CINE

Albert Serra: "En dos siglos, nadie se acordará de ningún cineasta americano posterior a los años 70"

El cineasta de Banyoles repasa las claves de 'Pacifiction', elegida mejor película de 2022 por numerosas publicaciones francesas y ninguneada en los Goya

El director Albert Serra.

El director Albert Serra. / GUILLEM ROSET | ACN

Si las listas de lo mejor del año sirven para medir el impacto que han tenido las producciones culturales más allá de su rendimiento comercial, habrá que convenir que ningún cineasta español resultó en el 2022 tan relevante como Albert Serra. Además de ganar el premio Louis Delluc al mejor filme francés del curso, Pacifiction, el último largometraje del director de Banyoles, ha liderado las clasificaciones de las mejores películas del año realizadas por cabeceras tan respetables como Le Monde, Libération, Cahiers de Cinéma o Les Inrockuptibles. Un hito que a Serra no le ha sorprendido ni mucho ni poco. “Son publicaciones que tienen bastante criterio, aunque a veces esos mismos medios seleccionan películas que yo no comparto en absoluto que sean relevantes. Pero, vaya, siempre es mejor salir en estas listas que no salir. Y es probable que Pacifiction sea la mejor película del año. Al menos, por lo que modestamente yo conozco, es indiscutible que es una de las más interesantes”.

Albert Serra participó el lunes en el ciclo de charlas con creadores de distintos ámbitos que, bajo el título de Vine a escoltar el futur, organiza el Palau Robert. La propuesta se planteaba como un “diálogo” (ahí estaba la periodista Elisenda Roca para conducir el acto y darle réplica al protagonista), pero el director dejó bien claro que él procura no participar nunca en debates o mesas redondas en las que haya “alguien más hablando”. “Ver a gente que discute es muy aburrido, no se aprende nada –apuntó-. Esos encuentros de gente con puntos de vista diferentes no me interesan, porque ya sé que se caerá en una dinámica de conflicto que no suma. Al contrario, resta”. De modo que Serra utilizó las preguntas de Roca para dejar ir un monólogo entre lúcido y provocador en el que, entre otras cosas, repasó algunas de las claves de Pacifiction, esa película reverenciada por la crítica (especialmente, en Francia) que el próximo 22 de enero opta a 11 premios Gaudí y que ha sido, sin embargo, olímpicamente ninguneada en las candidaturas de los Goya.

Fuera de control

“Un elemento importante para entender lo que yo hago es que el significado de mis películas está totalmente fuera de control. Yo no controlo nada”. Pacifiction está ambientada en la Polinesia y, de una manera algo esquinada, aborda el miedo de las autoridades y la población local a que Francia repita los ensayos nucleares que llevó a cabo en ese remoto confín del Pacífico entre 1966 y 1996. “Pues bien, yo no sé nada sobre Polinesia y no tengo nada que opinar sobre los ensayos nucleares ni sobre el colonialismo –aseguró Serra-. ¿Qué tengo que explicar yo de Polinesia? ¿Que son víctimas del colonialismo francés y que les hicieron un test nuclear? Eso lo sabe hasta un niño de tres años, así que insistir más no tiene ningún sentido”.

De modo que lo de Polinesia y el miedo nuclear es solo un pretexto argumental para colocar a unos personajes en unos escenarios y captar el modo en que se van adaptando a las diversas situaciones. “Eso es lo que me interesa: ver cómo la gente transforma, a través de sus reacciones, el tema que estás tratando. Cuando filmas a las personas, estas adquieren muchas más aristas; se vuelven más desagradables –vanidosos, egoístas, pudorosos…- y eso los hace mucho más interesantes”.

Esa metodología vale tanto para los actores profesionales como para los que no lo son. “Para mí no hay ninguna diferencia entre unos y otros”. Por imposición de los productores, según se encargó de precisar Serra, el reparto de Pacifiction está encabezado por una estrella del cine francés, Benoît Magimel, para quien el director solo tiene buenas palabras. O casi. “En el caso de Magimel todo dependía de si podía traer a su asistente o no. A mí no me gustaba que viniera el asistente, porque mi manera de trabajar tiene que ver con la idea de abandonar a los actores en medio del rodaje y hacer que entren en una zona de vulnerabilidad extrema. Así que me interesaba que estuviera un poco aislado. Claro que eso entrañaba un riesgo que finalmente se hizo realidad: cada día, el tío llegaba al rodaje dos o tres horas tarde”.

Celos fratricidas

Antes de empezar a filmar, aclaró, su relación con Magimel se limitó a una cena y a dos brevísimas conversaciones de cinco y diez minutos. “Para mí lo importante era verlo enfrentado a la tensión del rodaje. Los actores, por muy profesionales que sean, son gente insegura, y más con un director como yo, que plantea rodajes poco convencionales. Ahí aparecen la vanidad, los celos respecto a otros actores... No os podéis imaginar hasta qué punto los actores sienten celos de los otros actores, es algo fratricida. Todos quieren estar solos en el plano”.

A pesar de su empeño en minimizar las interacciones con los intérpretes –“nunca he ensayado con ellos y nunca lo haré”-, Serra insistió en que la dirección de actores es un elemento absolutamente capital en todas sus películas. Pacifiction no es una excepción. “Si hablamos específicamente de dirección de actores, mi película no solo sería la mejor del año; sería la primera a años luz de todas las demás. En otros aspectos quizá nos podemos igualar más, pero en este…”.

Un cine irrelevante

El cineasta de Banyoles señaló que el margen de libertad con el que trabaja solo es posible en el contexto de un cine financiado con dinero público que no dependa del rendimiento de las películas en taquilla. Y, sin mover un músculo, vaticinó que el cine comercial facturado en Estados Unidos a partir de los años 70 será juzgado por la historia como artísticamente irrelevante y “completamente nulo”. “Es muy posible que dentro de 200 años nadie se acuerde de ningún director americano posterior a los años 70. Precisamente por este tema, porque han de financiar todas las películas con dinero privado. Es como si tú le hubieras dicho a Proust que tenía que vender no sé cuántos ejemplares. Todos los grandes escritores de la historia, o la gran mayoría, fueron unos fracasados”.

Pacifiction aparte, Serra habló también sobre su fascinación por Karl Lagerfeld (cuando el diario Libération le pidió recientemente que seleccionara la aportación cultural más relevante de 2022, él eligió dos libros sobre el diseñador de moda alemán) y anunció que tiene bastante avanzado un documental, el primero de su carrera, centrado en “el dolor de los toreros”. “Será una aproximación a la parte espiritual del trabajo de dos toreros muy populares. A ellos les interesa porque creen que el proyecto redundará en el bien de la tauromaquia, que es algo que les importa mucho y que a mí me es indiferente”.

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