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'La liebre mecánica', una novela que explica la ludopatía a los adolescentes

En su último libro, la escritora Ledicia Costas aborda los peligros de los juegos de azar entre los jóvenes, sin caer en moralinas ni culpabilizar a los afectados que, en muchos casos, han sido colocados en esa situación de riesgo por los adultos y las administraciones públicas

Un menor, jugando en una página de apuestas 'online'.

Un menor, jugando en una página de apuestas 'online'. / Julio Carbo

Según datos del Ministerio de Consumo, el número de jugadores online menores de 25 años ha aumentado de manera alarmante. Mientras que en 2016 ese perfil representaba el 28%, en 2021 alcanzó el 48% del total. Para concienciar del riesgo que suponen los juegos de azar entre la población más joven, el pasado mes de noviembre el Ministerio de Consumo lanzó la campaña #PERO, estrategia de comunicación que convive con una serie de recomendaciones legales, como la de prohibir la apertura de salas de juego a menos de quinientos metros de un centro escolar, que algunos gobiernos regionales, con las competencias de juego transferidas, ya han anunciado que no cumplirán.

El gobierno de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, ha mostrado su rechazo a las sugerencias del Ministerio de Consumo, así como a los objetivos de prevención de la ludopatía recogidos en la Estrategia Nacional sobre Adicciones 2017-2024 del Plan Nacional sobre Drogas, e incluso las recomendaciones del Decreto 19/2022, de 20 de abril del Consejo de Gobierno, de Planificación de Determinados Establecimiento de Juego de la propia Comunidad y en el que se insta a la administración a regular el juego de azar por sus graves efectos sobre la salud pública. En consecuencia, la presidenta Isabel Díaz Ayuso confirmó hace unas semanas que no solo no limitará la apertura de locales de apuestas en las cercanías de los centros escolares, sino que permitirá el pago con tarjetas de crédito o sistemas como Bizum, aumentando así el riesgo de endeudamiento, de hurtos el entorno familiar y, en último término, de adicciones entre la población más joven.

"Es para echarse las manos a la cabeza. No hay más que ver los datos. Cada vez bajan más las edades y sube el porcentaje de jóvenes que apuestan, tanto de manera online como in situ, y eso que está prohibido el acceso a las casas de apuestas a menores de 18 años. Cualquiera que pase por las inmediaciones de esos locales puede ver que siempre hay adolescentes en los alrededores, por lo que está claro que, cuanto más cerca pongas estos locales de los institutos, más posibilidades tienes de que ese público acceda a ellos", comenta Ledicia Costas, escritora que acaba de publicar La liebre mecánica (Anaya, 2022), una novela sobre la ludopatía entre adolescentes que ha sido galardonada con el Premio Lazarillo.

"Ha sido muy heavy porque es la tercera vez que lo gano, lo que me ha convertido en la primera persona que lo ha ganado en tantas ocasiones. Salir con el aval del premio Lazarillo, que es el decano de la literatura infantil y juvenil en España, es importantísimo porque, para las personas que escribimos literatura infantil y juvenil, es un milagro conseguir visibilidad. Solo nos hacen caso en Navidades y Reyes. El resto del año no existimos", explica Costas, a la que su exitosa carrera como escritora infantil y juvenil le ha llevado a visitar con frecuencia los centros escolares para charlar con sus lectores sobre sus libros, muchos de los cuales se leen a lo largo del curso escolar.

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La escritora y abogada gallega Ledicia Costas (Vigo, 1979).


Fue ese contacto con el mundo adolescente lo que hizo que la autora empezase a tomar conciencia de la importancia que el juego online y las apuestas estaban adquiriendo entre ese colectivo. "Además de ver a muchos jóvenes en las inmediaciones de las casas de apuestas, me llamaba mucho la atención que, desde el exterior de las salas de juego, fuera imposible ver qué sucedía dentro. Pensé que, si no podía ver lo que estaba pasando en el interior, tal vez fuera porque era un poco turbio y, a partir de ahí, decidí profundizar más. Visité casas de apuestas, me abrí una cuenta online, que cuando quise retirar los quince euros que había fue bloqueada, y hablé con profesores de secundaria que tenían alumnos con problemas provocados por el juego en sus aulas. Quería conocer cómo afectaba la ludopatía a su rendimiento escolar y a su relación con sus compañeros. Con todo eso en la cabeza y teniendo como referentes novelas de realismo social que me habían marcado en mi adolescencia como Rebeldes o La ley de la calle de S. E. Hinton, decidí escribir el libro".

