LOS COTILLEOS DE LA CULTURA

Shakira, Nora Ephron, Sofia Coppola, Adele... Divorcios para leer, ver y escuchar

Nos encanta descubrir los trapos sucios de los demás. No importa cuando lea esto, jamás pasarán de moda nuestras desgracias de cabecera. Las reediciones de Nora Ephron, los números 1 de Adele o los taquillazos de Sofia Coppola así lo corroboran: vuelven cada cierto tiempo dado su enorme reclamo

Fotograma de 'Lost In Translation', de Sofia Coppola.

Fotograma de 'Lost In Translation', de Sofia Coppola. / ARCHIVO

Una dedicatoria en un libro para su hijo. Una simple frase confirmó las sospechas de Rachel Samstat sobre la infidelidad de su marido Mark, que no había sido un adalid de la discreción precisamente. De hecho, se topó con aquellas palabras cuando buscaba pistas en sus cajones, convencida de que había otra mujer a la que ella no había invitado en su matrimonio. En realidad, lo que más le sorprendió fue que había estado cenando en su casa con su propio esposo –que ya estaba al tanto del tejemaneje– hacía unos días y que además le había pedido la receta de la tarta de piña que sirvió en el postre. Mark le confesó que estaba enamorado de su amante, así que ella cogió a su hijo de dos años y se fue en el puente aéreo de Washington a Nueva York, su ciudad. Estaba embarazada de siete meses.

Así empieza Se acabó el pastel, la célebre novela que Nora Eprhon publicó en 1983 y que ahora ha vuelto a las librerías traducida al castellano por Benito Gómez Ibáñez para Anagrama a la vez que la colección de ensayos Ensalada loca de 1975. Ambos títulos habían estado en el catálogo de la editorial hace décadas, pero hasta ahora ya solo se podían conseguir de segunda mano (y con suerte). Este ha sido un buen año para el enorme fandom de la escritora y guionista, porque hace unos meses la editorial Libros del Asteroide rescató No me acuerdo de nada, otro libro de ensayos que se publicó en inglés en 2010, traducido por Catalina Martínez Muñoz. Fue su último trabajo que publicó en vida, ya que murió dos años después.

La novela tuvo tanto éxito que se adaptó al cine en 1986, dirigida por Mike Nichols. Los escogidos para interpretar a los protagonistas fueron Meryl Streep y Jack Nicholson aunque quizá Dustin Hoffman habría sido mejor. Al fin y al cabo, él había interpretado a Carl Bernstein en Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976), uno de los periodistas del caso Watergate y el exmarido de Nora Ephron. Su infidelidad era un secreto a voces, sobre todo en los círculos cercanos al poder de la Casa Blanca, así que Ephron decidió tomar las riendas del relato y contarlo todo en su novela. Como siempre, siguió el sabio consejo de su madre: “Si te resbalas con una piel de plátano, te haces daño y los demás pueden reírse de ti; pero si eres tú misma la que lo cuentas, te haces con el control de la historia y eres tú la que haces reír a la gente”.

No es un mecanismo que esconda al lector o lectora. En el libro, la psicóloga le pregunta a Rachel, su alter ego, que por qué cree que debe relatarlo todo y su respuesta no puede ser más clara: “Porque, si cuento la historia, domino la versión. Porque, si cuento la historia, puedo hacer reír; y prefiero que se rían a que tengan lástima de mí. Porque, si cuento la historia, no me duele tanto”. Ephron aireó los trapos sucios de ese marido (incluida la treta de apropiarse de anécdotas ajenas para sus artículos) y del anterior, que también le había sido infiel, de manera ácida y divertida. “No puedo compadecerme de mí misma. No aguanto sentirme como una víctima. No soporto estar sin esperanza. No puedo quedarme aquí sentada con toda esta rabia que me hace sufrir y llorar, ¡NO SOPORTO ESTAR SIN HABLAR!”, dice en el libro (mayúsculas incluidas) antes de tirar un pastel a la cara de su esposo y terminar definitivamente con su matrimonio.

Pese a lo doloroso de la historia, a Ephron su libro de divorcio acabó dándole la alegría de una cifra de ventas espectacular además de reconocimiento. Algo que no le sucedió a Rachel Cusk pese a la popularidad que su libro Despojos. Sobre el matrimonio y la separación cosechó en Reino Unido en 2012. En menos de 200 páginas, la escritora explica en primera persona cómo fue el proceso de separación del abogado y fotógrafo Adrian Clarke, su segundo marido y padre de sus dos hijas. A la par, reflexiona sobre el modelo de familia normativa, los roles de género y sus contradicciones como feminista (aunque más bien es su esposo el que utiliza como réplica “Y tú te llamas feminista” para casi todo) con su habitual estilo directo y sin artificios. La editorial Libros del Asteroide lo publicó en España traducido por Catalina Martínez Muñoz en 2020.

