ESTRENO

'Babylon': cuando Hollywood era una orgía salvaje de sexo, drogas y cotilleos

‘Babylon’, el filme de Damien Chazelle sobre el Hollywood de finales de los años 20 u principios de la década siguiente, se hace eco de las orgias y escándalos documentados por Kenneth Anger en ‘Hollywood Babilonia’

Una escena de ’Babylon’.

Una escena de ’Babylon’. / ARCHIVO

Quim Casas

Quim Casas

Virginia Rappe era, en los gloriosos y babilónicos tiempos del Hollywood silente, una modelo reclutada como actriz para la compañía de Mack Sennett. Definida por Kenneth Anger como una belleza con cabellos color ala de cuervo, firmó lucrativo contrato con la Fox. El cómico Roscoe Fatty Arbuckle, mentor de Buster Keaton y entonces el actor mejor pagado de Hollywood, se encaprichó de ella. El 5 de septiembre de 1921, para celebrar el generoso contrato que acaba de firmar con Paramount, Arbuckle dio una sonada fiesta en un hotel de San Francisco. Alquiló tres suites, llamó a su proveedor habitual de licores y al poco rato más de 50 personas pululaban por el lugar bebiendo orange blossom, demoledor coctel de naranja, vermut y dry gin aderezado con doble ración de ginebra.

La fiesta se desmadró, Arbuckle se llevó a uno de los dormitorios a Rappe y al poco rato se oyó gritar a la muchacha de dolor. Fue llevada a un hospital, donde entró en coma y falleció cuatro días después. La investigación llegó a la conclusión de que Rappe había sido forzada con una botella, lo que provocó una ruptura de la vejiga y una posterior peritonitis. Arbuckle fue desterrado de Hollywood y solo Keaton intentó darle algún papel en sus películas. Después sería absuelto de los cargos. No todo en Hollywood comenzó con Harvey Weinstein y el #Me Too.

Fiestas salvajes y sadomasoquismo

 James Ivory realizó una versión libre de este suceso en Fiesta salvaje (1975), en la que James Coco encarnó a un trasunto de Arbuckle que organiza una orgia en su casa y termina con una actriz muerta a causa de un disparo. Hollywood era entonces la Meca del cine, pero también la nueva Babilonia. Los dos volúmenes de Hollywood Babilonia, la biblia negra del cine estadounidense que el director experimental Kenneth Anger publicó en 1975 y 1984, documentan una multitud de secretos inconfesables y de escándalos –asesinatos, chantajes, violaciones, abusos a menores, feminicidios, fiestas salvajes, sadomasoquismo, drogas, alcoholismo, homosexualidad reprimida, travestismo, prensa amarilla y canalla, relaciones de poder lésbico– hasta convertirse en algo así como un festín del cotilleo. 

 Todos los pecados eran permitidos en las mansiones y estudios de Hollywood, donde las estrellas –o buena parte de ellas: Anger no deja títere con cabeza, de Charles Chaplin a Mae West, de Marlene Dietrich a Johnny Weissmuller– y las que aspiraban a serlo se movían sobre dos ejes, el dinero y el sexo. Hasta los hermanos Taviani, cuando realizaron su película sobre la gestación en 1916 de Intolerancia, de David W. Griffith, decidieron ponerle como título Good Morning, Babilonia. También las furibundas novelas de James Ellroy ambientadas en los años 50 retratan las miserias de la época: en la última, Pánico, James Dean, Elizabeth Taylor y Nicholas Ray no salen precisamente muy bien parados.

Montañas de cocaína y ríos de alcohol

Damien Chazelle debe haberse empapado de las anécdotas, rumores y certezas del libro de Anger, así como de casos similares al de Rappe y Arbuckle, para confeccionar Babylon. De hecho, la primera media hora de la película, antes de que aparezca en letras gigantes el título del filme, es la crónica de una de esas fiestas salvajes que, en este caso, incluye sexo en todas las habitaciones, montañas de cocaína, heroína y otros estupefacientes, ríos de alcohol, danzas libidinosas a ritmo de jazz, camareras que ligan con astros de la pantalla y la irrupción final de un elefante que nada tiene que ver con el que aparecía en una fiesta hollywoodiense menos salvaje, pero igual de patética, representada por Blake Edwards y Peter Sellers en El guateque.

De hecho, la babilónica party del filme de Chazelle termina mal a causa de los excesos de un orondo miembro de la industria del espectáculo con la muchacha a la que droga hasta provocarle un paro cardiaco. Fastos tristes y legendarios que Babylon muestra, sobre todo en esta primera media hora, como parte de un sistema de funcionamiento perpetuado, de formas distintas, hasta no hace tanto tiempo.

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