Durante varios años, Costas se ha dedicado a pulir un texto conciso, no demasiado largo y en el que "no sobra ni una coma", que desentraña los mecanismos que hacen que el juego resulte tan adictivo y acerca a los jóvenes una realidad más compleja y lesiva de lo que ellos suponen.

Las casas 'online' han desarrollado un sistema para captarlos sin vulnerar la legalidad, que consiste en que los menores jueguen sin apostar dinero. La experiencia genera la misma adrenalina"

"Todo en el mundo del juego está preparado para llamar su atención. Todo está vestido de fiesta, lleno de glamour y con estímulos pensados para generar endorfinas. De hecho, las casas online han desarrollado un sistema para captarlos sin vulnerar la legalidad, que consiste en que los menores jueguen sin apostar dinero. Salvo lo que se refiere a la cuestión económica, la experiencia genera la misma adrenalina y todas las demás sensaciones que operan cuando se juega de verdad porque el objetivo es que, cuando tengan 18 años, estén ya habituados y se hagan una cuenta real".

Un chico cualquiera


Cuervo, el protagonista de La liebre mecánica, es un adolescente que no se diferencia demasiado del resto de sus compañeros de instituto. Como a sus amigos, le gustan los videojuegos, los monopatines, ver cine, escuchar música, leer cómics, utilizar el teléfono móvil y pasar el rato con Nana, su novia, de la que, todo hay que decirlo, se ha distanciado un poco en los últimos tiempos. Aunque ni Nana ni el resto de sus amigos conocen la razón de ese desapego, muchos empiezan a relacionarlo con la nueva afición de Cuervo: las apuestas online.

Solo saltan las alarmas cuando ya hay un problema grave de adicción, cuando empiezan los hurtos en las familias, cuando desaparecen tarjetas de crédito"

"A diferencia de lo que sucede con la palabra droga, que está muy asociada al peligro, “juego” no tiene un significado peyorativo, todo lo contrario. Además, jugar online es escandalosamente fácil. Solo es necesario tener un móvil o un ordenador y, si para abrirte la cuenta necesitas ser mayor de edad, mientes, la abres con el DNI de alguien de tu familia o te la abre un amigo que ya tenga los 18. Todo eso hace que, para un adulto, resulte prácticamente imposible darse cuenta de que su hijo o su hija están apostando. Solo saltan las alarmas cuando ya hay un problema grave de adicción, cuando empiezan los hurtos en las familias, cuando desaparecen tarjetas de crédito, cuando hay un cambio en el comportamiento porque baja el rendimiento académico o se vuelven huraños. Cuando eso sucede, al problema de adicción se suma el estigma social y el hecho de que todavía no hay demasiados psicólogos especializados en ludopatía entre adolescentes. Por eso, cuanto más se divulgue y se visibilice el tema, antes conseguiremos evitar este tipo de problemas".

A pesar de su afición a los juegos de azar y su comportamiento hosco, nadie en la pandilla de Cuervo considera que el muchacho tenga un problema grave con el juego. Sin embargo, todo cambiará cuando, intrigado por lo que sucede en los locales de apuestas, el chico decida acudir a uno, cuyo portero le franquea el paso sin importarle demasiado si es o no menor de edad. Deslumbrado por lo que ve dentro y deseoso de ayudar a un amigo en apuros económicos, Cuervo empieza a apostar cantidades cada vez mayores que le obligan a solicitar un crédito a un prestamista. A partir de entonces, el miedo y la vergüenza hacen que el futuro del muchacho quede en manos de un grupo de criminales.

"Me da mucha rabia cuando escucho 'es que los jóvenes de ahora no son como los de antes', 'los jóvenes de antes sí que sabíamos lo que era disciplina', 'antes éramos más educados…'. Hay gente que está todo el rato recordando con nostalgia esa juventud de los años 60 y 70 que, además, es mentira. Siempre estamos criminalizando a los chavales cuando, si te preocupas por escucharlos, saben un montón de cosas y van un paso por delante de ti en cuestiones de modas o tendencias. Además, culparles por caer en la ludopatía es injusto porque, cuando eso les sucede, es en gran parte porque los adultos hemos creado un sistema perverso", explica Ledicia Costas, que tiene claro que el problema del juego no es solo una cuestión legal, sino ética. "¿Qué necesidad tienen los ídolos juveniles o los deportistas de élite de anunciar casas de apuestas? ¿No se dan cuenta de que son modelos de comportamiento para los jóvenes? Por cosas como esas creo que hay que dejar de poner el foco en los chavales y ponerlo en los adultos; los chavales son las víctimas".

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