“Mi marido creía que yo lo había tratado monstruosamente. No había quien le quitara esa idea de la cabeza: su mundo entero dependía de ella. Ese era su relato, y de un tiempo a esta parte he llegado a odiar los relatos”, dice Cusk en su libro. Ella, como Ephron, intentó hacerse con el control de su historia pero le salió mal. Despojos indignó a su público, que la acusó de ser una mala feminista, una narcisista y por dar demasiados detalles sobre lo sucedido. Por otro lado, también se le echó en cara que no desvelase el motivo de la separación. "Ya que te pones, cuéntalo todo", vino a decirle la crítica literaria Camilla Long en The Sunday Times.

Ahora, Libros del Asteroide lanza Un trabajo para toda la vida. Sobre la experiencia de ser madre, que se publicó originalmente en inglés en 2010 y con el que también la lio parda en Reino Unido por explicar en primera persona y con demasiada crudeza –según sus críticos– lo que supone maternar. En España su libro sobre el divorcio no suscitó altercado alguno y sería raro que con el próximo vaya a suceder, pero son temas sensibles y la escritora tiene un imán para la gresca.

La inspiración del divorcio


Los dos títulos anteriores son solo dos ejemplos de las muchas obras que han nacido de rupturas sentimentales. En la música incluso han dado lugar a un género propio: el disco de divorcio. Por supuesto, el que siempre se menciona es el Blood On The Tracks (1975) que Bob Dylan compuso a raíz de su ruptura con Sara Lownds, pero la historia del Hear, My Dear (1977) de Marvin Gaye es bien jugosa. El artista, experto derrochador, no tenía el millón de dólares que Anna Gordy le reclamaba en el divorcio así que a su abogado se le ocurrió una solución creativa: le pagaría 600.000 dólares, la mitad de los cuales provendrían del adelanto de su próximo álbum, y el resto de las ganancias de dicho trabajo. El resultado fueron 75 minutos de rabia, reproches, frustración y desamor musicados que se vendieron bastante mal en su momento y no sirvieron para saldar la deuda en aquel momento.

Más reciente es el álbum que Adele publicó en noviembre de 2021 titulado 30, en el que explica los motivos su divorcio con Simon Konecki al hijo de 10 años que tienen juntos. La idea es que lo entienda cuando sea mayor, aunque el principal implicado, su exmarido, no ha tenido que esperar nada para escucharlos en estribillos. Los fans de Shakira –y del cotilleo de famosos en general– están esperando su próximo disco, que se prevé como el disco divorcio de Piqué. De momento, ha dado un adelanto en forma de canción junto a Rauw Alejandro titulada Te felicito, con versos tan sutiles como “no me digas que lo sientes / eso parece sincero, pero te conozco bien y sé que mientes”.

En muchas ocasiones, cuando supuestamente se trata de una obra de ficción, los creadores niegan que esté basada en hechos reales pese a que las coincidencias sean más que evidentes. Es el caso, por ejemplo, de Noah Baumbach con su película Historia de un matrimonio (2019) protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver. La trama se parece demasiado a su propia relación con la actriz Jennifer Jason Leigh, ahora su exmujer y madre de su hijo, como para no ser autobiográfica. Su ex esposa nació en California y conoció a Baumbach en Broadway, como ocurre en el filme. Estuvieron viviendo en Nueva York hasta que se separaron y Jason Leigh volvió a su tierra con el niño y, como también pasa en la película, el director tiene que cruzar Estados Unidos para ver a su hijo.

Quien sí declaró haber tomado su propia ruptura como base para un guion fue Sofia Coppola. En 2013, año en el que se divorció de Spike Jonze, estrenó Lost In Translation, en la que la protagonista –de nuevo Scarlett Johansson– se encuentra sola en Tokio mientras su marido, que es fotógrafo, se pasa el día trabajando. Los escenarios, las situaciones y el sentimiento de soledad que se representan en la película son los mismos que se dieron en la realidad y sentenciaron el fracaso de su matrimonio. Diez años después, Jonze hizo la película Her, que algunos han querido ver como una réplica a la de su ex mujer, aunque él nunca ha dicho nada al respecto, ni a favor ni en contra de dicha teoría.

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