TESTIMONIO DE PÁVEL FILÁTIEV

Las memorias de un soldado ruso crítico con Putin: “Nos llevaron a la guerra a base de mentiras y manipulaciones”

Tras haber pasado dos meses en el frente en Ucrania, el soldado Pável Filátiev denunció en un diario de guerra la corrupción y la improvisación del ejército de Rusia

El 18 de enero llega a las librerías el relato de este exiliado político ruso

El soldado ruso exiliado en Francia Pável Filátiev.

El soldado ruso exiliado en Francia Pável Filátiev. / ARCHIVO

“He escrito este libro para mostrar que no hay nada de romántico en la guerra”. Pável Filátiev, de 34 años, formó parte del ejército ruso que invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022. Tras dos meses en el frente, en la zona de Jersón (sur), este paracaidista fue evacuado a finales de abril a causa de una enfermedad en un ojo. Una vez de vuelta a su Rusia natal, escribió un diario de guerra. Y este hijo de militares, cuyo bisabuelo era ucraniano y combatió en la Primera Guerra Mundial, publicó a finales de julio en las redes sociales este testimonio tan honesto como desgarrado, en que denuncia la corrupción, la improvisación, la falta de material de las tropas rusas y la cruda realidad en el frente. 

Ante el riesgo de ser encarcelado, decidió exiliarse de su país en agosto y buscar cobijo en Francia con la ayuda de una oenegé, con la que ahora está enfrentado por los derechos de publicación de su diario. Su relato de denuncia se convirtió en un libro, traducido en quince idiomas. El 18 de enero llegará a las librerías en España, con el título de Zov. El soldado ruso que ha dicho no a la guerra de Ucrania y editado por Galaxia Gutenberg. Prácticamente, una semana antes de la publicación, El Periódico de Catalunya, también de Prensa Ibérica, pudo entrevistarlo en la terraza de un céntrico hotel en París.

P. ¿Por qué decidiste irte de Rusia?

R. Cuando publiqué mi relato sobre la guerra, confiaba con que serviría para despertar la conciencia de la gente, tanto de los miembros del ejército como de la sociedad rusa en general. Quería que la gente tomara conciencia de la situación de la guerra en Ucrania. Pero el éxito de mi iniciativa resultó más que relativo. Y como había un riesgo real de que me encarcelaran en Rusia por haber dicho la verdad, decidí irme de mi país el 16 de agosto.

P. Una vez aquí en París, ¿te sientes seguro? ¿O temes por tu vida al haber denunciado la invasión de Ucrania y numerosas deficiencias del ejército ruso?

R. Por desgracia, uno no puede sentirse seguro en ningún sitio. Pero lo que me tranquiliza es que tomé moralmente la buena decisión, aunque no haya sido la más beneficiosa para mi bienestar ni mi situación económica. Al menos tengo la conciencia tranquila.

P. Hace prácticamente un año, el 23 de febrero, formabas parte de una unidad de paracaidistas del ejército ruso en la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014. Entonces, ¿la víspera de la ofensiva rusa eras consciente de que ibais a invadir el país vecino?

R. El 23 de febrero ya éramos conscientes de que alguna cosa seria se estaba preparando. Ese día nos dieron más municiones, medicamentos y estupefacientes. Pero en ningún momento nos explicaron los objetivos concretos de la operación militar. Los dirigentes del ejército vulneraron las propias leyes de Rusia al habernos llevado a una guerra a base de mentiras y manipulaciones. Durante los primeros días del conflicto, se nos decía a los soldados rusos que había militares estadounidenses y polacos presentes en Ucrania y preparados para atacarnos. Lo que era totalmente falso. Seguramente, si hubieran dicho desde un principio que se trataba de la invasión de Ucrania, el porcentaje de los que se hubieran negado a combatir hubiera sido mucho mayor.

P. ¿El discurso oficial de que hacía falta “desmilitarizar” y “desnazificar” Ucrania caló en las tropas rusas?

R. La verdad es que no tuve constancia de estos términos hasta dos meses después del inicio de la guerra, cuando me evacuaron del frente (a causa de una enfermedad en un ojo) y vi la televisión en un hospital. Como mucho, un 10% de los soldados rusos creían que se trataba de una intervención preventiva ante un probable ataque de Ucrania y la OTAN. El resto de los soldados básicamente se dedicaban a obedecer órdenes y hacer su trabajo.

