse con algunos de los más relevantes protagonistas de la historia de la amistad que marcó la vida del gran artista del siglo XX. Sólo hay amigos de Picasso en el trayecto que se planteó el cineasta y documentalista. Su libro es ahora una explicación, a veces nostálgica, otras veces apasionada, de esa relación, que jamás dejó a nadie indiferente.

Animado por el entusiasmo, Revenga le dio a la única televisión española de entonces, en 1981, ocasión de rendir homenaje, con las palabras de genios que vivieron cerca de Picasso, a un artista que entonces no había superado la tacañería española hacia el hijo pródigo que pintó la obra que sería metáfora fundamental en la narración de los horrores de la guerra civil.

Entre los testimonios que tuvieron cabida en ese documental estaba la visita a Jacqueline Picasso, la última mujer del artista, perdida en Vauvenargues, la morada final del autor del Guernica, un paraíso perdido dentro de un bosque lleno de silencio y de misterio y, al fin, de tristeza y también de locura.

Para saber más de Picasso, Revenga habló con todo el mundo que tuvo cerca del artista, y aunque estuvieran lejos fue en su busca como quien persigue un deseo: el de narrar quién fue de veras aquel hombre de cuya muerte se cumple ahora el medio siglo.

Claude y Paloma Picasso, hijos del artista, durante el rodaje del documental en casa de Paloma.

Claude y Paloma Picasso, hijos del artista, durante el rodaje del documental en casa de Paloma. / Cedida

En conversaciones que no sólo eran secuencias del documental sino sobre retratos humanos del pintor y de su amplia red de amigos y conocidos, Revenga recogió impresiones de gente que estuvo en el círculo en el que se movió el mayor artista español del pasado siglo. Entre ellos, amigos como Luis Miguel Dominguín, el torero, los poetas José Bergamín y Rafael Alberti… Entre los extranjeros, en ese carné de baile de adoración al autor del Guernica estuvieron Louis Aragon, Henry Moore o Roland Penrose. Detrás de la cámara, Revenga, que ahora tiene 82 años y parece todavía como aquel que celebraba como un muchacho las sucesivas citas que iban cayendo en la nomenclatura del principal trabajo sobre Picasso que coincidió con la llegada a este país del Guernica.

Todos ellos le ayudaron, en 1981, cuando llegaba a España el cuadro más famoso de Picasso, a trazar, en un documental, el retrato de Picasso que emitió Televisión Española. Para poner en pie ese documento Revenga luchó con la burocracia española hasta que Javier Tusell, historiador, artífice del traslado a España de esta obra de arte como director general de Patrimonio Artístico, Archivos y Museos del Ministerio de Cultura, le dejó los fondos (“de los fondos reservados”) necesarios para abordar la tarea. El documental se puede ver en los archivos de la cadena estatal española y ahora es, además, materia del libro que firma Revenga, Filming Picasso, que publica Alianza Editorial. Pronto vendrá la abundancia de publicaciones que se darán cita en las estanterías con ocasión del medio siglo de la muerte de Pablo Picasso, ocurrida el 19 de abril de 1973.

El libro se parece a Picasso… y a Revenga. Este cineasta y documentalista toledano ha trabajado con Jesús Franco o Eddie Cionstantine y ha filmado otros documentales entre los que figura el que hizo sobre Dalí. En épocas en que Jaime Salinas era el principal defensor de la necesidad de expansión de la cultura española por el mundo, como director general del Libro, Revenga formó parte de ese ejército tranquilo de difusores del arte de este país. Su pasión era entonces un retrato del que no se está quieto hasta que convence a otros de la importancia de sus hallazgos, y así trabajó en su celebración de Picasso.

Fue una pasión: filmar la vida y pintura Picasso, a la que solo Tusell le prestó atención. Ahora no está Tusell, obviamente no está Picasso, ni están todos aquellos que le ayudaron a trazar Picasso, el documental. Pero él tiene una memoria vívida de los episodios de los que disfrutó entrevistando a testigos como los citados. Sobre ello mantuvo una conversación con nosotros en la sede de El Periódico de España en Madrid para los diarios de Prensa Ibérica.

