ARTE

Coches clásicos, películas antiguas y la magia de Houdini, plasmados en maquetas que cobran vida

Tras 25 años de "paréntesis", este cámara de televisión ha recuperado su afán creativo: "Hago maquetas porque me gusta seguir jugando y soñando"

Sus realistas maquetas representan escenas en movimiento, breves historias condensadas en "fotogramas tridimensionales"

La inspiración interior, la luz y el encuadre son las claves que dotan de vida a sus creaciones

Luc Delvico trabajando en una de sus maquetas

Luc Delvico trabajando en una de sus maquetas / LUC DELVICO

Héctor González

Héctor González

Luc Delvico o Magnolia Joyful, como todo el mundo le conoce en el mundillo, hace maquetas. Más concretamente, dioramas, que es un tipo de maqueta que muestra figuras y objetos enmarcados en un entorno con el objetivo de representar una escena. Los dioramas de Luc son verdaderamente espectaculares, pequeños fragmentos de una historia congelados en movimiento estático. Pero, en realidad, hace algo más importante que eso: sigue jugando y soñando.

Juan Luis Toro, el nombre real que se esconde tras los artísticos, nació en 1960 en Madrid. Ahora, 63 años más tarde, invierte gran parte de su tiempo libre en dar rienda suelta a esa vena artística que desarrolló en su infancia. Una época recuerda como feliz y rodeada de un ambiente que favorecía el juego y la creatividad. Su padre era músico autodidacta, su madre pintaba y su abuelo tenía un taller de carrocerías de coche, en "una época en la que todo se hacía a mano". Era el nieto favorito de su abuelo. Este le llevaba habitualmente a su taller, donde le dejaba jugar mientras le veía trabajar pintando y arreglando los coches. Todo aquello se le fue "quedando dentro" y modelando una personalidad inquieta y creativa que se reflejaba en las maquetas, primero, y en la música, después.

Sin embargo, por circunstancias de la vida, "a veces uno se pierde a sí mismo" según se va rodeando de gente. Y eso es lo que le pasó. A los 16 años hizo la última maqueta de su infancia, una maqueta bélica de un tanque. "Era muy bonito, pero a mí no me gustaba la guerra, así que decidí dejar de hacerlas", explica. Fue ahí cuando decidió probar con la música durante un tiempo y aprendió a cantar y tocar la guitarra como hacía su padre. Pero luego llegó un momento en el que, con las responsabilidades de la vida adulta, el matrimonio y el paso del tiempo, "te olvidas un poco quién eres".

"Tengo muy claro que todos seguimos siendo el niño que una vez fuimos, pero lo olvidamos. Nos olvidamos de jugar y nos empezamos a tomar la vida muy en serio", reflexiona. Durante ese tiempo, casi 25 años, dejó aparcada su pasión por el juego y la creación, en lo que él califica como "un paréntesis en mi vida". Un paréntesis que se cerró superados los 50, cuando se divorció de la que había sido su mujer y se reencontró con su "vía de expresión".

Escena que representa una colisión entre varios vehículos.

Escena que representa una colisión entre varios vehículos. / LUC DELVICO

Crear algo que sale de ti

retornó a aquello que le hacía feliz en su infancia

En este sentido, apunta, "es sorprendente lo plástico que es el cerebro. Te tiras 25 años sin hacer algo y cuando regresas, ya mayor, vuelven a salir cosas interesantes". Por supuesto, hacen falta práctica y esfuerzo. Pero, sobre todo, el interés por crear algo que "sale de ti". Y es que todas las maquetas de Luc son inventadas por él, no copiadas de la realidad. En homenaje a su abuelo y su taller, decidió comenzar por hacer maquetas con coches clásicos. La premisa de partida es sencilla: coge una reproducción de un coche, cualquiera "desde que se inventó el automóvil hasta los años 80", lo sitúa sobre un plano y, a partir de ahí, comienza a intentar crear un entorno.

Maqueta de una gasolinera con un camión y un vehículo clásicos.

Maqueta de una gasolinera con un camión y un vehículo clásicos. / LUC DELVICO

"Me encanta la estética americana, el Rock&Roll, el jazz, los años 40, Fred Astaire, Frank Sinatra, la estética de las ciudades, los coches de época...", cuenta Luc sobre los motivos que le inspiran. A excepción del coche, que le llevaría demasiado tiempo, todo lo demás lo hace él, empleando todo tipo de materiales - metal, cartón, metacrilato...- y de herramientas, además de pinturas específicas para maquetas. "Incluso cuando ves estanterías con botellas, todas las hago yo a mano, una a una", asegura.

El tamaño final de estas creaciones suele ser bastante grande, ya que "empiezo y no puedo parar". Una de ellas, que es de las más elaboradas y estuvo en una exposición de coches clásicos el año pasado, pesa alrededor de 100 kilos y mide 1,5 metros de ancho, por uno de largo y 60 centímetros de altura. Actualmente, esta maqueta se encuentra a la venta, aunque antes debe pasar por un proceso de restauración por un problema de sobrecalentamiento con las luces.