P. ¿Cómo eran las condiciones de vida en el frente?

R. En dos meses en el frente apenas dormí una noche debajo de un techo, en el puerto marítimo de Jersón. El resto del tiempo dormíamos dentro de los vehículos, en trincheras o al raso, a pesar de las heladas temperatura que hizo en marzo. En teoría, debían darnos provisiones para que comiéramos varias veces al día, pero debido a los problemas constantes de aprovisionamiento teníamos que racionarlas y comíamos cuando podíamos, cuando nos lo permitían los frenéticos combates.

P. ¿Cómo explicas las dificultades del ejército ruso, en teoría superior al ucraniano, en esta guerra?

R. Porque es imposible tomar el control en pocos días de un país tan extenso como Ucrania. Incluso el ejército estadounidense tuvo grandes dificultades para hacerse con el control de Irak y al final terminó retirándose. Además, en el caso de Ucrania y Rusia, se trata de dos países culturalmente próximos y eso dificultó que los soldados rusos vieran en los ucranianos a sus enemigos. Quizás para los estadounidenses fue más fácil atacar a los iraquíes. Y otro factor que contradijo el pronóstico de los servicios secretos estadounidenses de que Rusia se haría fácilmente con el control de Ucrania es que no podían imaginarse los niveles de corrupción y desorganización del ejército ruso.

P. ¿Hasta qué punto está presente la corrupción las tropas de Moscú?

R. Se trata de una corrupción estructural, presente desde las academias militares. Allí prevalecen los enchufes y los vínculos familiares. Todo eso favorece que en la jerarquía castrense asciendan personas incompetentes y sin escrúpulos morales. Eso lo sufrimos en el terreno de combate a causa de la escasez y precariedad de nuestro material. Algunos soldados rusos utilizaban los uniformes ucranianos, ya que eran más cómodos. Disponíamos de un número insuficiente de cascos, chalecos antibalas, sacos de dormir… Y eso se debía a que algunos comandantes los habían vendido por internet para enriquecerse personalmente.

P. La invasión de Ucrania también se ha visto marcada por el número relativamente bajo de soldados rusos desplegados…

R. La ciencia militar dice que para atacar un país hace falta un número de soldados entre tres y cinco veces superior al del rival. Pero en el caso de la ofensiva rusa, sucedió todo lo contrario y empezamos la intervención con unos 100.000 hombres, mientras que el ejército ucraniano disponía de unos 200.000. Esto nos muestra que el presidente Vladimir Putin y los altos cargos militares rusos forzaron a los soldados de su país a lograr un objetivo que era imposible de conseguir.

P. Y eso se suma a la improvisación constante.

R. Sí, había mucha improvisación. Había muchas cosas que no habían sido planificadas por los comandantes y a menudo el suministro resultaba insuficiente. Eso favorecía que los soldados se encontraran sin comida y terminaran robando y saqueando tiendas. A menudo a los soldados se nos dejaba que nos espabilásemos por nuestra cuenta. Me acuerdo que, una vez unos tuvieran la genial idea de hacer una hoguera para calentar la comida, y eso hizo que el enemigo nos detectara y nos bombardeara.

P. Durante los dos meses que estuviste en Ucrania, ¿fuiste testimonio de crímenes de guerra?

R. Los robos y saqueos de tiendas resultaban constantes. También eran habituales los disparos indiscriminados contra zonas residenciales, lo que representa un crimen de guerra. Pero no fui testigo de otros hechos, como ejecuciones o violaciones de mujeres. Durante esos dos meses, básicamente estuvimos combatiendo y el apetito sexual era lo último en que pensábamos. La población civil estaba escondida y prácticamente no nos relacionábamos con ella. Pero me temo que los habitantes de habla rusa de esos territorios del sur de Ucrania, que no tenían forzosamente una visión negativa sobre Rusia antes de la guerra, cambiaron de opinión. Cualquiera cambiaría de opinión si le bombardean su casa.

P. “Cuando los rusos hacen la guerra, son los pobres los que mueren. Creo que lo correcto sería que Putin y Zelenski lo resolvieran cara a cara, para acordar qué territorio pertenece a qué país”, aseguras en el libro. ¿Ves factible que haya un acuerdo en los próximos meses?

R. Más tarde o más temprano, hará falta negociar y llegar a un acuerdo de paz. Pero me temo que con los dirigentes actuales resulte muy difícil. Desde un principio, defendí que Rusia no tenía derecho a entrometerse en los asuntos de Ucrania ni invadir su territorio, ya que no representaba una amenaza para la población rusa. Mientras Putin siga en el poder, me parece muy poco probable que alcance un acuerdo con Zelenski, al que considero mucho mejor presidente que su homónimo ruso.

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