A él le sorprendió que “la superestructura española” no mostrara “interés alguno” por que se fuera a ver, para el documental, a los amigos de Picasso, pero una vez lanzado a descubrir al artista en los laberintos del pasado le contó su interés a dos grandes amigos españoles de Picasso, Rafael Alberti y a José Bergamín, “que estaban encantados, y así aparecieron en el filme, y además en las conversaciones que teníamos fuera de las cámaras”.

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José Bergamín es otro de los personajes que rodearon a Picasso que participó en el documental. / Cedida


Lo cuenta en el libro: “Rafael y Pepe hablaban, fuera de los micrófonos, como muchachos, riéndose siempre de sus ocurrencias sexuales”. Sobre todo las contaba Alberti, “y Bergamín y yo nos reíamos mucho”. “Eran”, dice Revenga, “muy aficionados a pasarlo bien, y a hablar de sexo, aunque Bergamín tenía una obsesión: el País Vasco. Él estaba convencido de que el Guernica 'era un artefacto peligroso porque iba a provocar un revuelo en Euskadi'. Y de esas conversaciones y de lo que llegó a saber Revenga dedujo que no era Picasso tan apasionado de España como para establecer que aquel cuadro naciera de otra cosa que de la pasión por el testimonio del que es capaz la pintura.

Sin embargo, el Guernica fue un ejemplo de pacificación en el País Vasco, y en España. El más grande. “Sí, pero recuerda que le tuvieron que poner unos guardias al lado al cuadro cuando lo colgaron aquí”. Revenga está convencido, de todas maneras, de que “el Guernica no tiene casi nada que ver con la Guerra Civil española porque Picasso tenía entonces muy lejos la idea o la preocupación de España. “Fue su amante, Dora Maar, la que le dijo que hiciera el cuadro; ella lo inspiró y él lo hizo. Ella fue la gran inspiradora del cuadro”.

Me sorprendió [...] que, a pesar de su fama, Picasso fuera un hombre tan tacaño. Se dedicaba al trabajo, obsesivamente, y quería que los demás trabajaran, y eso lo quería también obsesivamente”

Mientras hacía el documental, y la entrevistaba para el mismo, Jacqueline dejó a Revenga que entrara en el castillo de Vauvenargues. “Entré y ella me confundió con un primo de Narcís Serra, el socialista catalán… Aquel castillo era un lugar emocionante y estar con ella era también apasionante. Estaba totalmente trastornada, pero tenía claro que debía callar todo aquello que no quería que se supiera…” De hecho, dice Revenga, “lo que más me sorprendió hablando con ella y con otros es cómo Picasso consiguió, hasta después de muerto, que nadie dijera lo que él nunca quiso que se supiera, de su vida o de su obra. Lo que había en torno a lo que él significaba era una especie de omertá. También me sorprendió, en el curso de las filmaciones y de las entrevistas, el hecho de que, a pesar de su fama, Picasso fuera un hombre tan tacaño. Se dedicaba al trabajo, obsesivamente, y quería que los demás trabajaran, y eso lo quería también obsesivamente”.

Vauvenargues era un mausoleo, algo hecho para que el silencio fuera más importante que la acción. ¿Por qué eligió ese lugar tan profundo, tan solitario? Revenga dice que fue Cèzanne, “la pintura de Cèzanne”, la que inspiró el lugar de ese retiro final del artista. “Fue allí a vivir para estar cerca de Cèzanne de alguna manera. Un lugar apartado, sin ruido. Un lugar lleno de misterio. Cuando yo fui, a aquel misterio se unía el misterio de Jacqueline… Yo fui allí amigo de una Jacqueline trastornada… En esa amistad colaboró mucho Aurelio Torrente [experto en las vanguardias del siglo XX, director del Museo de Arte Contemporáneo, fallecido en 2006], porque hicimos una exposición con sus cuadros y eso me llevó a conocerla… Cuando se suicidó lo supe a las seis de la mañana, me avisó Aurelio. Ella era muy afectiva, me llevaba de la mano por el castillo. Me llevó así hasta la tumba de Picasso, y me preguntó si sabía lo que había allí. Le dije que sí, pero ella tenía el trastorno ya en la cabeza y no se dio por enterada”.

