LIMÓN & VINAGRE

Kanye West, a Hitler mediante el rap

Sus palabras le valieron ser nombrado “Antisemita del año”, galardón que aún no constaba entre los muchos conseguidos a lo largo de su carrera

El rapero Kanye West en Limón&Vinagre.

El rapero Kanye West en Limón&Vinagre. / EPE

Albert Soler

Albert Soler

Las preguntas existenciales que se hace a sí mismo un rapero famoso y multimillonario no difieren mucho de las que nos hemos hecho todos alguna vez. “El plan consiste en beber hasta que el dolor desaparezca. Pero qué es peor, ¿el dolor o la resaca?”, canta Kanye West -conocido ahora como Ye- en “Dark Fantasy”, confirmando que los ricos también lloran, o por lo menos que también intentan olvidar sus penas en una barra de bar. Claro que las penas con pan son menos, y con millones en el banco, incluso pasan desapercibidas, aunque al final la resaca sea la misma, la haya provocado una botella de Macallan Fine and Rare de 1926, la haya causado una retahíla de solysombras, uno tras otro, sobre la barra de zinc.

Mientras en España nos rasgamos las vestiduras porque hace veinte años en Devuélveme a mi chica los Hombres G querían vengarse de “ese marica” llenándole el cuello de polvos pica pica, en Estados Unidos nadie levanta una ceja cuando Kanye West -o sea, Ye- le canta a su chica que “tu podrías ser mi versión negra de Kate Moss esta noche, tu harás de secretaria y yo seré el jefe”. Y después alguien pretenderá convencernos de que el puritanismo está en Estados Unidos.

Para un rapero ha de ser una humillación que nadie se escandalice por sus letras, el bueno de Kanye seguramente envidia España, un país donde si un día dijiste “marica” en una canción, te exigen que te retractes y eres el blanco de las iras en las redes. Colocado ante la tesitura de venirse a vivir a España para que alguna ministra de Podemos le acusara de machista y así sentirse realizado como artista, o bien elevar el listón de sus declaraciones hasta ser crucificado en Estados Unidos, West eligió la segunda opción. Nadie se lo puede reprochar, son más seguros algunos suburbios de Chicago que según que barrios de Madrid. Así que se puso ello, y declaró que “amo a los judíos, pero también a los nazis”, una frase que podría ser el summum de la equidistancia pero no fue precisamente bien recibida.

“Todos los seres humanos tienen un valor que traer a la mesa”, incidió el rapero de los cien millones de discos vendidos y 24 premios Grammy. Si la frase hubiera terminado aquí, incluso los más acérrimos creyentes la hubieran estampado en camisetas, para venderlas a cambio de una parcela en el cielo, hay que ver qué confianza en los seres humanos que desprende este chico. El problema es que Kanye/Ye la continuó así: “especialmente Hitler”.

No concretó qué es lo que Hitler traería a la mesa, no sería comida kosher, eso seguro, pero sus palabras le valieron ser nombrado “Antisemita del año”, galardón que aún no constaba entre los muchos conseguidos a lo largo de su carrera. Para demostrar que el premio era merecido, no como otros que se conceden mediante influencias, más adelante Kanye West negó el holocausto y añadió que Hitler no le interesa demasiado pero que lo considera "un tipo genial", con un "atuendo genial" y que era un "gran arquitecto", tres definiciones que bien merecen ser analizarlas.

Para demostrar que el premio "Antisemita del año" era merecido, negó el holocausto y añadió que considera a Hitler "un tipo genial"

Se desconoce cuáles son las virtudes que convierten a Hitler en un tipo genial a ojos de un rapero negro del siglo XXI. Se ignoran qué conocimientos u obras le otorgan el título de gran arquitecto, aunque bien es cierto que Mao era considerado un gran timonel y jamás se le vio pilotando ni siquiera una chalupa, y el mismo Franco, corto de vista, se autoerigió en vigía de occidente, será que los dictadores pueden acceder a cualquier cargo aun si estar dotados. Pero es lo del “atuendo genial” lo que suena más extemporáneo, a no ser que Kanye West tenga una idea peculiar de la moda y considere que ir por la vida con pantalones bombachos y gorra de plato le convierta a uno en un dandi.

Donald Trump y Kanye West.

Donald Trump y Kanye West en una imagen de archivo. / Reuters

Y eso que su exmujer, Kim Kardashian, es modelo y empresaria de moda. Se ignora si el motivo de su divorcio fueron las divergencias a la hora de considerar a Hitler modelo de elegancia, el caso es que West le debe pasar a su exmujer 200.000 dólares mensuales, además de tener que repartirse con ella las 21 propiedades que poseían, ya es mala suerte que encima fueran un número impar, haciendo así más difícil el divorcio.

Súmese a eso que el premio “Antisemita del año” no ha agradado mucho a algunas empresas que tenían contrato con West -o con Ye- y se han apresurado a cancelarlo, como Adidas, Balenciaga, Vogue y Foot Locker (entre otras), y llegaremos a la conclusión de que es un gran candidato a la presidencia de Estados Unidos, cargo que ha anunciado que pretende alcanzar en 2024. Donald Trump, a quien ofreció ser vicepresidente, echa pestes de él. No es extraño: le supone competencia directa.