Luz, movimiento y encuadre

Y es que las luces son un elemento esencial de las composiciones de Luc. "Mis maquetas se pueden ver de día y de noche, pero son especialmente nocturnas", afirma. Gracias a su trabajo como cámara de televisión, domina la iluminación de las escenas. Una rareza dentro del mundo de los dioramas, donde "hay gente extraordinaria, pero que no ilumina sus escenas", que le otorga una cualidad singular al trabajo de Luc.

Escena iluminada con varios coches frente a un escaparate.

Escena iluminada con varios coches frente a un escaparate. / LUC DELVICO

Para él resulta básico iluminar las maquetas, ya que le permite "ir un paso más allá", experimentar con "el misterio que te dan las luces". Dicha iluminación puede ser eléctrica o natural, como los amaneceres y atardeceres. Y es que a Luc le gusta terminar sus trabajos y, después, "mezclarlos con paisajes reales" jugando con la perspectiva. Para ello, él mismo se encarga de fotografiar sus maquetas.

"Las fotos las hago únicamente con mi móvil, sin ningún tipo de postproducción", explica. Y es que las cámaras de los móviles actuales ofrecen una gran profundidad de campo de forma automática, imprescindible para dotar a las imágenes de realismo y que "no se note que el objeto en primer plano es un juguete". Cuando las tiene terminadas, Luc las sitúa en la calle, se mete en las maquetas, "como si fuera un personaje más", y, alternando con distintos enfoques y encuadres, las fotografía en simbiosis con el entorno, con sus calles, árboles, montañas o lo que ofrezca cada lugar. Su objetivo no es realizar una buena foto, técnicamente hablando, sino "captar una buena instantánea", capturar el instante convertido en "un fotograma tridimensional".

Un coche aparcado frente a una gasolinera iluminada.

Un coche aparcado frente a una gasolinera iluminada. / LUC DELVICO

Talleres literarios, showrooms y ventas

La gran obsesión de Luc es que sus maquetas transmitan una escena, que cuenten una historia propia. De las distintas exposiciones y lugares a las que las muestra, una de sus actividades favoritas es llevarlas a talleres de escritura y proponerles a los participantes, a partir de unos pocos datos, que imaginen y relaten qué está sucediendo en ellas, qué ha pasado antes y cuál va a ser el desenlace.

Por supuesto, también las vende. El precio ronda entre los 1.600 y los 4.000 euros, dependiendo del tamaño y el tiempo de elaboración - algunas tan solo requieren 15 días de trabajo, mientras que otras pueden ocuparle varios meses o hasta un año-. "Aparte de que económicamente me viene muy bien, no podría guardarlas todas (son alrededor de 50)", aclara. Sus principales clientes son particulares, pero desde hace un tiempo también están presentes en el Garaje Chanoe. Se trata de un espacio de exposición y venta de coches clásicos, situado cerca de la Ciudad de la Imagen (Pozuelo), donde ha empezado a exponer sus maquetas para atraer posibles compradores.

Exterior del teatro donde actúa Houdini.

Exterior del teatro donde actúa Houdini. / LUC DELVICO

Además, también trabaja por encargo. Como ejemplo, el trabajo que llevó a cabo para la Sala de Magia Houdini, que le pidió hacer una maqueta sobre el mítico mago. "Se me ocurrió hacer un teatro", cuenta Luc, "en el que Houdini está colgado bocabajo intentando librarse de unas cadenas mientras el público mira desde el patio de butacas". El dueño de la sala también le compró una maqueta de un rodaje de una escena, otra de las temáticas con las que trabaja Luc, en este caso de la película 'El Padrino'.

Fotografía del interior del teatro donde Houdini intenta liberarse de las cadenas.

Fotografía del interior del teatro donde Houdini intenta liberarse de las cadenas. / LUC DELVICO

De cara al futuro, Luc quiere seguir ampliando los motivos de sus creaciones. Además de los coches clásicos y los rodajes cinematográficos, englobados bajo el título 'Silencio, se rueda', está pensando en comenzar a desarrollar una serie sobre bares emblemáticos de Madrid, diseñando la fachada y situando un coche de época delante. Asimismo, quiere ampliar su presencia en Internet para que la gente pueda ver sus trabajos. "El problema es cómo ve la gente lo que haces, porque no puedes dejarlo en una exposición eternamente ni van a venir a verlo a tu casa", reflexiona. También está el inconveniente de que hay que asegurar las piezas, porque los que las exponen no están dispuestos a pagar posibles deterioros.

Cuestiones pragmáticas al margen, lo esencial es que Juan Luis, Luc Delvico o Magnolia Joyful, ha recuperado su vía de expresión. "La abandonamos por el tipo de vida que tenemos, pero no deberíamos hacerlo nunca. A mi hija, que tiene ahora 20 años, se lo digo constantemente: nunca abandones tu forma de expresarte, estés con quién estés o hagas lo que hagas, porque es lo que tú eres", sentencia Luc, quien, 25 años después, vuelve a expresarse haciendo lo que le gusta hacer.