P. ¿Le dio la impresión de que seguía enamorada de Picasso?

R. Absolutamente. No sólo enamorada: obsesionada. Ella lo había pasado muy mal durante el tiempo que hicieron la tumba de Picasso en roca viva… Ella colocó a Picasso frente a la chimenea, con los perros a los lados, y puso flores frescas. Siempre ponía flores frescas.

Revenga sabía que era difícil buscar novedades sobre Picasso, más allá de las palabras que llevaban al arte visible. Siempre hubo alrededor de él como “una conspiración de silencio”, en la que colaboraban estudiosos de su obra y sus parientes. Si acaso había entonces algunas revelaciones que nunca se pudieron verificar sobre los celos que le sobrevinieron cuando le llegó el rumor de que Jacqueline le había sido infiel. Entonces la leyenda dice que Picasso estuvo cinco meses sin hablar con nadie.

Dalí forma parte de la historia de Picasso, naturalmente, y está en el documental. “Dalí no era tan genial como Picasso, pero era un gran hombre de pensamiento. Y ahí sí era superior a Picasso. Ya se sabe que Dalí decía eso de que 'Picasso es comunista, yo tampoco', y yo le creo. Ahora bien, Picasso era un genio de la pintura y ya está dicho todo sobre Dalí… Dalí era verdad sólo si tenía las gafas puestas. Con las gafas gesticulaba, era estrambótico. Sin las gafas era otro, pero con las gafas te contaba verdades”.

P. ¿A qué atribuye ese poder de las gafas en el caso de Dalí?

R. Porque cuando no tenía gafas no veía bien y se dispersaba, al contrario de lo que le sucedía cuando las llevaba puestas. Yo iba a hacer un documental sobre él con un título que le gustó. Enigma Dalí… Se puso las gafas y llamó a su mujer, Gala; a ella también le gustó y empezamos a hacer un documental que no acabamos nunca…

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Louis Aragon muestra una fotografía de su amigo Picasso. / Cedida


Ahí aparecen, en el libro y antes el documental, personajes, desde Miró a Henry Moore, pasando por Louis Aragon o Camilo José Cela. Moore “era un ser extraordinario, pero no sabía tanto de Picasso… Cela se portó muy bien contando cosas de Picasso; cuando ganó el Nobel dejé de verle. Miró era un hombre muy generoso, hacía que su casa pareciera tuya”. ¿Y Louis Aragon? “Decía que Picasso no escribía mal del todo. Y decía lo que le daba gana. Era de los que nunca temió a Picasso”.

P. ¿Por qué ha querido dejar en libro aquella experiencia de buscar a Picasso a raíz de la llegada a España del Guernica?

R. Porque hay cosas de Picasso que pueden ser útiles para los artistas de hoy y para los aficionados a la pintura. Y porque he querido llamar la atención sobre otro Guernica que no está, que existió pero que no está en ninguna parte. Ese que no está es el verdadero porque fue el que inspiró Dora Maar. En ese cuadro, que no es el que está en el Reina Sofía, había un niño con un brazo levantado y con el puño cerrado. Dora Maar lo tenía en una fotografía”.

Picasso dejó un libro, entre otros ejemplos de su arte impar y a veces solitario. El deseo se muerde la cola. Nada de lo que cumplió su deseo infinito ha quedado sepultado, aunque el misterio seguía siendo tan potente como su obra y como el silencio que continúa habitando las paredes de musgo del castillo de Vauvenargues.